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Yo te cuento

lunes, 11 de abril de 2016

Blancanieves III

La historia que hoy voy a compartir con vosotros, es algo peculiar. Se trata, de las aventuras y desventuras de Blancanieves III, descendiente de aquella otra que compartió destino con un gallardo príncipe y siete enanitos trabajadores. Todos conocen aquella historia, de cuya veracidad, nadie duda... más... muy pocos conocen la historia de esta Blancanieves, tercera en el linaje. Pero para no confundiros, voy a retroceder un pelín, pues todo proceso requiere de un camino a recorrer. Partiendo de un punto A, no llegamos a un determinado punto C, sin pasar por el punto B ¿Cierto?

Con este lío de letras, solo pretendo que entendáis algo sencillo. En su momento, nuestra Blancanieves primigenia, y su querido y amado príncipe, aquel hombre encantador y maravilloso que vestía calzas de lana ajustadas y no tenía ni un ápice de tripa, tuvieron una descendencia sin par. Aprovechando que tenían siete cuidadores cualificados, tuvieron una pequeña familia de catorce hijos, dos hijos para cada enanito, que se dedicaban a esta tarea fácil con alegría de espíritu ¡Ah! ¡Qué tiempos aquellos!


Poco conocen de la desgracia real acontecida a la malvada madrastra, muerta tras un fuerte golpe de ego. La pobre señora marchó a buscar la fuente de la juventud una vez que su plan de manzana envenenada se vio frustrado. Al regresar, sin haber encontrado la panacea buscada, se topó con que era abuelastra de catorce retoños. Fue tal la impresión recibida, que cayó fulminada al instante. Pobre. Tan apañada como era ella con sus truquitos de cocina.

Varias generaciones después, llegó nuestra Blancanieves II. Su destino era realmente incierto pues nació en una época muy diferente a su antecesora. Os hablo de una época de independencia y luchas. Concretamente, nuestra joven heroína era hippy. Amor libre, flores en la ropa y el pelo, libertad, y sobre todo, en lugar de siete enanitos como compañeros de fatiga, siete amantes libidinosos. Recordar el lema de aquella época. “Haz el amor, y no la guerra”

En verdad, esta dulce joven era algo más lista que la primera, eso sí, a veces los excesos se pagan. En este caso, nuestra protagonista conoció a su príncipe azul en una clínica de desintoxicación. El susodicho era encantador, no llevaba calzas ajustadas de lana, entre otras cosas porque el calentamiento global ya había empezado a elevar las temperaturas, pero si es cierto que aquella ropa hipilonga le sentaba bien. Además, que mejor compañero para compartir tu vida que aquél que todo lo soluciona poniendo los dedos en forma de “v” y diciéndote… “Paz hermano”.

Sin más complicaciones. En este caso, no iban a tener catorce hijos. Ya por ésta época se sabía que eso era una barbaridad, una caravana solo tenía capacidad para unos cinco hijos y el matrimonio. Por tanto, se reducía el nivel de natalidad.

En cuanto a la madrastra, bueno, la madrastra que nos ocupa era mucho más moderna. En este caso no intentaba dar mamporrazos a diestro y siniestro con manzanas envenenadas. Era un despilfarro total de fruta y la cosa no estaba tampoco para eso. En este caso, ella soñaba con que Blancanieves muriese por algún tipo de enfermedad venérea o algo así, con tanto despiporre. Se le salió el tiro por la culata. Por ello, decidió ser práctica. Para fastidiar a su hijastra simplemente se mudó a otro lugar y de ésta forma no tenía que ayudarles con los niños. Era mucho más doloroso y malvado que el plan de la anterior, como bien habréis podido comprobar.

Pero bueno, ya está bien de hablaros de las anteriores. Ahora, le toca el turno a nuestra protagonista real. A nuestra Blancanieves III.

No puedo concretar si en verdad su cabello era tan negro como el ébano. Se ha echado tantos tintes que no sé cual es su color real de cabello. La última vez que la vi, su pelo era de un hermoso color rosado.

Nuestra querida protagonista ha conocido a su príncipe azul por Internet. Antes, probó con varios elementos que estuvieron a su disposición, pero no llegó a “cuajar” con ninguno de ellos por motivos varios. Su primer novio, por ejemplo, pretendió casarse con ella. Grave error. Su segundo novio, no quería que hablara o tonteara con nadie aparte de él. Grave error. Su tercer novio la seguía a todas partes. Grave error. Su cuarto novio tuvo la osadía de sugerirle que planchase su ropa. Grave error. Su quinto novio no sabía cocinar. Grave error. Su sexto novio fue el peor de todos ellos. Le quitó las ganas de casi todo, porque para empezar, era un hombre con malos pensamientos, una especie de psicópata que le había sugerido que debían vivir juntos porque así ella podría encargarse de la colada. Gravísimo error. Lo dejó al instante.

