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Yo te cuento

miércoles, 17 de agosto de 2016

Tópicos típicos



Allende los mares, se extiende Inglaterra. Una tierra que se llevó, sin pretenderlo, un gran cachito de mí. Intérprete de canciones de amor, como las sirenas de la Odisea de Homero, incitadoras de Ulises. Una extensión de tierra prometedora de deseos y necesidades, llamó la atención de mi hija y la atrajo hacia sí.

Allende los mares, sobria y solemne, altiva, regia en sus formas y elegante en sus costumbres, quizás, escondiendo las penurias que podrían afear su hermosura exterior, aquella que hace pensar que todo lo bello y educado se encierra entre sus lindes imaginarias. Ahí, en silencio, absortos en un cambio de guardia o en el batir de las aguas oscuras del Támesis bajo ese suelo de cristal que el Puente de Londres permite observar a vista de pájaro, ajeno el mencionado puente a los desmayos causados por el vértigo, insensatos y responsables aquellos que sin tener seguridad de no sufrirlos, intentan semejante proeza.

Quizás yo haya perdido algo de cordura...

, pero la primera vez que ella me dijo, “Mamá, me voy a Inglaterra”... yo que soy parca en geografía y tiro mucho del mundo de Google, me adentré en sus tripas para ver una imagen del Reino Unido en blanco, coloreado de un rojo pasión carmesí la zona de Inglaterra, y no pude dejar de pensar... “Es como un conejito blanco con las orejitas gachas al que han vestido con un mono rojo que cubre sus patitas. Algo de la magia de Hogwarts debe haberse escapado con tanto hechizo y juego de quidditch”.

Y lo será, y lo es seguro. Pero claro, tú miras en el señor Google, de nuevo, ésta vez con la avidez de quien necesita saber, conocer, tocar, sentir y hasta deglutir... y ves esas hermosas fotografías donde todo es verde intenso de ése que te provoca dulzura y esperanza de nuevos comienzos. Cielos gris azulados cobijando una infinidad de almas deambulantes por sus calles llenas de historia... y de inmigrantes que buscan un lugar donde encontrar al fin la dicha de un proyecto de futuro.

Esas cabinas tan graciosas en color rojo, donde piensas que están así para hacer juego con esos autobuses tan pizpiretos, se te cruzan en la mente con las largas farolas que no puedes dejar de imaginar, de pronto, iluminadas en plena noche, con el suelo mojado, las piedras resbaladizas, el sonido de un sereno de fondo, y quizás, algún “Jack” o descendiente del mismo suelto. Pero claro, esos son conclusiones sin sentido ni fundamento, propias de una madre preocupada.

Necesitas calmar tu alma inquieta y entonces, justo en ese momento, esa parte de ti que se ha marchado te dice... “Qué ilusión mamá. Qué bonito es todo esto. Es un sueño hecho realidad. Londres es indescriptible, me he enamorado de Oxford, y al fin, ¡llegamos a Bristol!”

“Al fin”, me dice. La salvación está ante sus ojos huidizos e incrédulos. Ya llegó al paraíso prometido, a la tierra de la salvación gloriosa, donde tendrán que salir a la calle no por la lluvia, sino por las ofertas laborales que les caerán en una especie de aguacero incesante y maravilloso.

Vuelves a sentarte ante el señor Google, y concretas tu búsqueda de ese castillo de ensueño en una ladera británica, protegida por la influencia de Stonehenge y quizás, con el romanticismo de Jane Austen por montera, imaginando casi sin pretenderlo, como será imitar a los personajes del Titanic cinematográfico, colocar los brazos extendidos al viento, y ahí, no lo puedo evitar, imagino a mi niñita de rizos dorados extendiendo su melena ondeante, con los ojos bien abiertos para observar todos los detalles, como buena ingeniera que es.

