Hojas de té

 

Había algo de sagrado en tu forma de acariciar aquellas flores frescas en el desván. Algo sumamente hermoso en como las yemas de tus dedos repasaban cada pétalo, al tiempo que tu mirada descansaba en la mañana.  

Después, como en un ritual, tomabas con delicadeza las aromáticas hojas de té y las vertías con calma en aquella tetera antigua. Te sentabas a esperar que el agua hirviese como quien espera un regalo de la vida, sin prisa. 

Sonreías al percibir como el aroma formaba una pequeña nube invisible y cómoda de antepasadas caricias.

Era el momento, la calma, la pausa, el sosiego, los recuerdos. Era un homenaje a las raíces y los ancestros. 

Después, te disolvías en esa nube invisible de aroma de té, dejando prendidas suaves notas de guqin en el alféizar de la ventana.

Jamás pude explicarme a mí misma la intensidad del sabor de aquél té que aparecía cada mañana ante mí, humeante e intenso, con suaves pétalos rosados sobre la superficie y, que al rozar mis labios me hacía escuchar mi nombre flotando en una época muy anterior... 

Nota: El guqin es un instrumento musical chico consistente en una citara de siete cuerdas.