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Yo te cuento

miércoles, 30 de diciembre de 2015

Propósitos de año nuevo



Aún recuerdo cuando de niña pensaba que en el año 2000 llevaríamos sombreritos de aluminio y hablaríamos lenguas exóticas.  Pensaba que a estas alturas seríamos más inteligentes, más altos, más guapos… Imaginaba que los coches se elevarían sobre el suelo y que nos teletransportaríamos. Es evidente, que me equivoqué de todas todas, ja ja, y en algunos casos me alegro, que menudo mareo sería.

Se nos acaba el 2015. Ha sido un año muy intenso. Para mí el 2015 ha sido un año de doble filo, una cara y cruz de la moneda de la vida. Por una parte, ha supuesto la “recuperación” de una persona que quiero muchísimo y que llevaba dos años luchando contra una enfermedad muy cruel. Doy gracias por ello.

Por otra parte, seres muy queridos para mí, lo han perdido todo. Todo. Han sido muchos los que han partido, algunos por sorpresa, otros tras una lucha valiente y por desgracia, sin éxito. Personas que partieron dejando vacíos abismales en los corazones de quienes les querían.

(Entre ellos estabas tú grandullón. Grandullón de corazón y también de cuerpo, pero con la inocencia y espíritu de quien comienza en la vida, de quien apenas ha empezado a vivir. Te fuiste, te arrancaron de esta vida con tan solo 19 años. Sin más, sin previo aviso, desgarrando con tu marcha muchos corazones, marcando a fuego el de tus hermanos, y rompiendo en millones de pedacitos dolorosos el de tus padres.)
  
Tras todo lo vivido en este año, por lo luchado, por lo sufrido, por lo ganado, por lo perdido… ¿Propósitos sinceros para este año que ahora empieza? Tan solo uno.

 VIVIR.

Encontrar un hueco en el espacio diario, un hueco sincero conmigo misma, escuchar música, leer, y una de mis favoritas, dar largos paseos, de ésos que mi primo Enriquito define como … “esos en los que disfrutas del silencio que te habla”.

Buscar tiempo para respirar, tomar aire y distancia. Incluyendo este blog.

Entré en esta aventura en un momento de mi vida en que estaba deshecha y necesitaba sentir que “vivía”. Quizás por ello perdí el miedo y decidí abrir Pergamino de sueños escritos. Durante el transcurso de estos seis meses, habéis sido muchos los amigos que habéis entrado en mi pequeño mundo paralelo.  Algunos os habéis quedado, y eso me ha aportado mucho regocijo, pues soy bastante consciente de lo humilde de este blog.  

Disfruto escribiendo cuentos y que al compartirlos, llegue a gustar a algunos de ustedes. Mientras tan solo algunas personas visiten con asiduidad mis sueños escritos… merecerá la pena intentar mantenerlo. Aprovecho por tanto la ocasión para agradecer a esas personas que entran de forma continua a visitarme, algunas se atreven a comentar, otras comparten, otras solo leen, pero lo cierto es que gracias a ello me crecen las alas para continuar creando sueños. Gracias a estas personas, gracias a vosotros, gracias a ti, sigo en esta locura.

Quizás en el nuevo año las entradas disminuyan. Este ritmo de tres o cuatro entradas a la semana comienza a superar mi imaginación que empieza a protestar como un dragón herido. Así que quizás frene un poco, el tiempo y mis duendes mentales lo decidirán.

Continuaré intentando aprender algo de quién sí sabe escribir. Continuar en el taller de escritura y disfrutar al máximo de cada segundo vivido en él, compartiendo aprendizaje y risas con mis compañeros y sobre todo, disfrutando al máximo de su talento.

Pero sobre todo, dedicaré cada fragmento posible a estar con los que quiero. Con mi familia, con mis amigos. Con las personas, que siempre gozan de prioridad en mi corazón.  

En fin, amigos, no me enrollo más. Simplemente, te invito a mostrar tu valor y que me cuentes cuáles son esos propósitos que tienes para el próximo año. Desearte mucho éxito en tu misión y animarte a ello con fuerza. Que no sabemos cómo irá el país en muchas cuestiones, que no sabemos cuál loco se volverá el mundo en temas belicistas y terroristas, que desconocemos si el Universo nos enviará algo bueno, inmejorable o por el contrario, ruin. Pero lo que sí sabemos, lo que sí debemos tener claro, es que hay que tener sueños, los escribas o no, para intentar cumplirlos dentro de tus posibilidades. Espero para conocer los tuyos.

Un beso muy fuerte y ¡¡¡FELIZ AÑO 2016!!!





martes, 29 de diciembre de 2015

Instrucciones para salvar el mundo


Hola amigos, aquí estoy para compartir con vosotros "Instrucciones para salvar el mundo".

