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Yo te cuento

lunes, 31 de agosto de 2015

Trujillo


Trujillo, tierra de conquistadores y gentes de bien.

El pasado fin de semana fui cobijada entre las murallas y misterios de esta hermosa ciudad. Tuve la inmensa suerte de visitarla de manos de una andaluza afincada desde hace años en esta tierra. Desde aquí un beso de elefante para tí, Paqui Palmero, que has hecho las veces de anfitriona y embajadora, con tu sonrisa siempre por bandera y tu increíble forma de interpretar la vida como sayo.

En tres días, hemos visitado no solo Trujillo, sino también la cercana Cáceres, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1986. Pero ahora, querido lector, voy a mostrarte un cachito del corazón trujillano, dejando las mieles de Cáceres para otra ocasión. 

Nada más llegar a la ciudad de Trujillo, fui recibida por un caballero de porte abrumador. Francisco Pizarro se yergue impresionante a lomos de su caballo en la Plaza Mayor, presidiendo desde su posición todo el espacio, conquistando las miradas. 

sábado, 29 de agosto de 2015

Reflejos




Lucía caminaba por el mercado con el corazón acelerado, la hora de almorzar estaba muy cercana. Aceleró el paso todo lo posible y con rapidez llegó a casa. Entró como alma que lleva el diablo y dispuso ollas y cacerolas para la batalla.

Puerros, zanahorias, y legumbres caían una tras otra en un recipiente, mientras un trozo de ternera se disponía a zambullirse en otro. Con tanta prisa y vaivén, un cazo de aluminio cayó al suelo con gran estropicio y Lucía dio un grito asustada. Los ojos desencajados, la boca abierta, el corazón en los oídos.

Recogió el objeto de su infortunio y continuó con la tarea. Lola y Ernesto estaban a punto de llegar. Al colocar el cacito en la encimera, vio su reflejo en él y apenas se reconoció a sí misma. La vista cansada, ojeras, piel pálida… la culpa se la comía. Habían pasado muchos años desde que viviera la pesadilla, pero su mente se negaba a olvidar. A veces, durante la noche, despertaba envuelta en sudor e incluso llorando o gritando. Tenía sueños que se repetían trayendo a su memoria aquél horrible recuerdo de su padre, día tras día, paliza tras paliza. Su madre resistía, y ella, se escondía en el armario de su dormitorio y lloraba hasta caer rendida. Todavía, algunas noches, veía la gran mano de su padre levantarse como una guillotina en el aire.

Tal vez por ello no aceptase ver su propio reflejo, quizás porque se parecía físicamente a su madre, tal vez porque debió hacer algo que no hizo.   

Un ruido en la puerta la sacó de su ensoñación. Su hija, Lola, entró corriendo a abrazarla y se sentó dispuesta a comer. Había perdido peso su pequeña, debía ser el colegio, el estrés de los exámenes y las actividades. Por su parte, Ernesto se acercó a ella y miró las ollas y el desorden de la cocina. No dijo nada, pero su rostro se tornó serio.

El teléfono sonó y Lola acudió a cogerlo a la habitación de al lado. Ernesto aprovechó y sin piedad, propinó a Lucía una bofetada.

-No quiero volver a esperar para comer en mi propia casa. ¡Y arregla este desorden! Ya no te reconozco, te has vuelto holgazana. Mírate, pareces un estropajo andante.

Lucía se recriminó a sí misma por no haber sido más rápida. Ernesto tenía razón, ella se había dejado ir. Un pequeño ruido la hizo girarse y horrorizada vio a su hija, de pie, en el umbral, con los ojos desencajados, la boca abierta, y quizás el corazón en los oídos. Algo se rompió dentro de ella, aunque no sabía qué. Ernesto no era como su padre, él se enfadaba con motivos, él tenía razón, ella era torpe y mala madre, sólo ella era responsable de que su hija hubiese presenciado lo ocurrido.

Aquella noche no podía dormir. Así que cuando Ernesto se durmió, ella se levantó a prepararse una infusión. Al pasar por delante del dormitorio de su pequeña, escuchó sollozos. Despacio, abrió la puerta y pasó. La imagen que vio fue un retroceso en el tiempo. Su niña lloraba desconsolada, tapada por las mantas. Asustada, se acercó a ella y la tocó con suavidad. Lola emitió un pequeño gritito y enfocó la vista.

- Lo siento mamá. Tenía que haberte defendido. 

Algo estalló dentro de Lucía, algo profundo y poderoso. Con cuidado, como si su hija, fiel reflejo de ella misma, pudiese romperse cual cristal, la tomó en sus brazos y la guió hasta el espejo de la cómoda. Abrazadas, se colocaron frente a él.