En vista de la situación complicada por sí misma, decidió acudir al gran e interesante mundo de las comunicaciones vía Internet. De esta forma conoció al séptimo candidato a formar parte de su vida.    Genaro, que así se llama el susodicho señor, se definió a sí mismo como un hombre culto, un hombre al que le encantaba pasear, bailar, ir al cine, leer, practicar deportes. Vamos, en sí, un candidato que se puede tener en cuenta. A través de la cámara de la Web se le veía incluso atractivo. Pero lo mejor de todo, una de sus aficiones, la cocina. Se definía a sí mismo como un hombre muy organizado que adoraba tener todo en orden y al que le encantaba cocinar para relajarse.

¡Guau! ¡Menudo chollo! Pero ahí no acaba todo.  Su madre vivía en el extranjero y era dueña de un salón de belleza muy competitivo y especial donde incluso aplicaban botox. Por tanto, esta señora y su belleza “natural” constituía en sí  una póliza de seguros para nuestra protagonista.

En una de las múltiples conversaciones on line mantenidas, Genaro explicó contrariado a Blancanieves que era “alérgico” a las manzanas. Aquello fue lo que al fin convenció del todo a la joven Blancanieves para proponerle una cita real, en persona. La muchacha, no sabía bien por qué, tenía en el cabecero de su cama un cuadro realizado a punto de cruz, en el que se le recordaba... “Cuidado con las manzanas”. Por tanto, esta última virtud del candidato, fue perfecta. Genaro era su príncipe ideal.

Y llegó el momento de verse cara a cara. Blancanieves lucía espectacular, su pelo rosado se veía aún más bello con un ligero escaldado que se había hecho en el flequillo. Su sombra de ojos a juego con el tono de su pelo era… digamos, ¡impactante! Llevaba un vestido para la ocasión que ella consideraba de los mejores que tenía. De color negro, para que fuese más elegante, con un hermoso escote en la espalda, y con una faldita muy mona que acentuaba sus maravillosas curvas.  Estaba muy guapa y totalmente ilusionada con conocer a Genaro.

Y… ¡ahí está! ¡Genaro! ¡Vaya! ¡Qué guapo! ¡Qué fuerte! Uy, un momentito, espera, le falta algo… Oh, le falta al menos medio metro en relación a la altura que dijo que tenía por Internet. Así a simple vista Blancanieves calculó que mediría un metro sesenta y cinco más o menos. En Internet le dijo que medía un metro ochenta. No es que importe mucho, seguro que no lo hizo con mala intención, al fin y al cabo, eso no tiene tanta importancia teniendo en cuenta todo lo demás. 

Así que ella le sonríe, le saluda y comienzan a conocerse. Y resulta... ¡encantador! Pero el pequeño detalle de su estatura la sigue atormentando. Al fin y al cabo, la ha engañado ligeramente...

-         Por cierto Genaro, no es que importe mucho, pero… en Internet me dijiste que medías un metro ochenta.
-         ¿De veras? Pues, lo siento, estaría pensando en otra cosa. Pero, no es ningún obstáculo ¿verdad?
-         No, por supuesto que no. En todo lo demás fuiste certero – le sonríe ella.
-         Por supuesto Blanca, por supuesto.

Y comenzaron a quedar. No en el cine, porque casualmente en ésa época no había ninguna película que fuese lo suficientemente intelectual para el gusto de Genaro, tampoco quedaron para hacer deporte, porque en ésa época hacía mucho frío y no era bueno. Eso sí, iban a la biblioteca. Mucho. Genaro se llevaba montones y montones de libros. Le encantaba leer. Es más, se pasaba horas leyendo.

Cuando ya llevaban un tiempo de esta guisa, Genaro le propuso a Blancanieves vivir juntos. ¡Vaya! ¡Menuda decisión! Pero… era perfecta, porque no le había pedido matrimonio, sólo vivir juntos una temporada, a ver qué tal. A los dos le gustaba ver televisión, a los dos les gustaba pasear. Bueno, Genaro solía estar muy ocupado con su trabajo, pero cuando podía iba con ella. La había acompañado por lo menos un par de veces en los últimos meses. Pobre. ¡Demasiado se esforzaba!

Por otro lado estaba el tema de la cocina. Genaro ya le había preparado un par de platos deliciosos. Espaguetis y huevos a la flamenca. Cierto que los espaguetis no llevaban mucho condimento, pero es que hay que ser sano y no abusar de las especias. Ella aun recordaba el primer día que los probó.