La imagino sonriendo, mostrando esa alegría andaluza que suele portar, y sintiendo la brisa de Bristol, mientras sujeta con fuerzas una cuerda tal vez imaginaria en el borde del Puente Clifton,  ese puente majestuoso y señorial que sobrevuela el río Avon y sujeta con sus brazos colgantes todo el territorio que puedes imaginar y muchísimo más... ahí, retando con su mirada de hierro a la gravedad.

La imagino también paseando por la playa de Bristol, y me parece escucharla  hablar ese ingles españolizado que puede abrirle puertas, o no, pero que desde luego, mejorar, mejorará. Y pienso con deleite la cantidad de maravillas extraordinarias que sus ojos estarán viendo, y sus finas y suaves manos blancas, acariciando a través de los sentidos de una lente, o de sus propias retinas. Esa experiencia será suya siempre, como algo bien real.

La pienso  en un entorno bello, y cuando me conecto con ella por esa opción llamada Skype, y veo el lugar donde reside a cambio de una cantidad monetaria elevada, desde mi humilde posición, y casi inaccesible desde la suya, pienso... qué bien podría ser más corto el puente, o quizás más bajas las piedras, o tal vez, la hierba menos verde... y hacer las habitaciones más grandes, que apenas cabe uno, y cuando son dos, tienen que apretarse mucho, cosa que por cierto, dadas las circunstancias, tampoco debe estar mal, que por suerte, lleva con quien achucharse.

Y ahí, sigo divagando cosas absurdas y sin sentido, mientras el señor Google sigue regalando a mi parte consciente imágenes de ensueño y le decimos “shhhh” a la subconsciente, que no puede dejar de pensar y preguntar si la niña comerá lo adecuado, si dormirá algo, si es lógico que siempre lleve cuatro chalecos en esta época ya casi veraniega y sus labios tengan ese tono, no precisamente, rosado.

Entre tanta divagación me detengo un momento, y me doy cuenta de que estoy cayendo en todos los tópicos típicos y en todos los típicos tópicos, y que solo me falta colocar bombín y paraguas a su novio. Pues no suelo yo pasear con traje de flamenca en ristre, el pelo envuelto en flores y las castañuelas por anillos, así que quizás me he pasado un pelín con los tópicos. Si esto fuese al revés, igual alguna madre londinense me imaginaría a mí no con cuerpo guitarra, sino más bien, envuelta en los acordes del flamenco mientras capoteo un miura auténtico.

Nada más lejos de la realidad.

Y no me refiero solo a los tópicos típicos. Sino a todo en general, que de nuevo, mi imaginación voló demasiado alto y dejó atrás lo esencial, lo auténtico, que aquello es como esto, con un poquito más de frío y algunos lunares menos. Y antaño, ofrecían trabajo a nuestros jóvenes, y en la actualidad, intentan adaptarse, como todos, que son muchos los que van buscando lo imposible, que mi hija habla con más españoles que ingleses, y ésa, es otra cuestión.

Así que me dejaré de tonterías, y también de tópicos típicos, y chorizo ibérico y queso añejo en maleta, cual Alfredo Landa en mi niñez, ataré corto mi miedo a lo desconocido y elevaré mis alas para poder, aun teniendo vértigo, ver las oscuras aguas del Támesis bajo un suelo de cristal, y haré cucamonas a los soldados de la Guardia Real, y quizás mi hija no, pero yo sí que extenderé los brazos en el Puente Clifton y soñaré que el mundo me hace guiños. Regalaré un Tintilla de Rota o un Moscatel de Chipiona a los caseros de mi hija, y declararé seriamente en la aduana que no voy a jugar al efecto dominó con las piedras de Stonehenge... y luego, cual “Mujercita” repleta de sentimientos, como Louisa May Alcott, abrazaré y besaré  a mi niñita de rizos dorados hasta que el color de su rostro vuelva a ser rosado.




12 comentarios:

  1. Me ha encantado este texto. Refleja todas las preocupaciones de una madre. Yo he estado en Londres, y volví enamorada de Inglaterra. Siempre he querido volver y no me importaría quedarme por muy frío y húmedo que sea el clima.