-Mírate bien cariño. Mira lo hermosa que eres. Porque ni tú, ni yo, tenemos culpa de nada. ¿Entiendes? Somos víctimas, por fin lo entendí. Y ¿sabes? Yo no voy a seguir siéndolo más. Necesitaré ayuda, y la buscaré, pero creo que ya he visto demasiados golpes en mi vida y no voy a hacer lo mismo con la tuya. 


jueves, 27 de agosto de 2015

El ropero de las mujeres

“Dentro de veinte años, lamentarás más las cosas que no hiciste, que las que sí hiciste. Asi que, suelta amarras y abandona el puerto seguro. Atrapa los vientos en tus velas. Explora. Sueña. Descubre”  (La Porta de Manolo Martínez).

Hoy siento un grato placer al realizar esta entrada. Como ya sabes amigo lector, de vez en cuando hago mención relativa a libros que ya he leído o tengo sobre mi mesita de lectura pendiente. Hasta ahora, cada vez que te he mencionado alguno de ellos, he consultado reseñas sobre el autor, algo que me permitiese entrar un poquito en su mundo, y de esa forma, abrirte a ti una ventanita a través de la cual pudieses acercarte un poquito a él, a la persona que dio cuerpo y alma al libro que te propongo. 

Pero en este caso, no buscaré reseñas. Tengo la gran suerte, de contar entre mis amigos, al autor de este libro que se nutre de historias de toda índole, unas divertidas, otras críticas, siempre amenas y explícitas, un compendio de reflexiones sociales, políticas y humanas, que con seriedad y a la vez, mucha guasa, nos sumergen e invitan a pensar. Una serie de situaciones en las que tú mismo puedes estar inmerso, pues la vida es un barco en el que todos embarcamos, unos con flotador en la cintura y otros como expertos nadadores. Manolo Martínez ha sabido mostrar el yin y el yan, la cara y la cruz, regalándonos su punto de vista como columnista de Carmona Información, y también a través de su blog arriba mencionado, espacio que sigo con interés desde hace ya bastante tiempo, y cuyo enlace tienes dentro de mis blogs asiduos. 

Precisamente, leyendo una de sus entradas antiguas, que me gusta repasar de vez en cuando, fue cuando la lucecita intermitente de mi cerebro se quedó fija y me pidió hablar esta vez de un libro que leí, releí, guste, degusté, soñé y viví.

Te dejo, con todo mi respeto hacia el autor, dos historias escogidas al azar, pues siendo sincera, si tuviese que escoger mi historia favorita, no sabría decirte. Y desde aquí, Manolo, vecino, amigo, te pido un favor. Me encantaría hablar aquí de otro libro tuyo... y con tu imaginación y viveza... igual de magnífico que el primero. (Espero una novela tuya)



HAY UN CIEMPIÉS EN MI CAMA

Yo siempre respeté su intimidad. Nunca abrí sus cartas, ni su e-mail, ni hurgué en las llamadas de su móvil. Jamás miré, hasta aquella tarde, en el altillo de su ropero. Fue algo casual. Buscaba unos papeles míos cuando, al abrir aquel altillo, descubrí su secreto. Estuve a punto de morir debajo de un alud de cajas. ¿Qué era aquello? Parecían cajas de zapatos, pero no podía ser, había demasiadas. Empecé a abrirlas, y para sorpresa mía, en cada una, habitaban un par de los susodichos. Zapatos de todas las formas y colores, planos, con tacones, de piel, de loneta, cerrados, de tiras, con cordones, con hebilla, con velcro, con moñas, rojos, verdes, negros,…Los devolví ligero a su madriguera, y me guardé silencio. Estuve un tiempo al acecho, observando si tanto calzado era utilizado, ó sólo estaba allí arriba, olvidado. Mi desconcierto fue in crescendo cuando comprobé, día tras día, que todos aquellos botines, alpargatas, chanclas, náuticos, babuchas, sandalias y mocasines, abandonaban sus casas de cartón y vestían los pies de mi amada. Ahí me pudo el miedo, y desde aquel hallazgo, todas las noches alejaba, yo, mis pies de los suyos. Temía rozarme con unas piernas repletas de pies, tantos como zapatillas almacenaba a escondidas. No había otra explicación para aquel despropósito. Yo había escuchado que las mujeres perdían el control comprando bolsos y zapatos, pero otra cosa era, que alguien pudiera calzarse aquella cantidad de cubrepiés. No había días en el año para darles una oportunidad a todos, a no ser que….tuviera más de dos pies, y de tres y de cuatro. Joder, me había casado con un ciempiés, y hasta ahora no lo sabía. Qué repeluco. Desde entonces, intento pillarla desprevenida, por si consigo ver aquella ingente cantidad de extremidades, pero debe tener oculto, algún mecanismo retráctil, que esconda aquel batallón de dedos, uñas, talones y plantas. Ahora me explico los facturones del podólogo, y el extraordinario ancho de los pantalones de sus pijamas, y los cajones repletos de calcetines, y las pisadas por toda la casa. Me quiero ir, pero no sé como decírselo.


