Hola amigos míos, cómo sabéis, se acerca la noche del 31 de octubre, noche de difuntos. Quiero compartir con vosotros un relato que escribí sobre "La Santa Compaña" a fin de que figurase en una Antología para Meiga Ediciones.
Os lo comparto en tres veces, para que no se os haga tan largo. Ya me contáis que tal...
"El mensajero"
Para él, yo era el culpable de la muerte de madre.
Ni tan siquiera recibí el regalo de un nombre, siendo tía Aldara, hermana mayor de madre, quien decidiera que me llamaría Anxo. Sí, Anxo, «el mensajero». Tía Aldara siempre fue mujer de misterios. De poca carne sobre los huesos, alta en demasía, rostro enjuto y pelo largo, siempre peinado con tirantez hasta sujetar al más indomable de sus rizos. Jamás le conocí varón, ni tampoco falta alguna en su corta vida, pues corta fue, al morir a los cuarenta y dos años. De ella se escuchaban letanías en la aldea, rumores y cuchicheos propios de alcahuetas aburridas, donde tía Aldara, según las malas lenguas… volaba a lomos de una escoba y emitía gritos de placer en las noches de luna llena.
Había quien, incluso, había jurado que la habían visto yacer con seres abominables y diabólicos. Igual por eso yo jamás le había conocido amante, pues no creía, por aquel entonces, en su existencia. La gente decía que, por todo ello, Aldara había sobrevivido a «la maldición». La llamaban «La Meiga», de forma despectiva, y aludían a que madre no lo era y por eso tuvo que morir. Y es que de todos era conocido lo que ocurrió cierta noche, mucho tiempo atrás… suceso del que yo no tuve conocimiento hasta la triste noche en que la vida de tía se apagaba.
El silencio se hacía en las calles a mi paso y algunos de mis vecinos hacían la señal de la cruz, mientras recieso fue lo último que tía acertó a decirme antes de entregarme, a su vez, un pequeño crucifijo plateado que me hizo jurar que colocaría sobre mi piel.
Solo un día más vivió después de aquella revelación, sorprendiéndome que, a pesar del cansancio y su estado tan avanzado en la enfermedad, hubiese hojas en el suelo y barro con la huella de su pisada. ¿Acaso tía había salido en la noche? Eso era del todo imposible teniendo en cuenta su debilidad. Más no pude preguntar sobre ello, pues al llegar el alba, lo que quedaba de la hermosura que tía había representado, ahora un mero esqueleto con algo de piel, me miraba a través de esas grandes cuencas que ahora eran sus ojos, para suplicarme un último favor….
"Guárdate de la Santa Compaña…"
Tras el sepelio de tía Aldara, la obsesión me llenó por completo e investigué todo lo relacionado con esa extraña procesión que pude hallar. Testimonios, superstición, leyenda… Lo cierto es que, para mí, no era más que una fantasía. Aun así, porté el crucifijo sobre mi pecho. E investigué, sintiendo por momentos que esa fantasía se cubría de realidad. Descubrí que ese círculo del que tía me habló había de ser trazado con una rama de olivo. También descubrí que, si había un cruceiro cercano, este podía salvarte la vida. Así como que no podías aceptar ningún objeto que te ofrecieran los espectros. Y, quizás, lo más importante. Al frente de esa comitiva, siempre iría una persona viva. Alguien que no recordaría nada a la mañana siguiente y cuya vida se consumiría con lentitud, apagándose como una vela extinta.
Tía Aldara había sido esa víctima. Y por ello, me había regalado la cruz. Para que, en caso necesario, pudiese mostrarla al condenado y decirle que yo ya portaba la mía propia. De esta forma tan sencilla, me dejarían en paz. De esta forma tan sencilla, salvaría la vida. Era fácil. Quizás, demasiado fácil.
A pesar del dolor y la tragedia, la luz llegó a mí a través del amor. Es asombroso cómo el amor puede derribar las barreras más gruesas. En mi caso, llegó a través de la mirada suave de una mujer: Mariña.