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    1. Pues claro que si Priscila. Londres es preciosa, o al menos, eso dice mi peque. La verdad es que hay que buscar salidas y cuando en tu propia tierra no encuentras lo que necesitas, debes seguir buscando si tienes opción a ello. Y así lo hizo. Al fin regresó, pero cuenta que ha sido una experiencia estupenda para ella. Un beso muy fuerte :D

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  2. Qué maravilla, cuánta envidia me dais la gente que sabéis escribir. Es inevitable tirar de tópicos típicos al hablar o pensar en sitios que no conocemos. Lo mejor de todo es que ahora las distancias cada vez son más cortas y tenemos al alcance de nuestra mano dejarlos de lado y sustituirlos por recuerdos de primera mano.

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    1. Y que lo digas Marta, en dos horitas te plantas allí viajando en avion. La verdad es que hay las distancias son mucho más relativas, ja ja. En cuanto a los tópicos, son casi inevitables ¿verdad? Muchisimas gracias por comentar. Un beso :D

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  3. Tienes una forma de escribir muy particular, pero consigues engancharnos. Cuando estuve en Londres fue una experiencia bonita, pero dado el tema que sacas hoy, me sabía todos los tópicos y cosas típicas y no hacía más que buscarlos, así que no fue demasiada sorpresa ;)
    Bss.

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    1. Hola Paula, mi hija dice que Londres es preciosa, preciosa, preciosa. Al igual que todo lo que ha visto. En cuanto a los tópicos, creo que empleé los más comunes, al menos, los que yo más escucho, precisamente por lo mismo, por lo fácil que es caer en ellos. La verdad es que como madre la distancia te encoge un poco, pero a la vez, te alegras de que experimente y conozca nuevos lugares. Un beso muy fuerte :D

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  4. uoh! me has dejado más triste que a la madre del relato, ains, qué pena y que real, en cuanto al drama de la emigración juvenil en busca de un "futuro" que, por mucho que luchen, algunos no encuentran. Y qué verdad tan pura, cuando los típicos tópicos aletean en nuestra cabeza, yo, que aún no he visitado Inglaterra, me la imagino gris, lúgubre, romántica al estilo Byron, con su niebla azúl de tan densa, y a esos "Bobbies" silbato en ristre deteniendo pillos en calles húmedas....jajajaj, qué daño ha hecho el cine!, jejejej
    Me encanta tu relato!
    Un besazo gigante

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    1. Ja ja, ¡muchas gracias! Pues mi hija la describía así a veces, pero otras, todo lo contrario, ja ja. La verdad es que las fotografías que yo he visto son preciosas y si bien es cierto que no tiene la luz que tenemos nosotros aquí en España, tampoco es totalmente gris. Lo de romántica al estilo Byron si me lo describió ella también, ja ja. Un beso muy fuerte :D

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  5. Es inevitable tener que emigrar en según qué trabajos. Londres es un sitio que debo visitar y que seguro que muy prontito lo haré :D

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    1. La situación económica así lo requiere. La verdad es que Londres es preciosa según ella me cuenta y un buen lugar donde intentarlo. Te deseo mucha suerte en ese viaje Martina, y sobre todo, ¡que lo disfrutes mucho! Un beso muy fuerte :D

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  6. Cuando leo este texto pienso en mi madre!! la verdad me encanta londres y siempre me quise ir una temporada

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    1. ¡Hola Alba! Te confieso que lo pasé mal como madre, pero a la vez, me sentí muy orgullosa de mi peque. Los hijos tienen que vivir sus propias experiencias, y probar suerte, conocer lugares nuevos, VIVIR por sí mismos aunque tengan madres nostálgicas como yo, ja ja. Un beso preciosa y no dejes de lado tu sueño de visitar Londres. Al parecer es una auténtica maravilla. :D

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