INTERNET NACIÓ EN NUESTRAS ACERAS

Internet ha existido siempre, puede que su formato fuese distinto, pero su función básica: recolectar, almacenar y difundir información, eso, lo hacían ya nuestras abuelas, cuando cabalgaban, por las noches de verano, en sus sillas de enea, que nacían en todas las aceras de nuestros pueblos. No utilizaban teclados ni ratones, para acceder a la información y navegar por ella. Su labia, y su cháchara, eran los dispositivos, inalámbricos, y que le facilitaban el acceso, a cualquier noticia o chisme. Todo lo que respiraba, y pasase, a menos de diez metros de sus solios de enea, debía hacer una paradita para "descargarle" las novedades, a las guardianas de las aceras, quienes propiciaban, aquellos encuentros informativos, y confidenciales, con éste santo y seña:

- Buenas noches, fulanito, ¿como estás? Oye, ¿y tu padre?, hace tiempo que no lo veo, anda que no hemos jugado nada tu padre y yo...

Captada la presa, se procedía a la extracción de todos los pormenores posibles. Que si cuántos años tenía, en qué trabajaba, que si se casó, que si tenía niños, que dónde iba ahora... copiar y pegar, copiar y pegar, en su insaciable disco duro. Una vez exprimido el sujeto en cuestión, se le dejaba ir. 

- Ea... pues vaya usted con Dios... hasta otro ratito. Buenas noches. 

A partir de ahí, cualquier internauta (vecino, amigo, conocido o desconocido) daba la contraseña de acceso: - Buenas noches, ¿cómo estamos?, y tenían acceso inmediato a todos los informes, mensajes, y datos recopilados. Como aún no existia el cd, nuestras abuelas utilizaban su propio formato, el rumor, muy barato por cierto porque se podían regrabar cuántas veces se quisierea, y volvía a estrenarse. En cuánto a las herramientas de tratamiento de textos, las tenian todas. Si querían darle importancia a la comunicación que iban a dar, en vez de negrillas, ó subrayado, bajaban la voz hasta el susurro, e introducían el mensaje, con la misma coletilla siempre:

- Mira, no se lo vayas a decir a nadie, por lo que más quieras, te lo digo a tí porque eres tú... no te has enterado de que...

Normalmente, la mayoría de las veces, la noticia era una barriga (que es como se le llamaba a los embarazos fuera del matrimonio). Entonces, el usuario ó interlocutor, en vez de pulsar INTRO, para confirmar, exclamaba un: -¡No me digas...anda ya, mujé...!

Terminado el proceso, la consulta telemática y eneática, se procedía a la desconexión. Nada de darle cien veces a escape, para abandonar la sesión, simplemente las abuelas se levantaban de su silla, y la arrastraban hasta la cocina, confirmando que estaban fuera de uso con un:

-Me voy pá dentro, que estoy baldá de las piernas.






Muchas gracias Manolo, por tus puntos de vista, por hacernos reír, y sobre todo, por hacernos pensar.

martes, 25 de agosto de 2015

Día a día

Cuando Ariadna era pequeña le gustaba tumbarse en el césped del parque y mirar al cielo. En cuestión de segundos, las nubes comenzaban a cambiar de forma y hasta de color, transformando sus esponjosos cuerpos, y  adquiriendo la forma de un elefante, flores, paisajes y hasta rostros que la observaban y le susurraban palabras. Palabras que ella luego transcribía, pues su sueño, ser escritora algún día. 

Conforme crecía, su vocación aumentó. Su vocación y sus responsabilidades. Sus padres no tenían recursos económicos para financiar sus estudios universitarios, y éstos fueron sufragados por su abuelo, Tobías, famoso abogado de prestigio y fundador de un importante bufete civil.

Tobías soñaba con que su nieta le acompañase y heredase su legado, y así se lo hice saber desde el principio. La joven, aparcó sus sueños de ser escritora y se concentró en ser una buena abogada y especializarse en temas que pudiesen ayudar a sectores marginados. Llegó incluso a encontrar tiempo para trabajar de forma voluntaria en una especie de albergue juvenil, donde se prestaba servicio de guardería gratuita para personas necesitadas.

Y allí es donde conoció a Lisa. Su comportamiento le llamó la atención desde el principio, pues la pequeña, que tendría unos cuatro años de edad, se sentaba en una esquina a observar al resto de niños, pero sin relacionarse con ellos. Sin jugar. No era algo propio de su edad, y el centro decidió promover unos estudios médicos para determinar si tal vez la pequeña sufriese algún tipo de deficiencia o trastorno mental. También pensaron en un psicólogo, ya que la pequeña había sido adoptada hacía muy poco tiempo y tal vez ello la incitase a esa conducta. 