-         Mmmm, están muy buenos cariño. De veras.
-         ¿Te gustan?
-         Claro Genaro. Una cosita, no llevan… nada aparte del tomate ¿cierto?
-         Sí. Es que tanto condimento no es bueno. Pero no es ningún obstáculo ¿verdad?
-         No, claro que no.

¡Qué suerte que Genaro fuese tan culto y práctico! Y luego estaba el tema de la limpieza de la casa. Genaro tenía la casa impoluta. ¡Qué orden! ¡Qué limpio todo! ¡Qué planchadas las camisas y los pantalones! ¡Qué maravilla!

El amor es un sentimiento maravilloso y Blancanieves estaba loca por este hombre y todo lo que significaba. Es cierto que no tenían demasiadas aficiones comunes, pero tenían otras cosas. Es verdad que ya Genaro no cocinaba, pero es que llegaba muy tarde del trabajo y ella estaba allí más tiempo que él. Es cierto que no practicaba deporte, pero es que con tanto trabajo, llegaba demasiado cansado. Además, él siempre decía con toda la razón que todo ello eran pequeños detallitos. En realidad, todo aquello no suponía ningún obstáculo ¿verdad?

Una mañana, Blancanieves se levantó muy temprano. Quería ir al parque a hacer footing. Antes de salir a correr se fijó en su alrededor. La casa estaba desastrosa. No entendía muy bien que había podido pasar. Genaro era muy ordenado. Curiosamente, él, que se despertó en ese mismo momento, debió ver lo mismo que ella porque le comentó con mucho amor.

-         Cariño, en lugar de ir a correr, deberías adecentar un poco todo esto ¿no crees? Yo es que tengo una cita muy importante.
-         ¿Genaro? ¿Por qué ahora no eres tan ordenado?
-         Es que como tú estabas aquí decidí despedir a la asistenta. Pero no es ningún obstáculo ¿verdad?

En ese instante, Blancanieves III se fijó bien en el amor maravilloso que tenía ante sí. Obviamente, en los últimos meses Genaro había puesto en su cintura los centímetros que le habían faltado en altura. Se detuvo un segundo a pensar y llegó a la conclusión de que realmente de todo lo que Genaro le había prometido y con lo que la había seducido, prácticamente no existía nada. Sin embargo, ella había comenzado a hacer deporte, había aprendido a cocinar, era mucho más sociable…

-         Verás amor – le dijo Blancanieves con una hermosa sonrisa - ¿ves lo que hay aquí? – le preguntó señalando para ello su cuerpo.
-         Sí amor, claro- le responde él – una tía increíblemente guapa y por supuesto apañada.
-         Sí. Soy guapa y apañada, y además soy una persona que acaba de darse cuenta de que le están tomando el pelo. Me has mentido, y no me refiero a la altura, eso me da igual. Me estás utilizando, eres egoísta, vago, mentiroso, e incluso ahora que me fijo, no eres tan guapo. Independientemente del porte físico, quiero un hombre que me aporte cosas en la vida. Por ello te dejo. Espero que me recuerdes con cariño, aunque tendrás que volver a contratar a la asistenta, tendrás que volver a hacer deporte si quieres volver a estar “presentable” en Internet y esas cosillas, pero… eso no será ningún obstáculo en nuestra amistad ¿verdad?

Y dicho esto, salió con una amplia sonrisa de alegría y un inmenso alivio en su interior. Curioso. Siempre había buscado al hombre perfecto sin darse cuenta que lo que realmente necesitaba era aceptarse y quererse a sí misma. El amor, vendría después, con alguien que la complementara, no que la anulara.

Desde allí se fue derechita al mercado a comprar manzanas. Nunca las había probado, por lo de la herencia familiar. Mmmmm ¡Deliciosas! Las manzanas estaban deliciosas. Lo que no es bueno para una persona, puede ser bueno para otra y al contrario.

Finalmente, decidió poner una pastelería donde la especialidad era la tarta de manzana. Allí conoció a Javier. ¿Guapo? Depende con quien se compare. Para ella, el mejor. ¿Alto? Depende con quien se compare. Para ella, perfecto. ¿Su media manzana? Parecía ser que sí.


(Dedicado a amigas algo perdidas y a amigos con sentido del humor. Ellos me entienden.)


25 comentarios:

  1. Qué historia, Margarita! Ole tú y Blancanieves
    III!

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  2. Qué historia, Margarita! Ole tú y Blancanieves
    III!

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  3. Me gusta esta blancanieves! besitos amiga

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    1. Muchísimas gracias, ja ja. Esta Blancanieves es muy molona ¿verdad? Muchos besos :)

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  4. ME EN-CAN-TA!!!! Siempre me quedo con una gran sonrisa de satisfacción al leerte! Pero libro de cuentos ya!!!!!

