Mujer

 

El próximo 8 de marzo, es el día de la mujer. No dejo de escuchar la polémica que este año se cierne sobre ese día. Manifestación sí, manifestación, no. Que si el derecho de la mujer, que si no se pueden sentar más de cuatro personas a una mesa, pero sí se permiten manifestaciones... que sí esto, que si lo otro. 

Algunos al leer esto os preguntaréis que tiene que ver este texto con la imagen que lo acompaña. 

Os lo voy a intentar explicar. 

Esta fotografía la tomé la otra mañana, cuando iba a trabajar. Frente a ese camino que ahí veis, hay una gran verja. La fotografía es de la Necrópolis de Carmona. 

Para tomar la foto, hube de meter mis manos a través de la reja, y así, que se viese el espacio limpio. Que se divisara con claridad como la luna, a pesar de las nubes que la cubren como un velo, brilla en lo más alto. Esas luces que hay en el camino, y que parecen ser pequeñas lunas que sigan a la auténtica...

Es lógico pensar que una Necrópolis guarda "muerte". A mi me gusta verlo como un lugar donde la historia se atesora y se valora lo que ocurrió en el ayer. Me encanta cuando paso por el lugar, ver el contraste de los árboles y el cielo, y sentir esa naturaleza que bulle entre las piedras. 

Ser mujer, debe ser, al igual que ser hombre, libertad. Debe significar sentirse como la luna, pues muchas han sido las mujeres que han luchado a lo largo de la historia para que podamos tener el lugar que merecemos. 

Hace poco, investigando para una novela, leí sobre la situación de la mujer en el siglo XVIII y XIX. No hace tanto que las mujeres eran invisibles, sometidas y olvidadas, tanto para los grandes propósitos, como para incluso, su propio libertad a nivel personal. 

Fue una gran lucha la que se llevó a cabo, para que la mujer al fin, fuese considerada como un igual a su compañero. 

Aun hoy en día, hay barreras. Barreras por parte de incluso, las propias mujeres, que a veces, parece que tenemos una especie de memoria selectiva, y que olvidamos que solo nosotras podemos decidir nuestro camino y llevar a cabo aquello que deseemos. Somos amas y señoras de nuestro cuerpo, nuestras mentes, y nuestros logros. Por el camino, quedará quien intente eclipsar la fuerza que subyace dentro de cada corazón, femenino o masculino, que lucha por algo. Aun quedan muros que derribar, y por supuesto, hay mucho que luchar todavía. 

Opino, que tanto mujeres, como hombres, tenemos un largo camino por delante, que espero, esté repleto de pequeñas lunas que nos alumbren hacia un sol que no tarde en salir. 

Mientras, aguardo. Y si bien, otros años he ido a la manifestación y me he sentido orgullosa de estar en ella, este año me quedo en casa, y lo hago por el mismo motivo por el que llevo meses sin besar a mi hija o a mi madre. Y lo hago por miedo a desandar lo andado. Lo hago por respeto a un virus que mata. 

Solo una pequeña parte de la población ha sido vacunada. Soy de las personas afortunadas que tiene trabajo, un trabajo además, que me gusta. Ello no quita, que cada cinco minutos, se atienda de forma presencial, a un metro de distancia, a una persona diferente. Nos separa una pequeña mampara de metacrilato abierta, y las mascarillas que cada uno portamos. 

No somos esenciales, porque trabajamos en una oficina. No importa si mis compañeros y yo atendemos a setenta y dos personas al día. Pero eso, no es lo que quiero contar hoy. Lo que quiero contar, es que al salir de casa, tengo una familia, a la que intento proteger en la medida de lo posible. Y considero, que meterme en una manifestación, totalmente rodeada de personas, no es la mejor forma de protegerles.

Respeto quién decida asistir. 

Me gusta respetar, y también me gusta no juzgar. Pero yo, este año, seré mujer, pero mujer que se quedará en casa. 

Feliz día mujer, por ser madre, hija, hermana, esposa, amiga... pero sobre todo, por ser TÚ, AUTÉNTICA, ÚNICA, MARAVILLOSA.