La nueva madre de Lisa, Carol, trabajaba en la misma guardería y la llevaba con ella para que se relacionase con los demás niños, pero aun así, era un intento inútil.

Ariadna visitaba el centro los miércoles por la tarde y algunos viernes por la mañana. Al ver la actitud triste de la pequeña sintió la necesidad de informarse sobre ella y para ello consultó precisamente con Carol. Ésta le contó apenada que tenía miedo de perderla, que estaba desesperada. Lisa llevaba ya con ella y su marido casi tres meses y no reaccionaba. Tenían miedo de que los servicios sociales se la llevaran si veían que la niña no era feliz.

Empujada por un impulso Ariadna se acercó a la pequeña.

-          Hola, soy Ariadna. ¿Y tú?

No obtuvo respuesta, así que decidió intentar algo diferente y se sentó junto a ella para observar lo que ella miraba.

-          ¿Te gusta ver a la gente? Es divertido ver cómo juegan, pero seguro que es mejor jugar con ellos ¿no crees?

Siguió sin obtener respuesta, pero se quedó junto a ella durante casi media hora. Allí sentada a su lado, sin más. De esta forma, y durante varias semanas, Ariadna intentaba contactar de alguna forma con Lisa, pero el resultado seguía siendo negativo. Incluso la pequeña parecía no notar tan siquiera su presencia.
Aquella tarde de miércoles, la joven decidió probar algo distinto. Se sentó al lado de Lisa, pero esta vez no intentó hablar con ella. Sentándose a su lado, emitió un ruido con la garganta, como si fuese un animal. La pequeña se asustó un poco y giró la cabeza hacia Ariadna, como si ésta fuese una especie de bicho raro. Al mirarla vio que Ariadna sujetaba una goma de borrar y un lápiz en sus manos.

-          Grrrrrr., ¡Te comeré pequeña goma!- Dijo Ariadna a la goma, como si ella fuese el lápiz.
-          No te dejaré gran lápiz. Eres largo y tienes una punta afilada, pero yo borraré todo lo que tu hagas.- Volvió a decir Ariadna simulando una voz diferente.

domingo, 23 de agosto de 2015

Bodas de oro de dos personas magníficas

Ayer, día 22 de agosto de 2015, contrajeron nupcias por segunda vez mis queridos tíos Ana y Manolo. 

Son dos personas a las que yo quiero mucho, pues son unos segundos padres para mí. 

Por ello, les dediqué unas palabras desde mi corazón. Algunos familiares me han pedido que las hiciera públicas, pero en ellas me refería a su historia personal, su intimidad, y pienso que las palabras que les dirigí se las dediqué a ellos y a sus hijos, y ahí deben quedar. 

Sin embargo, también les escribí un poema, con todo mi cariño. Un poema que intenta resumir en muy pocas palabras, una vida completa. 

Éste si voy a compartirlo con vosotros, con el respeto hacia ellos. 

Espero que os guste.












Dos vidas enlazadas

Si tuviese que describir la hermosura,
¿Por dónde empezaría?

Si el amor fuese hombre,
Y los sueños mujer,
Te amaría toda la vida
Para soñarte después.

Mi alma se engalana
con tu sola presencia,
repleto mi corazón
tan solo de tu esencia...
a jazmin y azahar,
madera y almizcle,
 a tu corazón y tu alma...
siempre junto al mío.

Disfrutaré el roce de tus manos,
despertaré la alegría de tu alma,
saborearé el alimento de tu risa,
y prenderé la luz de tu mirada.

Sostendré tus manos cuando tiemblen,
Las calentaré cuando estén frías,
Engrandeceré  tu espíritu solemne,
Y curaré tus heridas.

Cuando se entristezca tu mirada,
O se inquiete tu corazón,
Amor, no temas nada,
Pues aquí estaré yo.

Si tuviese que describir la hermosura,
¿Por dónde empezaría?
Por acompañar tu caminar,
En las veredas de la vida.

(Dedicado con todo mi amor a mis tíos Ana y Manolo,  22 de agosto de 2015)





Cómo es lógico, se fotografiaron con toda la familia, con las hermanas, nueras, nietos, con esos dos fantásticos padrinos, que fueron dos de sus nietos, Xenia y Víctor... pero ésta foto tiene un significado especial para ellos, pues fue tomada con sus cuatro hijos, pudieron casarse ante sus cuatro hijos, y para ellos, ésto era algo muy deseado. 
Quisiera comentaros, que además de sus cuatro maravillosos hijos, Manolín, Juani, Antonio y Joaquín, estuvieron sus nietos, y sus tres maravillosas nueras, que son tres mujeres fantásticas, Tere, Gloria y Rosa. Un beso para vosotras chicas. 





