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Yo te cuento

martes, 28 de febrero de 2017

Soy del sur



Soy del sur, de ese que te corre por las venas, con la pasión de los íberos, tartessos y cartagineses, sangre de fenicios, griegos y romanos, sangre de bizantinos, visigodos y musulmanes… todos ellos enamorados de los ojos de gacela de esta tierra, con fuerza y coraje, lucha y entrega, cual enamorada de la pasión y la vida.

Soy del sur, de esa Andalucía hermosa que no solo otorga baile y cultura, con volantes de sentimientos y castañuelas de lucha, taconeando a la vida, arañando la tierra, con olivos, naranjos y vinos, con caza y pesca, flora y fauna de tierra bañada por las aguas de un Mediterráneo cálido y un sol radiante de leyendas.

sábado, 25 de febrero de 2017

Primogénitos. Capítulo 2


Capítulo 1


CAPÍTULO 2

Mientras el fuego empezaba a lamer su piel, Aldonza gritaba una y otra vez...

- ¡Malditos! ¡Malditos seais todos, pueblo de supersticiosos infames! ¿Quéreis brujería? ¡Os la daré! Ningún primer hijo podrá partir jamás de estas asquerosas tierras malditas, bajo pena de muerte para él o su apellido! ¡Jamás! Pues injusta es esta aberración que me acomete, e injusto el agravio requerido...

martes, 21 de febrero de 2017

El espíritu de la lluvia


El gris reina hoy en el cielo. La lluvia se va derramando, de forma lenta, pausada, sin prisas. Parece que el frío se ha cansado un poco y la temperatura es algo más cálida, pero el viento, sin embargo, quiere bailar con la lluvia y te hace sentir el agua en la cara.

¿Nunca te has preguntado por qué todo se ve tan hermoso tras la lluvia? Es como si los colores resurgieron de un letargo en el tiempo. Y en realidad, es algo parecido.

Hoy te voy a contar la historia acontecida hace ya siglos, en algún pequeño lugar, de éste, nuestro planeta...

sábado, 18 de febrero de 2017

Primogénitos. Capítulo 1



PRIMOGÉNITOS

Capítulo 1

Mi familia nunca fue dada a grandes celebraciones. Ni siquiera cuando mi tía Angustias se casó por tercera vez con D. Gustavo, el  insigne notario del pueblo. Tampoco iba a salir tan caro, ni debería haber resultado tarea imposible para nada más y nada menos que el cacique de nuestra pequeña aldea, “Miriñaque”, donde veinte casas y setenta y dos habitantes constituíamos el censo local.

Perdidos en mitad de ninguna parte, y nunca mejor dicho. Aunque parezca increíble, Miriñaque es un lugar pobre en habitantes, pero sí rico en tierras de buena vides que ofrecen caldos de excelente calidad. Tanto es así, que aquí, mis vecinos, a simple vista hombres rudos de campo, sin muchos ingresos más que algún tractor, o cuatro vacas... tienen un legado que salvaguardar. Bajo la capa de austeridad y desasosiego de estas cuatro calles empedradas, hay fortunas escondidas en el interior de los gordos colchones de esponja deformadores de espaldas.

Ni que decir tiene que muy pocos descendientes de estos hombres rudos han permanecido en Miriñaque. Solo los elegidos para ello han permanecido fieles a las leyes y costumbres del lugar, pues aquí, hay algo que aún abunda mucho más que las vides. La superstición.

lunes, 13 de febrero de 2017

Bailando con la vida, de Antonia Navarrete Lebrato




Cuando hablé la primera vez con Antonia Navarrete, me habló de su labor, de sus poemas solidarios. Poemas dirigidos a personas que están pasando por un trance duro. Muchos son los casos que Antonia contempla en sus poemas, con una delicadeza inmensa y unos versos que se unen a otros de forma hermosa, para hacer llegar al corazón el mensaje deseado.

sábado, 11 de febrero de 2017

El acantilado. Capítulo 6 (Final)


Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6

Un golpe seco le dejó junto a ella en precario equilibrio. Notó el calor de su cuerpo. Tocó su cuello. Su corazón latía. Estaba viva. Inconsciente, pero viva.