En este año que termina, hemos vivido de todo, así que tal vez os parezca irónica, pero me pareció que por su titulo era muy apropiado para las fechas :)

Los que ya me conocéis os habréis dado cuenta que no suelo hacer reseñas de libros precisamente actuales. Tengo en casa un montón de libros que aun no he podido disfrutar, y ahora, tal y como lo voy haciendo, os voy contando. Algunos de ellos, como este libro de Rosa Montero, es un libro que vio la luz hace ya años, pero en tus manos dejo si quieres leerlo en caso de que no lo hayas hecho ya.

En caso de que ya lo hayas leído, te agradeceré tu comentario al respecto, me interesa tu opinion. 

“Cuatro personajes inmersos en la apocalíptica modernidad de una gran urbe verán cómo se cruzan sus destinos. Un taxista viudo que no supera la pérdida de su mujer, un médico desencantado, una prostituta africana aferrada a la vida y una vieja científica protagonizan esta novela urbana, sobre un trasfondo vertiginoso de asesinos en serie, amas sadomasoquistas un tanto estrafalarias y pequeños prodigios. Una historia de esperanza, una tragicomedia que se mueve entre el humor y la emoción. Una intensa e hipnótica novela desde la primera hasta la última página.”

domingo, 27 de diciembre de 2015

Un lugar



Mario tiene la mejor mochila del mundo, compañera, apoyo, portadora de sueños y posesiones. En ella cabe de todo, salvo un lugar propio donde poder dejarla y dejarse a sí mismo.


Mientras hace camino, conoce corazones, sueña magia en los lugares, establece sus propias fronteras. Mientras tanto aparezca el que sea “su lugar”, continuará su búsqueda añorada, que la mochila ya pesa, y la soledad… más. 


viernes, 25 de diciembre de 2015

Mora

Almudena se había levantado bastante temprano, hoy tenía una visita especial, debía de trabajar con un grupo que venía a visitar su amada Mezquita desde muy lejos. Intentaría, como hacia cada vez que mostraba el alma de este monumento, transmitir lo que representaba al milímetro. Siempre disfrutó con su trabajo como guía turística, pero desde que fue encomendada con exclusividad a La Mezquita era feliz. Este lugar le transmitía una paz y una seguridad indescriptibles.  

El grupo la esperaba a la hora fijada y ella saludó a todos y comenzó el recorrido. Todos la escuchaban, pero había alguien en el grupo que la estaba poniendo algo nerviosa. Era un hombre de piel morena y ojos grandes y oscuros. La miraba imperturbable, como si la conociese. Su mirada no se despegaba de ella ni un solo instante...

miércoles, 23 de diciembre de 2015

Angeles en las alturas

 

Aprovecho este pequeño rincón para desearte Feliz Navidad. Desde aquí te envío mis mejores deseos, y me gustaría compartir contigo esta imagen, símbolo de lo que representa realmente el espíritu navideño, la esperanza de un Salvador, la calidez de una familia y la ilusión de los presentes de aquellos que nos quieren. Presentes que espero que estén repletos de paz, salud y amor. 

En algunos hogares habrá sitios vacíos en la mesa, al igual que habrá familias que no tengan "mesa". Desde aquí, solo puedo pedir a todos aquellos que tenemos la inmensa suerte de contar con nuestra familia junto a nosotros, que disfrutemos de cada instante junto a ellos. 

Os dejo con "Angels we have heard on high" (Ángeles que escuchamos en las alturas), interpretado de una forma muy alegre y original por estos artistas maravillosos,  "ThePianoGuys". 

Espero que os guste y que paséis unos días entrañables en compañía de los vuestros. Un beso desde el corazón de Pergamino de sueños escritos.



                


¡¡¡¡¡FELICES FIESTAS!!!!

martes, 22 de diciembre de 2015

Tal vez...

Todo cambia, inexorable, conforme va transcurriendo el tiempo. Por mucho que insistamos en lo contrario, la vida nos va transformando, a veces a su antojo, a veces al nuestro.

Tan solo hace unos años, era joven. Aun lo soy. O tal vez, no.  Recuerdo con nitidez aquella época ahora tan lejana en la que mis días pasaban apacibles sin hacer nada, relajado, reposando ni tan siquiera recuerdo de qué.

Recuerdo aquellos días en los que, tal vez, fui feliz. El sol acariciaba mi piel, la tierra me proporcionaba lo que necesitaba para crecer, para vivir.
Tal vez soñaba con demasiadas aventuras de conocer mundo y sentir aquello que a otros había escuchado. El despertar a la vida, a la magia, a la madurez, el saber que mi tiempo había llegado.

Tal vez ahora, en plena madurez, he descubierto que no era lo que yo esperaba, que quizás debí recrearme más en aquella otra época.
Tal vez... tal vez...