¡Enhorabuena de corazón! Por vuestra boda, y por vuestro corazón. Os quiero. 

viernes, 21 de agosto de 2015

Un cielo color de rosa


El sol estira sus rayos, y la ve frente a él, altiva y desafiante con sus armas de mujer. El deseo prende de sus llamas mientras ella, lanza sus hechizos de magia.

Se engalana y “llena”, pestañea ansiosa, él la provoca y ella le rebate, de amor es este debate, pues cada cual sujeta al otro con lazos de amor invisible, danzando despreocupados de aquellos ojos inquietos que alzan el vuelo…

Una hermosa danza de amor y consuelo, el uno da la vida, la otra el sueño. Las olas adormecen los latidos de la tierra, mientras el viento susurra en la letanía de los días, los secretos de la existencia… Los bosques arraigan la tierra y el hombre busca sus raíces, mientras pasiones y desengaños, alegrías y llantos, van conquistando la risa y la prisa del ser humano.


Inexorables razones que vierten los sentidos, mientras el sol y la luna danzan, mezclando sus almas de poeta… pintando el lienzo de la vida, dibujando a su antojo y conveniencia… que no siempre el cielo es azul o negro, que en ocasiones, los amantes sintonizan sus colores, y tiñen de rosa, el lecho que los acoge. 

miércoles, 19 de agosto de 2015

El extraño

La muerte llamó a mi puerta. O al menos, eso es lo que yo pensé cuando vi a aquél ser vestido con una túnica grisácea, con capucha, y guadaña.

 “Hoy no es Halloween” pensé. Miré sus manos. Eran lisas y tersas, suaves incluso podría decirse a simple vista, y sus uñas estaban inmaculadas. La muerte no tendría esas manos. Cada vez hacen disfraces mejores, me dije a mí misma.

- No es un disfraz – me leyó el pensamiento.

La piel se me erizó y de forma automática, sin pensar, intenté darle de bruces con la puerta. Pero ella, había colocado la guadaña entre el quicio y la hoja para que no pudiese cerrarla.

- ¿Quién eres? ¿Qué quieres? ¡Largo de mi casa!
- ¿Preferirías encontrarte conmigo en un callejón? Los mortales sois tan previsibles, que a veces, conseguís aburrirme incluso a mí.
Su voz era muy dulce... y de mujer.

- ¿Puedo pasar? – insistió de nuevo.
- Y si te digo que no, ¿te marcharás?

lunes, 17 de agosto de 2015

Criadas y señoras

En el año 2011 se estrenó la película basada en este libro de Kathryn Stockett, "The help". Me gusta el cine, pero confieso que aun no la había visto. Hasta hace unos días. 

Uno de estos momentos en los que sientes deseos de ver una película que te llegue al corazón, quizás, porque con esa excusa, te detienes un poco a pensar en lo que te rodea, en la locura en la que vivimos inmersos, en aquellos sucesos que para nosotros, ya son cotidianos... y no debería ser así.  

Si había leído el libro. Y de forma muy grata, por cierto. "Criadas y Señoras" nos narra la historia de tres mujeres que llevan a cabo un desafío total y absoluto. Hablamos de comienzos de los sesenta, ¿te das cuenta de lo cercano que resulta?

sábado, 15 de agosto de 2015

El hombre del saco

¿Cuántas veces nos han hablado del temido hombre del saco?  Nuestras madres nos asustaban con él, si éramos demasiado traviesos podría venir por nosotros. Después creces y piensas un poco. ¿De veras? ¿De veras ese hombre podía cargar con tanta gente? La verdad es que la historia que nos cuentan no es exacta, no del todo al menos.

Hace muchísimo tiempo en una pequeña aldea de algún lugar inexistente, un matrimonio subsistía con sus tres hijos.

León, el cabeza de familia, era un hombre agraciado. En su juventud, fue famoso entre las mozas del lugar por sus músculos y su sonrisa. Pero la afortunada en conseguir su atención, fue Beatriz, conocida en aquél y otros reinos por su belleza.

Quizás Beatriz podría haber aspirado a algún noble, o quizás incluso, algún miembro de la casa real. Pero lo cierto es que León fue el elegido. Así que contrajeron nupcias, y tres hijos nacieron de su amor. El mayor, Julián, heredó sin duda el porte y fuerza de su padre, e incluso, la belleza de su madre. María, la segunda hija, era quizás demasiado delgada, pero tenía el rostro de un ángel y unos rizos del color de la miel que dejaba sin aliento a más de un joven de la aldea.