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    1. Ja ja ja, ¡gracias Inés! Uf, prontito, prontito. Muchos besos preciosa :)

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  5. Hola!!! Que belleza de historia! Me encanta esta nueva blancanieves!!
    El último párrafo fue mi favorito, un resumen estupendo de lo que es jaja me hizo mucha gracia la frase "su media manzana" jaja y lo de guapo es muy cierto, depende de quien lo mire. No?
    Un beso y que andes bien!

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    1. Muchas gracias Mayra, me alegro muchísimo que te haya gustado. Siiiii, los tiempos van cambiando, ja ja. :)

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  6. que gran historia y me ha encantado ese humor con el que cuentas las cosas!!! Ole tu Margarita!!! Me ha encantado leerte:)
    Un abrazo

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    1. Ja ja ja, muchísimas gracias Leire, encantadísima. Por aquí verás de todo, con más sentido del humor, y con menos, pero... me encanta tomarme la vida con humor, eso sí. Muchos besos :)

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  7. Que imaginación la tuya, me ha encantado un montón esta historia!
    Que bueno que esta Blancanieves se ha dado cuenta a tiempo con quien andaba jajaa!
    saludos bella

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    1. Muchísimas gracias, uf, sí, menos mal que se dio cuenta, que si no, no veas, ja ja. Muchos besos :)

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  8. Madre mia menuda historia.... con lo de los 14 hijos yo ya he tenido bastante, pobre blancanieves.... y para mi es mi princesa favorita y eso que es de las más machistas, pero bueno de pequeña eso no lo ves.

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    1. Verdad. De pequeña lees los cuentos y tu imaginación vuela, pero cuando creces miras atraś, y claro, eran otros tiempos cuando se escribieron Blancanieves, o la Cenicienta. Menos mal que ahora todo es distinto al menos la mayoría de las veces. Muchos besos Silvia :)

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  9. Jajajaj no puedo creer que me leí todo el post. Me muero de risa con lo de que la madrastra murió al saber de los 14 hijos de Blancanieves I . Y además los 7 amantes libidinosos de la II. Y la Blancanieves III es una mujer más moderna y ajustada al a realidad. Yo conocí muchos hombres por internet que mentían sobre su estatura, como que les da pena decir que no son tan altos. Tremenda decepción se lleva uno cuando los ve frente a frente!

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    1. Ja ja, gracias Claudia. No he podido resistirme hija, es que no dejo de ver y escuchar cada cosa que te caes de espaldas, y se me ocurrió esta versión. Me cogió el cuerpo así, ja ja. Muchos besos amiga :)

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  10. ¡Hola!
    anda, pues a sido divertido jajaja A veces me gusta leer versiones personalizadas de cuentos de mi infancia!
    ¿14 hijos? son demasiados (mi abuela tenía 16 hijos... jajaja)
    Suerte que a ella no le afectaron las manzanas!

    Un beso! :D

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    1. ¡Hola Sonia! Pues síiii, nuestras abuelas tuvieron un montón de hijos, ¿verdad? Uf, ¿te imaginas? Yo no puedo, tengo dos, y a veces me vuelven loca, ja ja. Un beso Sonia :)

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  11. Me ha gustado esta faceta de Blancanieves, muy creativa y original.

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  12. Jajajaja #verdadverdadera.. me encantaría poder leer más historias después de aquel "y fueron felices y comieron perdices" en parte porque a mí la perdiz como que no, pero acabar con el "fueron felices y comieron chuletones a la brasa" no queda muy fino, ¿o sí? Me ha encantado, en serio. Un beso

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    1. Ja ja , ¡pues a mi me gusta eso de "fueron felices y comieron chuletones a la brasa! ¿Te imaginas? Pues sí, yo creo que con todas las realidades que tenemos a nuestro alrededor, hay que tener sentido del humor, y como tú bien dices... habría que ver más de una historia tras el supuesto final feliz. Un beso y muchas gracias Vanesa. Me ha encantado tu comentario :)

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  13. ¡Pero qué maravilla de relato!! ;D
    Me ha encantado y sobre todo los detalles que aportas, son muy divertidos. Mi favorita Blancanieves II, creo que he relacionado algunas cosas de ella conmigo..jaja
    Y a la pobre Blancanieves III el principe también le salió rana (¿O eso era de otro cuento?) ;p Menos mal que conoció a javier..
    ¡Un beso!

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  14. Waao maravilloso relato y real fantasioso ... Diversión asegurada para quien lo lee ... Jajajaj

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