Y ahora, en el momento de mi plenitud, veo a diario como me observan con ojos golosos, libidinosos, ansiosos de probar mi esencia...

Tal vez no debería pensar tanto. Tal vez solo debería seguir aquí, sin más. Tal vez... debería recordar que tan solo soy… un melón en mitad de un melonar.


¿Ves? Todo es relativo, ¿a qué ahora tu vida te parece mejor aunque no te haya tocado la lotería?


sábado, 19 de diciembre de 2015

El cesto de los deseos

Desde el pequeño corazón que se esconde tras Pergamino de sueños escritos, quiero felicitarte con mis mejores deseos. 

Yo solo te deseo que en estos días llenos de luces, guirnaldas, árboles decorados, pequeños nacimientos, y deseos en el aire, sonrías todo lo posible, sueñes con promesas que intentarás cumplir, y perdones aquellas no cumplidas. Que tu corazón albergue lo mejor, que comprendas la suerte que tienes por formar parte de este loco mundo. Que mires a tu alrededor y haya alguien que te extienda los brazos o te bese. Que encuentres consuelo para aliviar el dolor que pueda quitarte el sueño y un motivo para continuar un camino. 

Yo te regalo un cuento, porque es época de sueños. 


EL CESTO DE LOS DESEOS 

Los ancianos de la aldea de Tumakina, al norte del gran monte que arroja fuego, guardan un secreto singular. De generación en generación, los más longevos de la tribu se reúnen en torno al gran fuego de la vida y discuten sobre las leyes no físicas.

Bajo un techo de estrellas fugaces, arrojan las ramas que los abetos del bosque encantado pierden al llegar la primavera. En Tumakina las estaciones se suceden a su antojo. Esas ramas caídas dejan un lecho de hojas que en el invierno acogen bajo su calidez a las almas doloridas, mientras que con el frío del verano se congela el virus travieso que intenta robar el espíritu de las virtudes. Un otoño  floreciente deja que el rastro de los sueños posibles encuentren su camino, y de esta forma, el gran fuego de la vida prende con fuerza iluminando ese cielo de estrellas fugaces.

Los ancianos portan las túnicas sagradas, ribeteadas con los distintos colores de las ilusiones infantiles y las promesas por cumplir de los luchadores y poetas.

Sentados todos ellos en torno al fuego, unen sus manos enlazados en un círculo sin fin portador de magia.

- Los humanos son débiles. No han seguido los consejos de nuestros antepasados y han dejado de respetar las tradiciones. Ya no ven al halcón de alas de fuego, ni disfrutan del beso de la joven brisa, no son dignos del ardor de la vida.
- Démosles una última oportunidad. Enviemos a un enviado que les recuerde las enseñanzas de los ancestros.

El más joven de los ocupantes del círculo se puso de pie y con la mayor dignidad posible, elevó un cántico al cielo, abriendo sus brazos al firmamento. Un gran águila imperial descendió de las alturas portando un objeto en sus manos. Un pequeño espejo con marco de plata. 

- Sea pues si éste es el objeto elegido por los ancestros. Bendigamos nuestra suerte y enviemos este objeto al lugar indicado para saber si esa raza merece continuar su existencia y ser dignos de nuestro regalo.
- El objeto deberá ser portado por uno de los espíritus de las virtudes de la casa encantada.
- Hemos de elegir bien. Ha de ser un espíritu que no puedan descubrir. El propio reflejo del espejo a través del poder de Tumakina nos mostrará su realidad.  

Y así fue como aquél espejo llegó al mundo de los humanos. Y fue pasando de mano en mano. 
De una princesa árabe a un mercader de alfombras.
De un mercader de alfombras a una mujer del desierto.
De esa mujer del desierto a un soldado extranjero.
De un soldado extranjero a su hija pequeña.
De una hija pequeña a su amigo huérfano.
De un amigo huérfano a una abuela solitaria.
De una abuela solitaria a un joven vendedor de libros. 
De un joven vendedor de libros a su hermana enferma.
De una hermana enferma a un traficante.
De un traficante a un contador de cuentos.
De un contador de cuentos a un coleccionista de antigüedades.
De un coleccionista de antigüedades a una niña pequeña.
Una niña pequeña que besó el frío cristal antes de susurrar en él una hermosa canción y ofrecerlo a un solitario y misterioso hombre con túnica ribeteada con los distintos colores de las ilusiones infantiles y las promesas por cumplir de los luchadores y poetas.

Los ancianos de la aldea de Tumakina, al norte del gran monte que arroja fuego, presentan un objeto singular. Un espejo con marco de plata arañado y cristal oxidado. Tras pronunciar las palabras mágicas, las fuerzas de la naturaleza confluyen en él y muestran su secreto. Ante los ojos y almas concentradas de los longevos miembros de la tribu, una tras otra van apareciendo las imágenes que el espejo ha visto.