Sin embargo, Hugo… era algo diferente. No era delgado como su hermana, sino de alambre. “El endeble” fue su primer mote. Y su rostro… no era feo, solo incómodo de ver. En verdad, el muchacho creció rodeado de motes, habladurías y burlas.

El tiempo fue transcurriendo. Julián se obsesionó tanto con su aspecto que no prestaba atención salvo a sí mismo. María seguía teniendo la cara de un ángel, pero digamos que su delgadez se había acabado. Ahora era bella y algo metidita en carnes. Y en cuanto a Hugo, seguía siendo incómodo de ver y enclenque, pero con una salvedad. Si bien era un esqueleto andante, mostraba una fuerza singular. Era capaz de levantar el triple de peso que el más fuerte del lugar.

Poco a poco, los lugareños comenzaron a pedir al muchacho ayuda en sus tareas a cambio de comida y animales domésticos. Y de esa forma, curiosamente, la familia empezó a vivir de manera más holgada. Jamás faltaba la comida en la despensa o los animales en el corral.

Pero un día, una mujer desesperada por las travesuras de sus pequeños tuvo una idea. Contrató a Hugo para que “asustase” a sus hijos si la desobedecían. 

jueves, 13 de agosto de 2015

Glup, glup


El pasado 10 de agosto fui con mi hijo al Acuario de Sevilla. Ahí, tan cerquita, casi a un tiro de piedra, y nunca lo había visitado.  

En fin, tú sabes, un día de éstos de verano intenso en el que no puedes ponerte sandalias porque la suela se queda pegada al asfalto. Aun así, respiras hondo, llenas tu cuerpo de agua por lo de hidratarte y adecuarte al entorno, y ejerces de buena madre.

Caminas hasta el Acuario sin estar segura de su ubicación, por supuesto, aparcas muy, muy lejos. Y después, un bronceadito desde el coche al edificio en cuestión.  

Pero al llegar… ambiente fresco, música relajante de fondo… y las maravillas marinas ante nosotros. Sin utilizar flash puedes hacer las fotografías que quieras. A mi hijo y a mí no nos gusta mucho lo de fotografiar, así que solo hicimos doscientas siete fotos con el móvil.

Os confieso, que en determinados momentos me puse triste. Me dio algo de claustrofobia ver las especies dentro de piscinas, y no en el ancho mar, sobre todo los tiburones. A uno en particular, casi me pareció leerle la mente diciéndome ¡esto es muy pequeño para mí! Y en uno de los habitáculos donde había tortugas e iguanas, un pequeño ventilador incrustado en una de las puertas, me dio una orientación de lo importante que es regular la temperatura en cada espacio.

Pero sí os digo, que la recreación es magnífica. La cercanía al puerto te hace pensar que estas en un pueblo costero; los juegos de luces incitan al misterio; las mantas parecen sonreírte y mirarte con su carita sonriente, pero cuando vas a fotografiarlas se giran coquetas y te muestran su lado oscuro…, los tiburones nadan sobre ti; las estrellas de mar anaranjadas te sumergen en un mundo de fantasía; y los pequeños peces tropicales danzan con los corales de color.

Une a todo esto los caimanes, tortugas, moluscos y anacondas… y vivirás toda una aventura.


Ha sido un hermoso día del que os dejo aquí algunas imágenes. Tranquilos, las doscientas siete no, je je. No tienen la mejor calidad, y en algunas se me ve a mí reflejada en el cristal, pero... espero que las disfrutéis. 












martes, 11 de agosto de 2015

Volare...

Hace mucho y poco tiempo, en un lugar lejano y cercano a la vez, existió un niño que añoraba volar.  Cada día, de madrugada, cuando aun el gallo del corral no había empezado su canción, Pedro se levantaba y corría al techo del granero.

“Si me lanzo desde aquí, volaré”, pensaba.

Gateaba por la vieja escalera carcomida y llegaba al lugar elegido para cumplir su sueño. Elevaba sus pequeños brazos al viento y se concentraba, sumido en sus pensamientos, en ser pájaro de brillantes colores e intensa mirada. En su imaginacioń, sus pequeñas manitas iban sustituyendo dedos por plumaje, y sus brazos se volvían ligeros y alados. Su cuerpo continuaba con la transformación, y por último, su pecosa y traviesa carita se encogía y encogía, hasta que el pico sobresalía...

Un pequeño salto en el espacio tiempo y un ligero brío en sus recién estrenadas alas debían ser suficientes para emprender el ansiado vuelo... Pero éste, jamás llegaba y Pedro volvía a la realidad de su cuerpo humano.

Día tras día repetía la misma operación. Alguien le dijo una vez que si deseas algo con mucha fuerza, se cumplirá. No está bien mentir a los niños, así que estaba seguro de poder cumplir su sueño.

