Al principio no le di importancia. Sin embargo, luego me preocupé al observar como el velo del atardecer cubría de sombras su rostro. Una oscuridad leve teñía sus párpados, y proyectaba fantasmas bajo sus ojos. La liviana palidez de sus labios, la frialdad de sus manos entre las mías. Lo cierto es que, en mí, se encendió la antorcha de la angustia. Mariña era mujer extraña y solitaria, al fin y al cabo, como los personajes de aquel que ella tanto adoraba leer… su Edgar Allan Poe. Le pedí, le rogué, la convencí… para que esa noche se quedara a dormir a mi lado.
Y aceptó.
Me dormí con la sonrisa en los labios, seguro de salvaguardar al amor de mi vida, estando ella a buen recaudo entre mis brazos. Me dormí sintiendo la curva que dibujaba su cadera al nacer de su cintura. Percibiendo el suave aroma de su aliento coronado por la suavidad hermosa de unos pechos turgentes, que descansaban sobre el mío. Mi mirada perdida en la suya y en ese óvalo perfecto y maravilloso, lleno de vida y alegría, que siempre devolvía mi mirada con otra cuajada de estrellas. Acaricié su larga melena oscura y sentí, durante un instante, un fogonazo en mi mente capaz de traer a mi recuerdo el de otra mujer de largos cabellos oscuros. Ojalá hubiese sido madre, pero de ella guardaba pocos recuerdos ajenos a una fotografía que tía había dejado presidiendo la encimera de la chimenea. La mujer que invadió mi recuerdo y durante un instante, incluso, se dibujó en el rostro dulce de mi amada, fue el de tía Aldara… la siempre misteriosa tía Aldara.
No estoy seguro si me despertó aquel frío contacto que sacudió mi cuerpo, o tal vez, esa caricia que yo sabía no era humana. La verdad es que algo rozó mi rostro, algo ausente, casi etéreo. Lo cierto es que desperté de mi profundo sueño ausente, para observar, sentándome en la cama de repente algo confuso, que Mariña no yacía a mi lado. Algo en mí se agitó y me levanté con premura. El corazón acelerado y una sensación de fatiga en la boca del estómago. La llamé, grité su nombre y la busqué en cada recoveco de casa.
La ventana estaba abierta y un frío viento se había levantado, jugando con la cortina que se elevaba por los aires como si de un espectro se tratase, retando a la gravedad y haciéndome caer en la cuenta de que, tal vez, fuese la cortina el «alguien» que yo pensé me había despertado. Me acerqué a la ventana para cerrarla, pues el frío me estaba envolviendo como la mortaja envuelve al difunto. Así me sentí en aquella noche extraña.Y fue entonces, solo entonces, que la vi. Allí, estática, frente a la ventana, una figura de mujer con una prenda que bien podía ser los restos de un sudario. Su cuerpo trasluciéndose, las formas dibujadas, y los contornos marcados bajo aquella prenda que parecía querer deshacerse en un instante.
Recordé que era noche de difuntos y durante un segundo me alivié pensando que era un disfraz. Quizás fue el destino el que quiso ponerme a prueba, y de forma sencilla, dejó ondular en aquel frío viento el susurro de una voz que ya no debía ser escuchada y que hizo que un escalofrío intenso me recorriese.
Guárdate de la Santa Compaña…
Sentí una punzada en el pecho y un ligero mareo, mientras aquella que reconocí como tía Aldara me indicaba que la siguiera, adentrándose en aquella espesura que a pocos metros se dibujaba como el bosque. El rugido del viento se intensificó, colándose su frío helado como garras que aprietan por rendijas de puertas y ventanas mientras yo, salía al exterior. Mariña llenaba mi pensamiento y alimentaba mi angustia; mientras mi mente le preguntaba a mi corazón, si aquella figura que había visto en la ventana era o no real. Grité su nombre con la fuerza de la desesperación y me adentré en la boca del lobo.
No tardó el viento en calmarse mientras el propio sonido del bosque callaba. Un tintineo constante y metálico se escuchaba como una letanía, junto a un olor intenso a cera que envolvía mis sentidos. Me sentía hipnotizado, incluso mareado, y a la vez, anclado al suelo. El temblor recorriendo mi cuerpo entero al percibir, de pronto, cómo un escalofrío me recorría por entero y mi corazón se disparaba al divisar unas luces que se acercaban en silencio.