Los sabios se miran unos a otros. El espejo les ha mostrado dolor, mentiras, enfermedad, soledad… y a la vez generosidad, fuerza, iniciativa…

- Los humanos son demasiado cambiantes, egoístas, vulnerables...

Una canción empieza a sonar acompañada de una calidez hermosa. Es el beso de la niña a la superficie del cristal mientras tarareaba una hermosa canción de amor y consuelo a un desconocido… y nuevas imágenes aparecen en el reflejo de sentimientos.

- Es hermoso. Muy hermoso.
- Es la calidez humana. Son emotivos y están dotados de una fuerza sobrenatural para afrontar las vicisitudes… y para amar. Merecen el cesto de los deseos como regalo de los ancestros.
- ¿Incluida la magia de la Navidad?
- Sobre todo, la magia de la Navidad. Porque en cada entrega de amor, en cada sonrisa de apoyo, en cada abrazo sincero… están creando la magia que alimenta los sueños que sostienen este lugar.



jueves, 17 de diciembre de 2015

Cuento de Navidad

Creo que todos hemos escuchado hablar de “Dickens”, sobre todo, en estas fechas. El autor de “Grandes Esperanzas”, “Historia de dos ciudades”, “David Copperfield”  y de “Oliver Twist” tuvo una recopilación de obras en su haber mucho más extensa. Papeles póstumos del Club Pickwick, Una casa en alquiler, Nuestro común amigo, Nicholas Nickleby, Barnaby Rudge, La casa lúgubre, El grillo del hogar, El misterio de Edwin Drood, Estampas de Italia, El guardavía…

Y por supuesto, el famoso “Cuento de Navidad”, (A Christmas Carol), novela corta donde Dickens nos mostraba ese cuento protagonizado por tres fantasmas que visitan al avaro Sr Scrooge en Nochebuena.

Este cuento nacido en la época de la Inglaterra Victoriana, a mediados del siglo XIX, fue aclamado y recibido con interés. Hablamos además de una sociedad que añoraba en cierta formas las antiguas tradiciones navideñas. El propio Dickens tuvo una infancia dura y dolorosa que motivó y mostró en algunos de sus personajes una realidad desconcertante e intimidatoria.

Cuando él era niño, su padre fue encarcelado por deudas impagadas y se vio obligado a trabajar en una fábrica de calzado, descubriendo en su propia piel el  horror de una sociedad pobre y humilde...

martes, 15 de diciembre de 2015

Algún día



¡Ana siempre dice que los proyectos son lo mejor que una persona puede tener! Tener proyectos es maravilloso, te hace ver lo que harás mañana… algún día iré, algún día visitaré, algún día cumpliré mi sueño, algún día…


Ana es una mujer fantástica, bueno, lo era. Se me olvidó deciros que murió demasiado pronto. Tenía noventa y cinco años, pero aún no había tenido tiempo para ese… “algún día”. 

(Siempre se ha dicho... "No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy" Ahora entiendo por qué )

domingo, 13 de diciembre de 2015

Reina sevillana

Existe la leyenda, de que en las noches de luna llena, se escucha un cantar que se mece con suaves ritmos sobre las aguas frescas del Guadalquivir.

Existe la leyenda, de que en las noches en que los amantes se devoran, Sevilla canta a su amada sus deseos y le hace promesas de amor eterno. 

Existe la leyenda, de que entre los naranjos cercanos, se escuchan palabras susurrantes que alegran su alma dormida y le devuelven su esplendor.

Has cautivado el alma de Sevilla, reina de ojos negros, has despertado sus sentidos dormidos, sus anhelos profundos, las musas de su inspiración. Dormida en la Catedral de Santa María de la Sede, reina absoluta y magnífica, llenas de esperanzas su cielo, su suelo, su ser.

Fuiste reina mora, sublime y etérea, minarete de la mezquita aljama, hasta que la historia jugó contigo, y alzó tus brazos al cielo, dando vida en tu seno a campanas cristianas, y haciendo sentir a Sevilla celos del Giraldillo que te engalana.

Tu silueta vertical llamaba a la oración antaño, y al sueño en nuestros días, inspiradora por tus vanos enmarcados de arcos lobulados, jugando con las luces y sombras del porvenir y sirviendo de inspiración en tierras lejanas.

Te imagino desnuda de alma, vestida con un largo traje blanco y plateado como la luna, pero con el fuego del sol de Andalucía en el corazón y la mirada… te siento suya, te siento parte de su alma, embrujo de sus noches y alianza de su mañana.


Existe la leyenda de que La Giralda ha seducido el alma sevillana. 


viernes, 11 de diciembre de 2015

Pesadilla

Juan subía la escalera con sumo cuidado, sabía que el más mínimo ruido podía alertarle. Tenía que ser cauto al subir hasta la torre. A cada paso que avanzaba los escalofríos recorrían su piel, tenía la desagradable sensación que tras él había alguien, ese cosquilleo en la nuca, esa sensación palpable de que alguien iba a cogerle de la ropa desde la espalda o agarrarle del pelo.