Una noche, tuvo sueños inquietos y novedosos. 

lunes, 10 de agosto de 2015

El libro de los abrazos

 Recientemente he leído “El libro de los abrazos”, de Eduardo Galeano.  Si tuviese que describir lo que este libro me ha transmitido, te podría decir que en conjunto es una mezcla maravillosa y perfecta tanto de momentos vividos por el propio autor, como de situaciones entre sorprendentes o ridículamente reales.


Me gustaría comentarte más cosas sobre esta obra que me recomendó alguien a quien yo aprecio mucho. Una amiga enamorada de la literatura y que además vive este amor como un sentimiento que comparte y transmite. Pero voy a dejar que sea el propio libro quien te incite o no a sumergirte en sus páginas, a través de dos breves fragmentos del mismo.

“ El país de los sueños”
“De las galeras de los magos brotaban lechugas cantoras y ajíes luminosos, y por todas partes había gente ofreciendo sueños en canje. Había quien quería cambiar un sueño de viajes por un sueño de amores, y había quien ofrecía un sueño para reír en trueque por un sueño para llorar un llanto bien gustoso…”

sábado, 8 de agosto de 2015

Una concha en la arena


Angel paseaba por la playa, sereno, observando el brillo plateado de sus aguas y la tranquilidad que se respiraba a aquella hora, en la que los inquietos turistas, aún no habían hecho acto de aparición. El mar era su distracción y hasta hacía poco, había sido su sustento.

En torno a sus ojos había arrugas y en su mente recuerdos de toda una vida. Siempre había sido pescador, humilde y sencillo. Tenía una pequeña casita cerca del mar, amigos, multitud de historias que contar de sus largos recorridos en alta mar, anécdotas graciosas, sueños… y muchas historias sobre lo de una novia en cada puerto.

A sus sesenta años, había decidido que el mar y él debían dejar sus relaciones laborales y centrarse solo en las de dos viejos aliados. Ahora, no entraba al mar si el tiempo era inestable. Pescaba por placer y diversión, paseaba por la playa… Jamás se casó. Conoció a varias mujeres que pudieron ser buenas candidatas y quizás alguna más que lo intentó, pero no llegó a sentir ese anhelo.

¡Qué tiempos aquellos! Ahora se dedicaba a dar largos paseos y a correr por la playa. No estaba solo del todo, muy cerca, vivía Dora, su vecina, que le amonestaba aduciendo que iba a darle un “jamacuco” de tanto correr. Él siempre le decía lo mismo…

-          “Dora, Dora, si tuviese unos años menos te ibas a enterar tú de lo que es darte un “jamacuco”
-          ¡Qué poca vergüenza Ángel! ¡Eres un pícaro! ¡A tu edad!
-          ¿Qué edad Dora? Me estoy haciendo mayor, ¡pero sigo vivo!

Dora fingía enfado, pero la verdad es que aquellas conversaciones le daba vida a su monotonía.

Aquella mañana especialmente tranquila, Ángel llevaba su vieja cazadora marinera e iba sumido en sus pensamientos.  De pronto, al mirar al mar, le pareció ver un reflejo a lo lejos en el mar, algo brillante... Desde la lejanía le pareció la cola de un pez, pero ¿qué clase de pez?

jueves, 6 de agosto de 2015

Aurora boreal



Hermoso fenómeno sin lugar a dudas. Por desgracia, esta fotografía no la he hecho yo misma. ¿Quién sabe? Quizás algún día… Pero hoy, me he tenido que limitar a tomarla de las imágenes de internet.

En fin, a lo que iba. También he encontrado hermosas leyendas en torno al origen de este fenómeno. Aquí los comparto contigo. 

El zorro ártico
En países como Finlandia, este fenómeno se conoce como “revontulet”. El zorro corre por el “lejano norte” rozando con su cola las montañas, lo que provoca chispas que se convierten en luces en el cielo.
En otras versiones, es la luz de la luna la que se refleja en los copos de nieve que barre la cola del zorro hacia el cielo lo que provoca el juego de colores en el cielo nocturno.


La leyenda esquimal
“Los límites de la tierra y el mar son bordeados por un inmenso abismo, sobre él aparece un sendero estrecho y peligroso que conduce a las regiones celestiales. El cielo es una gran bóveda de material duro, arqueado  sobre la tierra.  Hay un agujero en él a través del que los espíritus pasan a los verdaderos cielos....

martes, 4 de agosto de 2015

Meditación

Es tan agradable esta sensación. Aletargada en el espacio continuo tiempo, ajena al exterior. Observo como todo se detiene. Es tan singular y tan mágica a la vez esta falta de percepción de lo que te rodea, que tal vez por ello sea tan difícil de conseguir.

A pesar de mi aislamiento, recibo con agradable quietud esa imperceptible brisa que me acaricia el rostro. Mis párpados permanecen cerrados y el resto de mis sentidos se han confabulado entre ellos para unirse en un perfecto equilibrio y dejar que el mundo continúe sin mí.