La Santa Compaña…
No. No era posible que aquella leyenda, fruto de la imaginación desbordante de seres débiles, fuese un hecho concreto. Claro que no. Me quedé anclado al suelo mientras poco a poco mis ojos, acostumbrándose ya a la escasez de luz, me permitieron percibir algo macabro. Una extraña comitiva dirigida por alguien que portaba una cruz y lo que, desde la distancia, parecía ser un caldero. Tras esa figura, pequeña y blanca, la silueta de una gran figura oscura y terrorífica que abría lo que sin duda era una procesión espectral de largas túnicas negras, con caperuzas puntiagudas, portando velas e inundando todo a su paso con un olor a cera y muerte. Sentí como mi piel se erizaba y busqué con qué dibujar un círculo en el suelo, alegrándome por primera vez en mi vida de portar aquel ridículo y pequeño crucifijo que ahora podría significar la diferencia entre la vida y la muerte.
Supe mi piel sudada a pesar del frío y noté como mis manos temblaban mientras intentaba dibujar un círculo que parecía más bien una broma; mientras aquellas almas se acercaban cada vez más y más y más… sintiendo que era el momento de tumbarse con la frente pegada al suelo y cerrar los ojos. Y así lo hice, preso del terror más puro, sintiendo cómo, sobre mi rostro, los harapos impregnados en olor a muerte de aquellos desgraciados iban pasando uno tras otro como si levitasen sobre mi persona.¿Acaso era su deseo que yo no pudiese controlar mi miedo? Tal vez esperaban que, angustiado, levantase la mirada, para así, sin más, coger mi alma y llevarla con ellos.
Pero yo había decidido aguantar y así lo hice… hasta que percibí un perfume conocido, una fragancia propia del cuerpo de mi amada. Incrédulo, no pude reprimir la curiosidad y abrí los ojos, para observar, horrorizado, cómo al frente de la comitiva, el sujeto que se suponía «vivo», se había detenido justo a mi lado, intentando, incluso con su mano fría y terrorífica, llamar mi atención. No tardé en distinguir aquella mirada que tanto bien me aportaba, vacía ahora de belleza y vida, en aquel ser condenado que encabezaba la macabra procesión. Mi Mariña. Mi dulce y amada Mariña, era la condenada a portar la cruz y el caldero hasta que la muerte la abrazase…
Me faltaba el aire, sentía vértigo y asfixia, mientras en un instante que no puedo catalogar más que como un suceso de locura, uno de los espectros de la comitiva giraba su rostro hacia mí. Ojos espeluznantes, blancos huesos y devastación en un rostro que, para mí, no podía ser más terrorífico. Ningún rastro de reconocimiento en su mirada, salvo por el hambre que de pronto se dibujó en su mirada siniestra. Era sin lugar a dudas, tía Aldara… A su lado, otra mujer respondía ante mi presencia. Y aquella… solo podía ser madre. Fue en ese instante que comprendí que ese era el futuro que aguardaba a mi dulce amor, a mi Mariña, que en una especie de hipnosis portaba aquella cruz, acercando su cuerpo al mío, sin ser consciente de que era yo, su Anxo, quien la miraba con una súplica en la mirada. Solo veía una víctima más, alguien que si caía en su hechizo y le sostenía la cruz… la liberaría.
Y con ese convencimiento susurró aquellas palabras temidas.
¿Me llevas la cruz?
El llanto hizo presencia al fin, sintiendo que iba a desmayarme. Por mi mente atravesó en tan solo un instante un breve recuerdo de ausencias y desvaríos, unido al convencimiento borroso de la existencia de un cruceiro a pocos metros del lugar. No dije nada, aunque con el temblor dominando mis manos, agarré el pequeño crucifijo plateado que portaba oculto tras mi ropa. Solo tenía que tomarlo y mostrarlo a Mariña, diciendo que yo ya llevaba mi propia cruz. Solo tenía que hacer eso.
Y me salvaría.
Rocé el crucifijo, sintiendo cómo la fría plata era ahora derretido metal. Tragué saliva. Respiré hondo. Y de un tirón, arranqué la cadena de mi pecho y la arrojé a la lejanía mientras sentía que la muerte me abrazaba. Sumido en el más profundo dolor, tomé la cruz de Mariña en mis manos, a sabiendas de lo que ello significaba… En un solo segundo, comprendí cuánto la amaba, y a la vez, que no volvería a verla… jamás. El mundo se tornó distinto, cayendo en un abismo del que me pareció haber salido a la siguiente mañana, al despertar en mi cama con Mariña a mi lado, abrazada y desnuda. Igual solo había sido una pesadilla, pensé en un instante de alivio inmenso, hasta observar en los pies de mi amor el barro y las hojas secas, y al tocar mi pecho desesperado, sintiendo el vacío que había dejado el pequeño crucifico de plata que antaño me entregó tía Aldara.
Al quinto día de aquella noche infernal, mi corazón dejó de latir.
No he vuelto a sentir soledad. Solo olvido, relajación y hambre. Mucha hambre. Hambre de almas ingenuas e incrédulas… como la tuya.
Y al fin he comprendido el significado de mi nombre: Anxo, el mensajero.
