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Yo te cuento

lunes, 7 de noviembre de 2022

Almas errantes

 


Era ya noche cerrada. No hacía demasiado viento, pero si el suficiente para que silbara a través de las rendijas de la vieja casa de madera de los abuelos. 

La chimenea estaba encendida, la cena dispuesta, y por supuesto, el brandy preparado para el "traguito diario" del abuelo. 

Al abuelo Ventura le encantaban los cuentos de terror. Amaba cuanta historia pudiese conocer referente a fantasmas, y más amaba aún el poder compartirla después con nosotros, con sus nietos. 

Su voz se volvía de ultratumba mientras las luces de casa se apagaban, escuchándose tan solo el chisporroteo de la leña. Era ahí cuando empezaba a contar historias. 

Recuerdo bien aquella noche. Una noche en la que su voz era más lenta, más profunda, más grave.  Nosotros, sentados ante él, espectantes, mientras él arrastraba las sílabas y comenzaba su relato.


"Y es en tal noche como hoy, noche de difuntos, cuando las almas que no han logrado el descanso deambulan confusas. Algunas son pacíficas, pero otras... otras solo quieren hacer una garra con sus frías manos sobre los corazones.

Devoran las emociones. Se alimentan de la piel que siente el escalofrío y les gratifica la garganta que se seca. Les place el sonido de los latidos apresurados y emocionan los ojos que lloran. Disfrutan confundiendo la mente y entrecortan el aliento. Colocan su frialdad en los huesos, apuñalan de vacío el estómago. Debilitan las piernas y congelan el alma. Son las almas errantes enfadadas."


Y ahí, guardó silencio. 

Nos miramos sorprendidos. Pensamos que el abuelo había hecho una pausa, pero parecía que ese era todo el relato que iba a compartir con nosotros. Es cierto que habíamos comprobado que desde que murió la abuela, el abuelo dejaba a veces la mente en blanco. Sin embargo, jamás había dejado a medias sus cuentos, hasta ahora. 

Mi hermano Luis se burló, alegando que ya no contaba las historias con el mismo brío de antes. Fue ahí que el abuelo palideció. Primero de forma sutil, después intensamente, mientras una extraña sonrisa llenó su rostro que se volvió blanco como la cera. El frío de la habitación aumentó de forma considerable, mientras su expresión  se transformaba en una máscara que parecía de cera. 

Nos levantamos tan aprisa de nuestros asientos que poco faltó para caernos. Totalmente aterrados, observamos como el cuerpo del abuelo empezaba a levitar. Sus brazos se extendieron como si fuesen de humo y un fuerte viento sopló, haciendo que se acercasen a nosotros con la intención de tocarnos.  

De nuevo, se escuchó su voz. 

"Y ahora... ¿tenéis miedo?"

Su risa se rompió como una cascada al golpear la piedra... y de pronto, se detuvo. Su rostro volvió a transformarse y nos miró con un sentimiento muy distinto. Con amor, con pena, con nostalgia. 

"No dejéis de contar historias de terror en la noche de difuntos. De lo contrario, me obligaréis a volver" 

Y dicho esto, y ante nuestra total sorpresa, desapareció. 

Aterrados, asombrados, perplejos, nos miramos unos a otros sin saber qué había sido aquello. 

Lo comprendimos poco después, cuando descubrimos el cuerpo sin vida de abuelo, sonriendo burlonamente sobre su cama...






23 comentarios:

  1. ¡Cómo se las gastaba el abuelo! Jajaja
    Has recreado perfectamente una atmósfera invernal y terrorífica, me encanta.
    Besos.

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  2. Un cuento fascinante que nos deja en suspenso hasta el final, Margarita, un abrazo!

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  3. Margarita le has dado realismo a tu relato, utilizando la primera persona del plural, que lo hace cercano y tangible. Podemos ver las caras asustadas y sentir el miedo en el cuerpo. Muy bueno, amiga.
    Mi abrazo entrañable y mi felicitación por tus buenas letras, Margarita.

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    1. Muchísimas gracias amiga mía, fue un relato que escribí para la noche de Halloween, pero al final, no publiqué. Besos preciosa :D

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  4. Wow
    Sí, que fue aterrador, eh?
    Los muchachos querían divertirse escuchando al abuelo. No esperaban que las cosas irían más allá.

    Buenísimo relato, Margarita 🏙

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  5. Tremendo cuento, Margarita. Yo, que nunca tuve un abuelo que me contara cuentos, ni siquiera que me hablara, no puedo menos que envidiar a sus nietos.
    No se olvidan más de el, mirá que se la tenía guardada a esa...
    Muy bueno, abrazo.

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    1. Hola Náufrago, pues sí, fíjate como se las gastaba el abuelo, jajaja. Besos :D

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  6. 🙏 😊 🌈 💙
    Qué texto
    más bueno!!!!!!!!!!!!!!!!! 🙏😊🌈💙

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  7. ¡Que vengan ahora esas historias! Con qué delicada manera nos introduces en un ambiente entrañable, hogareño y familiar, Margarita. Un relato genial, amiga. Se agradece.
    Abrazo grande.,

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  8. No había leído la parte que quedó en principio oculta.... Todavía más maravilloso y mágico resulta aún..

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    1. Jajaja, ¡muchísimas gracias Teo! Me alegro mucho que te haya gustado. Besos amigo mio :D

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  9. Me gustan tus cuentos. Y este me ha sacado sonrisas. Abrazo

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  10. Holaaa ^^
    Me flipa, precioso =)

    Un abrazo :P

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  11. Sí, ya te lo he comentado Rajani. Te tengo en mi lista de blogs asiduos. Besos :D

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