Las piernas le temblaban mientras ascendía. Casi había llegado, podía ver como la luz atravesaba el bajo de la puerta. Con un traicionero temblor de manos, palpó el frío pestillo para abrir la dichosa puerta. Oh, no. ¡No podía ser! ¡El pestillo se había atascado! Podría intentar forzarlo, pero en ese caso haría mucho ruido y podrían oírle. Necesitaba más luz y tranquilizarse. El éxito de su misión se basaba en que consiguiese llegar a la torre sin ser escuchado, silencioso, casi ausente… como él.

miércoles, 9 de diciembre de 2015

El examen

Confieso que hoy ha sido complicado levantarme. Los exámenes finales siempre fueron mi pesadilla más atroz, el muro más infranqueable. Sin embargo, hoy parecen haberse conjugado los astros en mi contra, pues los exámenes no son lo único que me causan asfixia. Mi sudadera de la suerte no está lavada.

- ¡Mamá! - grito con toda la fuerza de mi nerviosismo. - ¿Dónde está mi sudadera del Campus? ¡La necesito hoy sin falta!

El bello rostro de mi madre asoma por la ventana con una sonrisa que podía deslumbrar a un ciego. Oh, oh, mala señal.

- ¿Me creerás si te digo que pensé que la había lavado? Puedes ponerte la camisa blanca, te hace parecer muy formal.
- Odio la camisa blanca mamá. Parezco un pijo de capirote, ¡todos me mirarán!
- No seas tonto Tomás. Con la camisa blanca estás de escándalo.

Media hora después, salgo por la puerta de casa, con cara de pocos amigos, el vaquero que me aprieta el estómago, y la dichosa camisa blanca. No puedo dejar de pensar que mi madre ha urdido este plan a propósito. ¿Qué niño de once años va al cole con camisa?

Enderezo la espalda y me apresuro. Hoy es un poco más tarde. El ruido conocido del viejo motor del autobús escolar se aleja en lugar de acercarse. Apresuro el paso hacia la parada, ya está a la vuelta de la esquina. Al girar, observo incrédulo como el culo del autobús se aleja y corro despavorido agitando los brazos hasta donde me es posible con esta dichosa camisa.

¿Puede empeorar algo más? El examen es dentro de veinte minutos y yo estoy muy lejos aun del colegio. Empiezo a correr. Por suerte, si conseguí ponerme mis zapatos de deporte. Empiezo a correr y siento que estoy liberado del peso de la mochila. Freno y observo como mis cosas están esparcidas por todos lados. ¡La dichosa correa de mi vieja mochila se ha roto! Ahora si que siento ganas de llorar.

- ¿Tomás? ¿Qué te pasa, hijo?

El señor Juan, vecino del barrio que pienso está cerca de cumplir los cien años, me mira con cara compasiva.
- Se me rompió la mochila. ¡Y tengo un examen! ¡También perdí el autobús!

El hombre mira a su alrededor y saca una bolsa de plástico del bolsillo trasero de su pantalón. Esto debe ser una broma.

- Mete aquí tus libros.

Me enseña orgulloso una bolsa que tiene un agujero inmenso en la esquina. Siento el sudor en mi frente y en mis axilas, pero no me puedo poner tiquismiquis.

- Gracias señor.

Como puedo, meto mis libros en aquella bolsa rota y coloco mi lápiz y mis bolígrafos en el bolsillo de mi camisa, el botón no les dejará salir. Por fin encuentro una utilidad a esta incómoda cosa.

De nuevo, vuelo hacia el colegio. A unos cinco minutos escucho el sonido de la sirena e intento acelerar, pero mis piernas no me responden.

Diez minutos después llego a clase. Empujo la puerta de clase y todos me miran sorprendidos y arrancan a reir a carcajadas. Todos, menos la señorita María. Ella permanece seria y se acerca con rapidez hacia mí.

- ¿Has tenido un accidente Tomás?

Durante un instante pienso en mentir, pero luego recuerdo que María conoce al señor Juan y también a mi madre. Igual no me conviene empeorar las cosas.

- Perdí el autobús. Y se rompió mi mochila.
- Y se estropeó tu camisa blanca – me susurra.

Miro hacia donde los ojos de la profesora dirigen su mirada y compruebo como una inmensa mancha azul se extiende por toda la superficie de la camisa favorita de mi madre. ¡Lo que faltaba! Ahora sí que siento deseos de llorar. Imagino mis pintas con esa mancha, el sudor en la camisa, los libros en una bolsa raída de plástico...

