Domingo de Resurrección en Cañada Rosal, fiesta de los huevos pintados

¡Hola mis queridos amigos! Hoy vengo a contaros una tradición preciosa de mi pueblo, Cañada Rosal. 

Como sabéis, yo vivo en la bella e histórica ciudad de Carmona. Sin embargo, hasta los trece años, residí en Cañada Rosal, lugar donde crecí y del que amo sus hermosas tradiciones y costumbres. 

Cañada Rosal fue un pueblo que se fundó en la época de Carlos III con aquellos colonos que vinieron a repoblar la zona a finales del 1769. 

El monarca Carlos III, Campomanes, Múzquiz, y Pablo de Olavide, junto a otros, hicieron posible que hombres de distintos puntos de la geografía europea, vinieran a transformar unas tierras cuajadas de matorrales, lentiscos, jaras y encinas, en pueblos vivos. Ya sabéis amigos míos, el origen de mi apellido "Hans". Y bueno, a mi apellido añadid otros como "Rull", "Hebles", "Dubison"...

Pues bien, Cañada Rosal es un pueblo muy activo culturalmente. Además de tener una gran iniciativa empresarial, y ser agrícola y ganadero, también ama las tradiciones y las respeta con mucha intensidad. 

Una de esas tradiciones es la fiesta de los huevos pintados de Pascua, que se lleva a cabo para celebrar el Domingo de Resurrección. 

Cuando yo era pequeña, recuerdo con mucho amor, como madres y abuelas tejían estas bolsitas hechas con ganchillo y lana o hilo, para portar los huevos pintados. Mi madre nos dejaba a mi hermano y a mí, decorar nuestros huevos previamente cocidos, con azafrán, mercurio de las heridas, o aquellos polvos azules que se utilizaban para blanquear la colada y dar intensidad a la cal de las paredes. Me refiero al "añil". También estaba el recurso de los rotuladores, por supuesto. 

Posteriormente, el huevo se pelaba y se comía, si es que te atrevías, después de todos los movimientos que había tenido paseándolo como un trofeo por toda la localidad; por no hablar, de que la tinta de los rotuladores y los pigmentos utilizados en aquella época, traspasaban la cáscara y el huevo presentaba un aspecto "demasiado original".

Pero todas las tradiciones tienen sus mejoras y evoluciones, y hoy en día, es toda una fiesta digna de visitar, donde los carrosaleños te reciben con los brazos abiertos, vestidos algunos de ellos de época colonial y donde puedes disfrutar de un buen día de comida, bebida, música... y sobre todo... huevos pintados. 

La imaginación es algo libre, y ese día se practica como un juego entre niños y adultos. Esta imagen que os comparto ahora pertenece a una imagen tomada de la red sobre los alumnos de El Aula del Maestro Francisco Zamora, CEIP Andalucía de Cañada Rosal...

Aquí les comparto algunas imágenes más de este simbólico día...

Son tradiciones que siguen manteniéndose vivas con el transcurso del tiempo y tomando sus propias formas. 

Y por último, un vídeo que ha compartido la página del 

Ayuntamiento de Cañada Rosal. 

¡Feliz Domingo de Resurrección amigos!