He aquí mi mensaje…
«Guárdate de la Santa Compaña…»
Un mensaje imposible de olvidar.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho.
Besos.
Muchísimas gracias Noelia. Muchos besos preciosa :D
EliminarESTIMADA AMIGA QUE BUENA HISTORIA, PONE LOS PELOS DE PUNTA Y NOS DEJE UN MENSAJE IMPOSIBLE DE OLVIDAR:"GUÁRDATE DE LA SAGRADA COMPAÑÍA."
ResponderEliminarmariarosa
Pues sí, uf, si es que de noche, lo mejor en casita, jaja. Besos :D
EliminarMe ha gustado mucho, creo que tienes un estilo muy pulcro, y que sabes dosificar el ritmo de forma muy acertada. Esa forma de indicar la muerte (y al quinto día ... mi corazón dejó de latir ) y a la vez dar un mensaje medio aterrador pero que a mi me parece igualmente esperanzador (no he vuelto a sentir soledad) me ha llegado hondo. También me ha gustado ese darle sentido al nombre que hace que tenga como una especie de fatalismo. Una historia muy apropiada para esta noche pero que no la veo solo como una historia "de miedo". Creo que acertaste dándola por entregas. Un besote.
ResponderEliminar¡Muchísimas gracias Joaquín! Me alegra mucho lo que te ha transmitido, y sí, decidí hacerlo por entregas porque me pareció muy largo, pero además, así, le doy más suspense jaja. Besos :D
EliminarPrecioso querida amiga. Un gran relato digno para una noche mágica como esta.
ResponderEliminar¿Truco o trato? Te diría, aún sin caramelos, pero sí con una copa de vino.
Besos, Ricardo.
¡Hola Ricardo! Jeje, lo de truoo o trato ya guarda un truco en sí, pero en mi caso, ese trato con esa copa de vino. Besos :D
EliminarExcelente historia, fue un placer seguirla , muy bien contada Margarita, me gusta tu estilo, felicitaciones.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
PATRICIA F.
Muchísimas gracias Patricia. Muchos besos preciosa :D
EliminarThe narrative ends with enthusiasm and leaves us wanting to read more.
ResponderEliminar(ꈍᴗꈍ) Poetic and cinematographic greetings.
💋Kisses💋
Muchísimas gracias Theda. Un beso muy fuerte :D
EliminarMe gusto mucho y hasta miedo me dio. Te mando un beso.
ResponderEliminarJajaja, muchísimas gracias preciosa :D
EliminarEl seguimiento de tu escrito, ha merecido la pena. Has conseguido, con tu estilo narrativo, aprehendernos en una historia muy acorde con estos días.
ResponderEliminarEnhorabuena.
¡Muchísimas gracias Juan! Me das una inmensa alegría, gracias amigo mio :D
EliminarMi enhorabuena, tiene un final fantástico, eres fantástica tu con tu pluma mágica. Gracias por compartir este gran gran relato adecuado para estas fechas.
ResponderEliminarTe dejo mi abrazo fraterno y agradecido.
Se muy, muy feliz.
¡Muchísimas gracias Marina! Muchos besos preciosa :D
EliminarOh, qué maravilla. Menudo final. Me ha encantado todo el relato, que he leído de un tirón. Me esperé a que estuviera entero porque sabía que me iba a dar rabia quedarme con las ganas.
ResponderEliminarSólo puedo felicitarte. La leyenda de la Santa Compaña es de mis favoritas y le has hecho un homenaje genial. Me quedo con las sensaciones de Anxo, su acto de amor y la inquietud y oscuridad que impregna todo el relato.
Enhorabuena.
Besos ;)
¡Muchísimas gracias Norah! Me alegro profundamente que te haya gustado y además las sensaciones que te ha despertado. También me ha gustado eso de que lo leyeses del tirón, jaja. Besos cariño :D
EliminarHola, no soy mucho de este tipo de relatos, pero me ha parecido muy interesante.
ResponderEliminarBesos desde Promesas de Amor, nos leemos.
Hola lady Isabella, muchísimas gracias preciosa :D
EliminarHolaaaa =)
ResponderEliminarFantástico texto ^^
Besitos :P
Muchísimas gracias Leyna. Besos :D
EliminarHola, Margarita. He leído las tres partes en las que has presentado tu escrito. No hay duda que le has dado intensa vida a esta leyenda tradicional de Galicia que se remonta a la Edad Media. Y lo has hecho con un estilo fluido y expresivo que enriquece la historia como si el lector estuviese presenciando las distintas escenas. Me ha gustado mucho, creo que has pasado del amor al dolor y del terror al suspenso, en forma maravillosa. Un placer leerte. Felicitaciones.
ResponderEliminarBesos.
Ariel
Enhorabuena por tu formidables relatos!
ResponderEliminarBesoss