- Por favor seño, ¿puedo hacer ya el examen?
- ¿Examen?
- ¡El examen de mates! - termino gritando.
- Hoy no es tu día Tomás, está claro. El examen se pasó a mañana. ¿Es que no escuchas en clase?

Genial. Al menos mañana no podré volver a ponerme la camisa blanca. 




lunes, 7 de diciembre de 2015

Cuentos mínimos

Ya llevaba tiempo queriendo hablaros de este libro. Me gusta mucho leer, y si bien no tengo demasiado tiempo, leo cada vez que puedo. Pero os confieso, que no había leído ningún libro de “microrrelatos”.

Creédme amigos, es un arte que su autora, Mª José  Barrios, consigue a la perfección en este compendio de historias contadas de la forma más breve y tácita posible, certeras, directas e insuperables.  

El año pasado, hablando con una  amiga, ésta me sugirió la idea de escribir más en serio. Recuerdo que le dije que no sabía bien cómo hacerlo, que no tenía técnica ni estilo. Entonces ella me habló de un taller de escritura en Sevilla, donde su profesora, Mª José Barrios, contaba entre los talleres que ofertaba el de escritura creativa. Fue entonces cuando me dejó este libro para que lo leyese y pudiese acercarme por así decirlo a la autora.

Me encantó. Me gustó tanto que decidí inscribirme en el taller. (Aunque ello no me haga escribir como ella, me temo que eso se lleva o no se lleva más que se aprende, ja ja)

Mª José es licenciada en Comunicación Audiovisual y ha completado un máster en escritura de guión para cine y televisión y otra en teoría de la literatura. Pasó cuatro años y medio en Reino Unido, trabajando y tomando cursos de traducción literaria y escritura creativa.

A lo largo de los últimos diez años ha obtenido una docena de premios y menciones literarias, que se traducen en otras tantas pequeñas apariciones en libros colectivos.

En 2009 publicó Cuentos Mínimos, algunos de cuyos relatos fueron recogidos posteriormente en un par de estudios y antologías de microrrelatos.

Podría seguir hablando mucho más de la labor de Mª José, pero prefiero simplemente invitaros a leer este maravilloso libro. Es más, os hago una sugerencia si me lo permitís. Saborear cada línea. Leer cada historia y reflexionar sobre ella, pues ocultas tras las palabras hay sentimiento, fuerza y realidad.

De entre todos los microrrelatos del libro tengo mis favoritos… “Quijote”, “Celos”, y “Mujer devorando una pantera”, entre otros. Aquí comparto uno de ellas con vosotros, con todo mi cariño y admiración hacia Mª José.  

Mujer devorando una pantera. (Del libro Cuentos Mínimos)

Y se levanta, y el corazón del animal aun palpita entre los despojos, y ella hace ademán de limpiarse -  la boca, el rostro, los brazos, el pecho -, pero decide quedarse quieta y contemplar la escena un rato más.
Un minuto, quizás dos, y luego volverá a sus quehaceres diarios – la comida, la ropa, la compra, los niños -. Nada de eso importa ahora que sabe de lo que es capaz.


María José Barrios 



sábado, 5 de diciembre de 2015

Dedicado a tí



Hola amigos, ¿Qué tal? Hoy no voy a contaros un cuento, ni tampoco haré comentarios sobre un libro que ya he leído o tengo ganas de leer, hoy voy a compartir con vosotros una vivencia, una situación real.

En estos días pre navideños, los hogares comienzan a engalanarse. Las miradas de los niños brillan con más intensidad, empiezan a pensar que podrá traer consigo en la espalda Papá Noel para aquellos que sean visitados por este entrañable anciano… qué puede ser aquello que les entretenga (durante unos instantes) de lo que en realidad tienen en mente… es decir, la llegada de sus Majestades de Oriente.

Las tradicionales comidas y celebraciones junto a los familiares y amigos empiezan a llenar nuestros calendarios de cruces rojas. “Este día como con…”, “Este otro he quedado con los compañeros de trabajo”, “Este he quedado con mi amiga Pepita”, “Este tengo que ir a hacer las compras”, “Este lo reservo para ir organizando la cena de Noche Buena”, “Este…” En fin. Diciembre está lleno de “Estes”

Pero hoy, mi entrada no va dedicada solo a los momentos dulces que podemos ver en cualquier película navideña, o leer en los cuentos de Dickens. Hoy va dedicada a esas personas que desean con fervor que llegue el 7 de enero. Algunas de ellas, y tienen todo el derecho del mundo, tienen este deseo tan solo porque no les gusta esta época del año. Los respeto.

Pero luego están los otros, y con ellos, me solidarizo y brindo mi apoyo y mis mejores deseos. Me refiero a aquellos que no tienen un puesto laboral y ya saben, que ni el anciano entrañable, ni sus Majestades de Oriente, ni tan siquiera alguno de los pajes que los acompañan, llegarán a casa para que sus hijos tengan un regalo.