Mariña era una joven de amplia sonrisa y fuertes convicciones. Una chica que gustaba de leer a Poe y también a Dickens. Alguien que entendía la mente atormentada de un poeta inmerso en el anonimato, pero poeta, al fin y al cabo. Las risas empezaron a tintinear en mi vida y también la frescura de una fragancia femenina que inundaba mis sentidos y me hacía sentir fuerte. Mariña era todo. Era mi ilusión y mi objetivo. Mi luz, mi camino, mi salvación.
Jamás había estado yo con mujer alguna en el sentido amoroso y Mariña fue la primera. Un amor que me desbordó con tal intensidad que dediqué cada minuto de mi pobre existencia a engalanarla con la mejor de las ofrendas. A amarla. Tardes de rosas y vino. Noches de satén. Así quedó un poco oculto el recuerdo de tía Aldara, y la pesadilla que aquella noche compartió conmigo. Solo podía pensar en vivir. En resurgir. Junto a Mariña descubrí que estar vivo era algo más que respirar. Descubrí que no solo se trataba de pasar un día tras otro. Los segundos contaban y la piel ardía. Los fantasmas callaban al fin. Y yo me sentí hombre por primera vez en mi vida. Hombre libre.
Qué lejos de la realidad aquella afirmación… Y que cercana la pesadilla. No tardó mi amor, mi vida, mi luz, mi fuerza… no tardó mi Mariña, en decirme una mañana, así, sin más, que no se encontraba bien. Al principio no le di importancia. Sin embargo, luego me preocupé al observar como el velo del atardecer cubría de sombras su rostro. Una oscuridad leve teñía sus párpados, y proyectaba fantasmas bajo sus ojos. La liviana palidez de sus labios, la frialdad de sus manos entre las mías...taban una extraña letanía que yo nunca tuve a bien de poder escuchar. Solo algunas palabras sueltas parecían quedar flotando en esa bruma que gusta de cubrir las calles gallegas… «Santa Compaña».
Tía Aldara se apresuraba en hacer callar las lenguas viperinas, pero estas seguían siendo bífidas y sueltas, volviéndose implacables cuando una extraña enfermedad se apoderó de ella. Comenzó a perder peso de forma inexplicable. Su bello rostro dibujó círculos oscuros bajo sus ojos y los pómulos de tía empezaron a pronunciarse. Siempre fue mujer delgada, es cierto, pero en su rostro resplandecía el color de la salud y su piel, a pesar de ser pálida, era hermosa. Mas ahora se veía apagada, sin brillo, las venas marcadas y los labios resecos. Su cabello perdió las formas y su cuerpo se engarrotó como si fuese el tronco de un árbol viejo y retorcido. Se levantaba agotada y presa de un cansancio tan atroz que me hizo temer por su vida. Insistí en llamar al doctor, pero ella me dijo que era inútil. No entendí sus palabras en aquel momento.
-Vienen a por mí, Anxo. Lo que no pudieron llevarse hace dieciocho años les pesa. Vienen a por mí.
-¿Quiénes, tía? ¿Quiénes vienen a por ti?
-Los muertos…
Continuará...
INTERESANTE Y MISTERIOSO, VEREMOS COMO SIGUE...
ResponderEliminarUN ABRAZO MARGARITA.
Hola María Rosa, espero que te guste como continúa, voy a publicar la continuación casi seguida, jaja. Besos :D
EliminarDe momento promete, la intriga ya nos inquieta...
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Muchísimas gracias Alfred! Prontito, prontito, pondré la segunda parte. Besos :D
EliminarUm interessante capítulo que muito gostei de ler. Acompanhando...
ResponderEliminarCumprimentos poéticos
Muchísimas gracias Ricardo, pronto pondré la segunda parte. Besos :D
EliminarBien narrado, despertando interés parrafo a parrafo, hemos conocido un poco de esa Santa Compaña, esperaremos a ver como sigue. Un abrazo
ResponderEliminar¡Muchísimas gracias Ester! Pues muy muy pronto conoceréis esa cara oscura. Besos :D
EliminarHola, me has dejado muy intrigada, a ver como sigue.
ResponderEliminarBesos desde Promesas de Amor, nos leemos.
