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Yo te cuento

sábado, 26 de noviembre de 2016

CICATRICES. Capítulo 4





CAPÍTULO 4

- No deja de hacerme preguntas Luís. Cada día más. - terminó explotando Andrés.
- Lo sé. A nosotros también nos pregunta, pero es mejor que lo recuerde todo ella. Si le contamos que Tomás murió aquél día... el dolor aumentará. Conozco a mi hija. Es posible que se encierre de nuevo en sí misma y no vuelva a recordar nada. Tú la conoces.

Andrés se pasó la mano por el pelo exasperado.

- Se me hace muy difícil mentirle. Por eso que la conozco, creo que es mejor decirle la verdad. Ella es fuerte. Siempre lo fue. Ella no tuvo la culpa de lo que pasó.
- Y... ¿de veras piensas que ella lo entenderá así?
- No lo sé Luís. Solo sé que si consigue recordar, se sentirá doblemente herida.
- Tal vez. Pero, también sé que mi pequeña Beca sigue ahí dentro.
Andrés no tuvo ganas de seguir discutiendo. Estaba cansado de discutir y de aquella situación.

Miró hacia el viejo roble y la vio allí, sentada en el columpio, meciéndose despacio. Claro que recordaba el día que Tomás la empujaba y ella reía con todas sus fuerzas. Igual que recordaba todo el tiempo que ambos amigos habían competido en silencio por el amor de la misma mujer.

Aceleró el paso. Tenía mucho que hacer aun. Hoy sentía dolor físico además de la inquietud de su mente. Las cicatrices le quemaban. Se sentía de un humor de perros.

- ¡Andrés! ¡Espera, por favor, espera!

“Hoy no”, pensó para sí.

La vio acercarse. Aquella blusa blanca era una de sus favoritas. Los viejos vaqueros que él tantas veces le había visto usar. Aquella trenza echada hacia un lado. Había tomado demasiado sol. Sus mejillas estaban encendidas y las pecas se señalaban burlonas en su blanca piel. El azul de sus ojos era tan espectacular, que aquellas pestañas cobrizas parecían querer protegerlos de todo. Hasta de él. Sintió deseos de abrazarla, de contarle algo divertido para ver aquella risa que tanto echaba de menos... pero  en lugar de eso decidió ser brusco para alejarla. Hoy no tenía ánimos para juegos y mentiras. 

- ¿Qué ocurre Rebeca? ¿Has decidido al fin hacer algo útil y buscar trabajo o algo?

Rebeca sintió como si la hubiesen abofeteado.

- No me siento preparada aun para eso. Y tampoco entiendo por qué tienes tanto interés en que vuelva a trabajar. Salvo que sea por librarte de mí. Háblame de antes del accidente.
- No.
- ¿No? Por favor Andrés...
- Me duele recordar aquello. Tu médico ha dicho que tienes que recordar por tí misma.
- A veces eres odioso. Solo te pido un poco de ayuda...
- No puedo dártela Rebeca. Y ahora, si me disculpas tengo mucho por hacer.

Rebeca no tenía ganas de rendirse. Le miró enfadada. Y de pronto se quedó rígida. El tenía la cicatriz en el lado derecho... pero una vez le había comentado algo de que el cristal de su ventanilla le cortó en la cara. Si tenía la cicatriz en el lado derecho significaba que... Se puso pálida y se llevó la mano al estómago. Su cuerpo se tambaleó ligeramente y él percibió al instante su cambio de ánimo del enfado al más puro terror. Sus ojos se humedecieron...

- ¿Qué ocurre Rebeca? ¿Qué te pasa?

Ella no contestaba, y él sentía que el mundo se abría a sus pies. Sin dudarlo la tomó fuertemente por los hombros y la zarandeó ligeramente.

- ¡Háblame! ¡Qué pasa!
- Tu cicatriz... me dijiste que te la habías hecho con el cristal de la ventanilla. Pero está en el lado derecho, eso quiere decir que ibas sentado en el asiento del copiloto...

“¡Mierda!” ¿Cómo no pensó en eso antes de decirle que se había cortado con la ventanilla? ¿Cómo había sido tan estúpido?

- Por tanto, yo era quien conducía. Por mi culpa estás así - terminó diciendo ya entre lágrimas – por eso evades el tema, ése es el secreto que no quieres contarme...
- ¡No!

Ella intentó zafarse, pero él no se lo permitió.

- Te equivocas Rebeca. Es verdad que hay algo que no te he contado, pero no era eso. Te equivocas. Me corté con la ventanilla porque el coche rodó...
- ¡No te creo!
- ¡Yo conducía! ¡Yo fui el responsable de tu pérdida de memoria! ¡Por eso te evito! ¡Por eso quiero que vuelvas a la vida! ¡Me siento culpable!

Ella se serenó un momento y le miró a los ojos. Después, sin saber ni siquiera por qué, levantó la mano y le cogió totalmente desprevenido al acariciar la cicatriz de su rostro...

- Mientes muy mal Andrés. Mientes muy mal...


2 comentarios:

  1. ufff que guapa es Rebeca ! :) me imagine la escena y el brillo en sus ojos, las sombra de su caminar...
    e incluso pude visualizar parte del accidente, pero se derrumbo cuando Rebeca afirmo que Andres no sabia mentir...

    Esta de suspeeenso!!! ya quiero saber que sucede!!

    Saludos Margarita! :D

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    1. Ya queda poquito amiga mía, aunque algo me dice que tú ves venir el final, ja ja. Debe ser porque eres la reina de las historias infinitas. Un beso muy, muy grande. Muuuaaaakkkk :D

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