Me refiero a aquellos que tienen un vacío en sus mesas, un vacío grande e inmenso como un abismo que te ahoga y te destroza por dentro.

Esas personas a las que les han arrebatado con fuerza y terror a sus seres queridos. Esas personas que fueron arrancadas a través del terrorismo, o aquellas que tienen familiares y amigos inmersos en una zona de luchas y guerras. Vivimos en una época y una sociedad que comprende individuos que entran armados y sesgan la vida de quién se les antoje sin más, incluyendo lo último acontecido, asesinar a sangre fría en un centro de discapacitados. Está claro que se ha perdido el norte.

Hoy, ahora, sin embargo, me voy a referir a las gentes de tu entorno, quizás de tu mismo barrio, de tu vida.

Amigos míos muy, muy cercanos, en este año 2015, han perdido a su padre, su marido, a un cuñado, a un hermano… y a un hijo. Especialmente a ésta última y a su marido, a esos dos grandes amigos míos, y con todo el respeto del mundo hacia los demás, dedico esta entrada con todo mi amor. Estas persona únicas que acompañan a sus otros dos hijos a “ver la Navidad”. Hay que tener unas agallas y un coraje muy grande para hacer eso mientras todo su ser llora angustiado la pérdida del que se fue. Hay que tener una fuerza sobrenatural, hay que ser “muy buenos padres” con los que aún están.  

Por ellos, amigos, con todo el respeto del mundo… Recordar y sentir a los que se marcharon, porque ello os honra. Revivir los momentos compartidos, porque ello os dará algo de consuelo, pero sobre todo, disfrutad de los que están aquí, disfrutad de las personas que queréis y están a vuestro alrededor. Sentir junto a vuestro corazón aquellos que en este instante reclaman un poco de vosotros, aquellos que también perdieron y recuerdan en estos días. Aquellos con los que podéis crear bellos recuerdos, y compartir vuestra vida.

Muchos besos para todos y mis mejores deseos, no solo navideños, sino de vida, pues al fin y al cabo la Navidad tan solo ocupa un mes de los doce que tiene el año. Por último, permitidme un último consejo. Aprovechad cada instante que podáis para estar con los vuestros. Crea sueños con tus hijos, recorta, colorea, crea cuentos, ve películas hermosas, pasea y disfruta del alumbrado, sueña, vuelve a ser niño. Propicia momentos románticos con tu pareja, visita y acompaña a los abuelos… y haz un huequito para tomar unas cervecitas con los amigos… Simplemente, tú que puedes, VIVE.









¡¡¡¡¡¡¡FELIZ NAVIDAD!!!!!!!




jueves, 3 de diciembre de 2015

Hojas de hiedra

Pequeñas como la palma de la mano de un bebé, sinuosas, suma de triángulos superpuestos, hoja fuerte y adherida a la pared que las sostiene, aquella que les otorga cuerpo y engrandece, mientras ellas cubren su ladrillo desnudo y transforman el aspecto de arcilla en alfombra verde y fresca.

Eres trepadora de sueños, conjugas tus hojas entremezclando y abrazando con fervor a quién te cobija, agarrando con fuerza e imprimiendo carácter y carisma, suave manto que relaja los sentidos y adormece el alma de quien lo necesita, elevando tus pequeñas hojas al viento y engalanando los sentidos.

martes, 1 de diciembre de 2015

La sombra del faro




La sombra del faro alarga su silueta, alerta e inquietante. El sol se oculta tras el horizonte y riega su estructura dibujando su figura contra la arena. A los pies de la misma, crece la leyenda… Los más ancianos del lugar aseguran que el faro tiene vida propia.

Roxana se baja inquieta de su vieja bicicleta repintada. Se le ha roto la pata de cabra y decide dejarla caer sin más. Durante un instante, observa como los radios de la rueda giran en una especie de círculo sin fin. 

En su espalda lleva su mochila vaquera, raída por un lado y con un pequeño agujero tapado con un parche de color rojo. Pero es su mochila de la suerte y no quiere desprenderse de ella. Saca su agenda y su lápiz y aspira hondo. Si consigue hacer un buen artículo la tomarán en serio en el periódico del instituto. Por ello, endereza su espalda, mira al cielo, cierra un instante los ojos, respira hondo de nuevo… y pronuncia sus palabras…”Aquí estoy, aquí voy”

La puerta estaba cerrada, tenía que haberlo previsto. Era gruesa, metálica y todo un obstáculo en su camino. Debía entrar como fuese y pasar la noche en aquél lugar para poder descifrar su enigma. Estaba obsesionada con aquél faro. “¡Ábrete maldita sea” piensa. Asombrada observa como la puerta emite un click y un hombre de unos cincuenta años, con barba inusualmente oscura y un chubasquero venido a menos, aparece al otro lado. 