Hola Lady Isabella, muchísimas gracias, espero que os siga intrigando esa segunda parte. Besos :D
EliminarAquí estás, Margarita, desplegando las alas para que podamos ver hasta qué alturas puede llegar tu prosa y hasta dónde tu imaginación.
ResponderEliminarQué bonito leerte.
Besos.
Ariel
¡Muchísimas gracias Raul! Pues pronto seguiremos, muchos besos amigo mio :D
EliminarNo puedo esperar .. se me hizo corto y estoy deseando leer como sigue.🤗😘
ResponderEliminar¡Hola Mento! ¡Muchísimas gracias! El relato en sí es largo y me daba cosa de agobiaros, así que lo he dividido en tres veces, jaja. Pero muy pronto, va la segunda. Besos :D
EliminarMe gustyo el relato. Espero la continuación . Te mando unb eso.
ResponderEliminar¡Hola amiga mia! ¡Muchísimas gracias! Muy, muy pronto, probablemente, mañana. Besos :D
EliminarInquietante. No habrá más remedio que seguir la lectura. Y ese remedio, siempre es placentero.
ResponderEliminarHola Juan, jaja, pues espero que siga siendo así de inquietante o un poquito más. Besos :D
EliminarEstá muy bien, quedamos pendiente de la continuación porque me dejas angustiado.
ResponderEliminarJajaja, no te preocupes Joaquín, que tendrá un desenlace... ups, quizás no el esperado, ahora que lo pienso, jaja. Besos :D
EliminarMe dejas en ascuas. Mi abuela era gallega y me contaba que sintió dos veces a la Santa Compaña.
ResponderEliminarBesitos.
Ostras, qué fuerte!!!! Cuéntanos más!
EliminarHola guapísima! Desde adolescente me ha llamado muchísimo la atención el tema de la Santa Compaña. Es algo que hablaba con mis primas de pequeña cuando nos quedábamos a dormir juntas y me ponía los pelos de punta. Así que la primera parte de tu relato me ha encantado, y ya estoy esperando la siguiente parte! Un besote!
ResponderEliminar¡Hola Raquel! Pues espero que te guste todo lo que viene ahora, esta es la primera parte de tres. Muchos besos preciosa mia :D
EliminarMuy bueno Margarita, me quedé con las ganas de saber qué sucederá, una incógnita.
ResponderEliminarUn placer leerte.
Buen fin de semana.
PATRICIA F.
Muchísimas gracias Patricia, hoy mismo voy a colgar la segunda parte. Besos :D
EliminarHermosísimo texto, aguarda impaciente la segunda parte.
ResponderEliminarBesos, Ricardo.
¡Muchísimas gracias Ricardo! Hoy mismo cuelgo la segunda parte. Besos :D
EliminarA unique inspiration dear friend.
ResponderEliminarThe second part of her story promises more emotions.
(ꈍᴗꈍ) Poetic and cinematographic greetings.
💋Kisses💋
Muchísimas gracias cariño, acabo de colgar la segunda parte, ya solo falta el desenlace. Espero que te guste. Besos :D
EliminarMe parece una historia muy adecuada para estas fechas, pero, también, para cualquiera. La tradición y la superstición, el miedo y la fe, todo conjuga en un mito o leyenda o en una realidad que se esconde entre las sombras del tiempo.
ResponderEliminarMe he leído las dos partes, se aventura interesante el desenlace.
Un beso enorme, Margarita.
Disculpa, querida Margarita!!! Me cuesta seguir el ritmo, y tu te mereces toda mi atención. Por el arte en tus palabras, sí. Por la belleza en tu alma, también.
ResponderEliminarVoy a seguir leyendo. De momento muestras ser un persona con una capacidad excepcional para el relato. Yo no voy a decir que soy un especialista, pero gusta de ser leído tu relato, y con facilidad se pide más...
Un enorme abrazo, querida amiga!!!
Tal cual, Margarita, se teda precioso cualquier relato que pase por tu mano, eres especialista en ello, pero este lo planchaste, de niña y no tanto, en mi tierra gallega pasaban estas cosas o parecidas.
ResponderEliminarUn placer siempre.
Un fuerte abrazo y besos.
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