El ascenso con el cuerpo de ella se preveía imposible, tenía que haber otra forma de sacarla de allí. Si lo intentaba hacia abajo podía resbalar y dejarla caer. Sería el fin. Las rocas que yacían abajo terminarían con su vida. Solo tenía una forma de mantenerla viva hasta que alguien llegase. Se quitó la camisa y  se apoyó sobre el cuerpo de la mujer, envolviéndola en una suavidad abrumadora y regenerativa…

martes, 7 de febrero de 2017

La tierra silenciada, de Graham Joyce

Si la Tierra guarda silencio, es porque añora que la escuches...

Quién bien me conoce sabe que aunque no dispongo de mucho tiempo, siempre disfruto aprovechando esos instantes para sumergirme en la lectura. Como mi amiga me conoce muy bien, me ha regalado este año mi gran sueño de lectura... “Matar a un ruiseñor” de Harper Lee, así como “Ve y pon un centinela”. Sin embargo, también me ha regalado una obra de Graham Joyce... “La tierra silenciada”.

La faja del libro viene con un mensaje de Isabel Allende; “Es el tipo de libro que me encanta leer”. Pero lo que me sedujo de él fue la sinopsis del mismo...

“Jake y Zoe aprovechan una semana de vacaciones para irse a esquiar. Una mañana, cuando inician el descenso por las pistas, un alud deja a Zoe sepultada bajo la nieve. A pesar de ello, logran salir y vuelven juntos al hotel.

sábado, 4 de febrero de 2017

El acantilado. Capítulo 5


EL ACANTILADO 



Capítulo 5

Con esfuerzo llegó a la parte alta del acantilado. No había rastro del cuerpo de la mujer.  No era por la altura. Si bien antes no era su amiga predilecta y se asustaba con facilidad, en los últimos años había perdido el miedo a muchas cosas.

Pero había algo que le aterraba en estos momentos. Regresar abajo y decirle a Gema que no había encontrado a su madre, o peor, que esos restos de ropa que había encontrado en el ascenso, fuesen de ella. Pero si así era, ¿dónde estaba la mujer?

Su mente voló al pasado, cuando él también tenía una familia. Les perdió hacía ya mucho, dejó de verles, los olvidó incluso durante un tiempo. Pero los recuerdos empezaron a volver, de forma lenta, pero ahí estaban. Su corazón y su mente se fué llenando de imágenes de antaño. De cuando él era un hombre feliz y completo. Lástima que ya no pudiese regresar junto a ellos.

Y Gema.

Gema le recordaba a su esposa. Sus ojos, el color de su pelo, aquella forma de mirar tan profundamente… Su esposa… ¿qué habría sido de ella?

De pronto se sintió viejo.
Pero no era momento de pensar en él.

Cerró los ojos e inspiró. Concentró todos sus sentidos y entonces la escuchó. Era una llamada débil, lejana…

Con decisión, comenzó a descender con mucho cuidado por el otro lado del risco del acantilado. Y allí la vio. Sobre una especie de saliente, el cuerpo de una mujer que permanecía tumbado, inmóvil.

Sabía lo que tenía que hacer. No era la primera vez. Empezó a bajar hasta lo máximo posible. Estiró su brazo, pero no llegaba hasta ella. Una distancia de unos cuatro metros los separaba.

- ¡Ana! Ana, ¿me escucha? ¡Vengo a ayudarla!

Pero la joven no hablaba.

Cerró los ojos. Solo había una forma de llegar a ella. Y era saltando al vacío.




jueves, 2 de febrero de 2017

Invierno



Manto helado, blanca sonrisa, que florece bajo la fría noche
Sin reproches.