- Pasa Roxana. Te esperábamos. 

- ¿Me esperaban? ¿Cómo sabe mi nombre?

El hombre sonrió. 

- Te esperamos el faro y yo. Te observo, paseas cada día bajo la sombra del faro. Además, mi hijo va al mismo Instituto que tú. Por eso se tu nombre. También se que quieres pasar la noche en el faro y escribir un artículo. Quieres demostrar que las leyendas del faro son inciertas. Siento desilusionarte. El faro si está encantado, pero solo lo mostrará a quién él quiera y cuando él quiera. Sube, tengo que mostrarte algo. 

En ese momento, Pedro, compañero de Instituto asoma la cabeza por la barandilla de arriba. 

- ¿Subís o qué?

Aliviada de ver esa cara conocida, Roxana comienza el ascenso. Al llegar ve una maquinaria moderna y sorprendida mira al supuesto farero. 

- Tengo una llave por si las “máquinas se estropean”. Como ves, no se me necesita aquí. Pero si vas a preguntar por el encantamiento… es cierto. Está encantado.

Roxana observa la cara de satisfacción de Pedro y entiende que le están gastando una broma. 

- ¿De veras? ¿Puede demostrarlo? 

El hombre no contesta. Se limita a mirar al mar, como si algo se le hubiese perdido. 

Un pitido intermitente comienza a sonar en uno de los instrumentos mientras que el faro va haciendo girar su luz reflejándola sobre el mar una y otra vez en un giro continuo. Una sombra enorme es alumbrada por esa luz. Una sombra que avanza lenta pero decidida hacia ellos. 

- ¡Hey! ¡Va a chocar contra nosotros! ¡Mire! 

El hombre mira hacia fuera y hace una señal a Pedro que activa una especie de alarma. Nada se oye, nada se ve, pero Roxana confía en que los del barco hayan percibido que van directos a las rocas que hay bajo el faro. 

Pero no es así. Se escucha un golpe fuerte, seco y todo tiembla bajo sus pies. Roxana cae al suelo, intenta sujetarse a algo… pero no encuentra a qué, siente algo frío y helado que la toca. Intenta gritar y nota angustiada que hay agua por todos lados. ¿Qué ha pasado? ¡Está en el mar! ¿Cómo es posible? No puede respirar, no sabe nadar… siente que es el fin… Busca donde aferrarse, donde cogerse. Pedro intenta sujetarla… pero se aleja en las oscuras aguas. Todo se vuelve negro. Todo se apaga. 



El sol la deslumbra. ¿Qué ha ocurrido? Tumbada sobre la arena caliente siente que el mar la mece. Intenta incorporarse y comprueba que está junto al faro. “Aquí estoy, aquí voy”

Se tambalea y consigue ponerse de pie. Un hombre se acerca a ella corriendo. Tendrá unos cincuenta años, una barba inusualmente oscura y un chubasquero venido a menos. 

- ¿Estás bien muchacha? ¡Pedro, hijo, corre! 

Le duele la cabeza, se endereza. Confusa mira el faro. Ahora no parece viejo, sino nuevo. Como si llevase poco tiempo en el lugar.

- Soy el farero y éste es mi hijo. ¿Cómo te llamas? ¿Cómo te encuentras?

Roxana no consigue hablar. 

- ¡Mira padre! – grita el chiquillo con la mochila de ella en la mano – Esto es de ella. Dentro tal vez lleve algo que nos diga quién es. 

El muchacho muestra al hombre su mochila de la suerte. Está rota, tiene un agujero en una esquina. 

- Por aquí tal vez algo se salió, pero no te preocupes. Tengo en el faro una tela roja muy bonita, le sobró a mi mujer de un vestido que se hizo hace poco. Ella sabe coser muy bien. Está dentro, si quieres, puedes pasar y ella te coserá un zurcido. Tal vez mientras recuerdes quién eres y cómo has llegado aquí. ¿Viajas sola? ¿Y tus padres?

El chico se acerca a ella. 

- Mi padre es muy hablador. Ya sabrás que me llamo Pedro. Pasa si quieres, este faro es una maravilla. ¿Sabes que las gentes del lugar dicen que está encantado? Aquí te pondrás bien pequeña, ya verás. Cuidaremos de ti. 

Roxana no puede articular palabra, no consigue emitir sonido alguno. Un trozo grande de hojalata apoyado sobre la pared del faro le devuelve su imagen y se detiene incrédula. Mira su cara, su pelo, sus manos, toca su cuerpo… todo está bien, todo salvo que es una niña de apenas tres o cuatro años. Un reflejo incide directo en sus ojos y mira hacia arriba, hacia el lugar de dónde proviene el resplandor. Allá, en la parte alta del faro, una adolescente le saca una fotografía.