Durante una fracción de segundo, acude a mi mente el recuerdo algo borroso de un curso que hace años practiqué. Era un curso de meditación, a través del cual aprendes a fortalecer la mente, la separa de su cuerpo, se aísla, se concentra en el interior humano, deja la mente en blanco. ¿Es ello posible? Si alguien nos dice que no pensemos en un elefante rosa, todo él inundará nuestra mente. Si alguien nos induce a no pensar en un limón y además añade la palabra “agrio”, no sólo nuestra mente dibujará el contorno y forma del cítrico mencionado, sino que en el interior de nuestra boca la saliva comenzará a multiplicarse a fin de contrarrestar el sabor ácido.

Realmente, nuestra mente tiene un poder mayor del que le asignamos. Estamos tan ocupados en nuestro día a día, que no nos detenemos a calibrar esta importante faceta de nuestra vida. ¿Cuánto poder tenemos en realidad? ¿Hasta dónde podemos llegar?

Por ello, hoy, llevo a mi cabo mi ejercicio de auto conocimiento a un nuevo nivel. En primer lugar, experimento una relajación. Soy consciente de mi cuerpo. Me detengo en el aquí, en el ahora, y compruebo que toda yo estoy aquí. La temperatura interior es agradable, si bien hace algo de calor en el exterior, el habitáculo donde me encuentro está fresco y huele de forma agradable.

Recuerdo que mis pies están ahí. Muevo despacio los dedos y después soy consciente del lugar donde se encuentran mis tobillos. De esta forma, voy visualizando en mi mente, tomando conciencia de mis piernas, brazos, tronco, mi cabeza, mi boca, nariz, ojos… y llego a ese espacio que contiene la sabiduría de un ser. Mi mente. Una posición cómoda, no pensar en nada. Aislar el pensamiento que llegue… no pensar, no pensar…

El zumbido de una mosca revoloteando a mi alrededor hasta que termina posándose en mi mejilla, me molesta. Es inquietante saber qué tienes ese molesto insecto sobre ti. ¿Cómo conseguir un óptimo nivel de concentración? Durante un instante, rompo mi quietud y con la mano la asusto. Pero volverá. Lo sé. Las moscas fueron creadas por algún ser que odiaba la meditación. Regresará y me molestará con sus patitas diminutas y sus alitas pequeñas. No dejará de molestarme, hasta que consiga expulsarla o aplastarla. ¡Oh, no! ¡No puedo pensar en un aplastamiento, ni en una mutilación! ¡Se trata de conseguir el nivel superior de meditación!

domingo, 2 de agosto de 2015

David Safier

Por regla general, suelo hablarte de algún libro que he leído o deseo leer. Pero en este caso, te hablaré de varios a la vez, todos escritos por este hombre. David Safier. 

David es guionista y también novelista. Nació en diciembre de 1966 en Bremen, Alemania. Estudió periodismo y se formó en radio y televisión. Como guionista fue galardonado con premios como el Grimme, el Premio TV de Alemania, y un Emmy a la mejor comedia internacional en Estados Unidos.

Pero voy a hablaros de su otra faceta. He leído varios libros de este autor, y puedo catalogarlos dentro de una misma línea. Son libros divertidos, entretenidos, y a la vez, hacen que reflexiones sobre las cosas más cotidianas. Ese tipo de cosas en las que no solemos detenernos a pensar en el día a día, pero que forman parte importante, a veces, vital y primordial de nuestra existencia. 

A través de situaciones divertidas, complejas y a veces, escalofriantes... nos va guiando hacia la reflexión final, que cada cual realizará a su antojo. 

En la actualidad, el autor ha dado un giro a su estilo de escritura con su obra "28 días", relativo a la tragedia judía bajo el nazismo. Pero en este caso, voy a concentrarme en hablaros de aquellos que ya leí y con los que me reí y disfruté al máximo. 

MALDITO KARMA. 

Kim Lange es una treintañera de éxito en la televisión alemana, que ha llegado a esa posición a costa de pasar por encima de su matrimonio, su familia, amigos...y cualquier cosa que pueda ponerse en su camino. 

Tras una noche de sexo con su amante, muere aplastada en la azotea del hotel por un lavabo que cae desde una estación espacial. Sí amigos, habéis leído bien. Así es la vida...

Ahora, Kim experimenta en su propio ser la teoría de la reencarnación, viviendo para ello la vida dentro de otra perspectiva. Primero, se reencarna en hormiga obrera, después y conforme va pasando etapas en cobaya, vaca, lombriz, escarabajo de la patata, ardilla, perro de raza Beagle y finalmente, en una mujer obesa con problemas cardiacos...