La bruja

 

Ander tiene siete años. Desde que ocurrió lo de los cuervos, ya no le permiten internarse en el bosque a jugar. No en vano, él fue uno de los chicos que arrojaron las piedras a los pájaros, y a la niña cuervo de ojos grandes. Así que habrá de jugar el partido en la aldea.

Lleva botas nuevas. Bueno, más o menos nuevas. En realidad son heredadas de su hermano mayor, incluso una tiene un pequeño agujero en la punta. 

Su madre le ha pedido que hoy no llegue tarde y, sobre todo, que no se aleje. Su madre, como el resto de la aldea, tiene miedo después de lo que ocurrió con la hija del porquero. 

Así que hoy Ander no llegará tarde. Pero no porque tenga miedo, sino porque sabe que hay patatas para cenar, y no se fía de que sus hermanos le guarden alguna. Su madre sí, ella le guardará la más grande, porque dice que está muy pequeño para su edad. Se la dará a escondidas de sus hermanos guiñándole un ojo.

Y su padre aprovechará y les advertirá otra vez sobre la linde del bosque. Les hablará sobre esa niña que dice que las brujas han vuelto. 

Ander la vio llegar, dando traspiés, con el pelo cortado y sangre en la ropa. Él mismo se acercó a ella y le cogió la mano. Se asustó, porque ella tenía la mano muy fría.

Le preguntó su nombre, pero ella solo dijo que las brujas habían vuelto. 

- ¡Date prisa, Ander! - le llama la atención Hugo, su amigo -¡Mi padre me ha dicho que tengo que ayudar en la herrería!

Y Y Hugo le lanza la pelota con tanta fuerza, que termina enviándola lejos de la vista. Menudo marrón. Como la haya enviado a casa de Joselillo, se quedaron sin pelota. Tres les ha rajado ya. 

ACon alivio ve que no ha sido así. 

LLa pelota ha caído en casa de Pura, la señora esa tan redonda que se pasa el día barriendo y escuchando a los vecinos.  

— ¿Me la devuelve, por favor?

La mujer asiente y empuja la pelota con su escoba, pero lo hace tan mal, que termina cayendo tras unos helechos que hay en la parte de atrás de la casa, casi en el lindero del bosque.

Y Ander corre, adentrándose entre los helechos. Allí está. ¡Mierda! Ha caído sobre el barro.

La empieza a limpiar un poco sobre las hierbas que cubren el suelo. Algo cruje tras él. Mira hacia la casa de la señora Pura, pero la mujer ya no está.

Un nuevo crujido suena, mucho más fuerte. Y pasos. Pasos que se acercan.

Y él está justo en la linde del bosque.

Justo por donde la niña apareció.

De pronto siente miedo y corre. Sin explicación alguna, con la pelota embarrada contra la ropa. Menuda bronca le va a echar su madre. Se quedó sin la patata grande.

En la distancia alguien sonríe. Alguien de uñas retorcidas y mirada inyectada en sangre. La niña escapó, pero este no se escapa. Está hambrienta. Quizás sea muy delgado, pero con los huesos se hacen los mejores caldos.

—    Pronto niño, pronto... - promete. Y todos saben que una bruja, jamás rompe sus promesas...