Hilos de plata. Capítulo 2

Capítulo 1 Hilos de plata

Hilos de plata. Capítulo 2

Mi aliento se detuvo cuando atónita me encontré ante mí una figura traslúcida, con grandes ojos de un azul tan límpido que se veían las estrellas a través de ella. Su cabellera eran hilos de plata que giraban juguetones y se abrazaban a mi cuerpo. 

¿Debía sentir miedo?

La expresión de su rostro respondió a mi pregunta no formulada...

- Síguemeeeee 

Su voz era como campanitas de cristal que se entrechocan entre ellas. Sus ojos se tornaron de pronto oscuros como el propio firmamento. Las suaves hebras de hilo de plata que formaban su cabello, pasaron de acariciar con suavidad mi rostro y mi cuerpo, a enroscarse en él y formar un lazo fuerte. 

Su cuerpo se enderezó de pronto y pareció aumentar de tamaño. No podía ver su rostro. No sabía si estaba enfadada, pero sí sentí miedo, y quise gritar. Quise gritar con tanta fuerza que mi boca se abrió para soltar un alarido del que no salió sonido alguno. 

Fue entonces que ella me miró y vi en su rostro una dulzura tan inmensa que sentí deseos de callar y realmente seguirla. En ese instante, una pequeña luz violeta que llevaba en su pecho descendió hasta mi garganta, y sentí que de nuevo podía hablar. 

- ¿Quién eres? - le susurré.

Ella me dedicó una sonrisa y pasó de nuevo su mano por mi mejilla...

- Tu madre.

¿Mi madre? Yo no tenía madre, ni padre, por eso vivía en un hospicio... Yo no era nadie. No era nada. Más que un pequeño montón de huesos a los que molían a palos un día si, y otro no.

Sentí que unas lágrimas comenzaban a rodar por mis mejillas. Pero no me dio tiempo a mucho más, antes de sentir que me elevaban por el aire y que todo se volvía de pronto oscuro con pequeños destellos de luz. Me costaba respirar, y sentí vértigo y naúseas. Pensé que iba a desmayarme como una vez nos contó la señorita Hawsking que hacían las damas importantes de familias importantes. 

Y de pronto, perdí el sentido...

Y soñé.

Soñé cosas absurdas y sin sentido. Soñé con mi muñeca hecha con los propios harapos de la ropa que llevaba cuando llegué a aquel hospicio. Soñé con el dolor, el frío, el hambre, y el miedo que habitaba mi corazón en aquellas noches donde no tenía donde ir. Soñé con la primera noche en aquél viejo camastro que se me clavaba por todos lados. Y soñé con todas las lágrimas que derramé. Soñé con aquél puño que me buscaba...

Soñé con seres extraños y lugares desconocidos. Soñé con los sueños. Soñé... hasta que un aroma intenso y embriagador inundó mis sentidos.

Fue entonces que abrí los ojos y observé atónita que estaba en el interior de una cueva. Una cueva oscura con un gran orificio desde el que un haz potente de luz entraba a raudales sobre un banco de piedra...

El suelo era suave, era como un bosque mullido donde grandes árboles me rodeaban. Un lugar que había visto un millón de veces en mis sueños. Ahora lo sabía, ahora estaba segura. Yo había estado alguna vez ahí...

(Continuará)

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