La templanza, María Dueñas

 

Imagino lo que más de uno estáis pensando. "La templanza". ¿Ahora? Pues sí, jajaja.  

Ni me acuerdo del tiempo que llevo con este libro en espera de ser leído. Siempre había alguna lectura que se cruzaba, y no será porque no me gusta leer a su autora. 

Pero al fin, llegó su turno, y uf, si me gustó "El tiempo entre costuras", "La Templanza" no se ha quedado atrás.  

Nada hacía suponer a Mauro Larrea que la fortuna que levantó tras años de tesón y arrojo se le derrumbaría con un estrepitoso revés. Ahogado por las deudas y la incertidumbre, apuesta sus últimos recursos en una temeraria jugada que abre ante él la oportunidad de resurgir. Hasta que la perturbadora Soledad Montalvo, esposa de un marchante de vinos londinense, entra en su vida envuelta en claroscuros para arrastrarle a un porvenir que jamás sospechó.
De la joven república mexicana a la espléndida Habana colonial; de las Antillas al Jerez de la segunda mitad del XIX, cuando el comercio de sus vinos con Inglaterra convirtió la ciudad andaluza en un enclave cosmopolita y legendario. Por todos estos escenarios transita La Templanza, una novela que habla de glorias y derrotas, de minas de plata, intrigas de familia, viñas, bodegas y ciudades soberbias cuyo esplendor se desvaneció en el tiempo. Una historia de coraje ante las adversidades y de un destino alterado para siempre por la fuerza de una pasión.
Sólo las grandes historias despiertan grandes emociones

 

Leí por primera vez a María Dueñas hace años, con "El tiempo entre costuras". Me pareció una escritora sumamente cuidadosa con los detalles y eso me encantó. Cuando la leo, realmente me siento en el lugar que evoque, tiene la capacidad de hacer que tu mente se traslade. 

"La templanza" es el nombre de una bodega situada en Jerez de la Frontera, propiedad de la familia Montalvo. Pero los escenarios de la novela pasan por Méjico, Cuba, y finalmente, Andalucía. 

Dos vidas que se cruzan, pues así lo establece el destino. Por un lado, Mario Larrea, superviviente a los infortunios de un capital que se va gracias a una guerra que arrasa con todo. Por otro lado, Soledad Montalvo, mujer que ha de enfrentar una particular situación personal que se ve en la necesidad imperiosa de escapar a la que fue su antiguo hogar. 

 
Sus caminos se cruzan en "La Templanza", antigua bodega próspera que permanece abandonada a su suerte, y cuyo futuro afecta tanto a él, como a ella. 

Multitud de personajes con sus claroscuros nos muestran una sociedad donde los negocios marcaban la distinción o no de una familia, y donde los secretos colmaban cada rincón. 

La dureza del trabajo minero, la necesidad de acudir a prestamistas sin pudor ni límites, el reflejo de un patriarca que para conseguir alianzas en su negocio, negocia con sus propias nietas. Las traiciones de un hijo avaricioso, la inmadurez y al tiempo, las maquinaciones. El negocio de la esclavitud, las apuestas, el honor. 

"La templanza" me ha parecido sublime en sí, con sus aristas y también con sus hermosísimas escenas decoradas de una época convulsa, donde la tradición y la familia escribían la historia. 

La relación entre Sol (Soledad Montalvo) y Mario (Larrea), me ha parecido más que hermosa; esperanzadora, cómplice, necesaria. Una alianza para sobrevivir a base de engaños que marcan la diferencia entre salir a flote o dejar que te pisen. Y por supuesto, un amor que brota de apenas un primer contacto visual, y que crece a base de verdades que, al fin y al cabo, vencen el miedo.

¿Lo recomiendo? Totalmente.

Tras leer el libro he comenzado a ver la serie que lleva el mismo nombre, protagonizada entre otros, por Leonor Watling y Rafael Novoa. 

Está muy bien hecha, aunque la historia se enfoca desde el principio mostrando ambas realidades. En la novela, todo se va descubriendo poco a poco, macerado, como el buen vino de Jerez.