Marianne, la serie de Netflix que casi me provoca un soponcio

Hola amigos míos. No se si sois aficionados a las series de terror. Yo no. Y no lo soy porque soy muy cobarde, y porque además, tengo una imaginación muy traicionera. No es agradable subir las escaleras y que de repente una maceta parezca que se mueve. Tampoco tiene gracia que tu hijo adolescente te pille mirando debajo de la cama. O asegurándote que no se ha metido nadie dentro del ropero, que encima te arrugaría la ropa y sería un fastidio. 

Pues bueno, aquí la menda lerenda, ve muy poca televisión, digamos que por incompatibilidades de horario. Por ello, mis hijos me dieron un consejo muy sabio... "Mamá, pon Netflix en tu vida". 

Y yo, que soy una buena madre, escuché el sabio consejo de mis hijos. 

Ahí comenzó una aventura. Cuando he terminado de ver todas las temporadas de "Juego de tronos", tenía canas. Y es que, veo las series como la canción... "despacito". Pero... una parte de mi se sintió atraída por "Marianne". 

¿Y ahora qué? Que sí, que yo había visto antes "Sabrina" Pero oye... que no es lo mismo. Pero claro, que si Marianne es la historia de una escritora. Que si tiene suspense. Que si no podrás dejar de verla...

¡Jolin! Al final terminé investigando, para llegar a la alarmante conclusión de que solo tenía una temporada, y... ocho capítulos. Algunos de poco más de media hora. ¡Genial! ¡Nada podía salir mal! ¿Verdad? 

Pues nada, nada más empezar el primer capítulo, yo ya lloraba a "moco tendío"... pero ¿dejé de verla? ¡¡¡Noooo!!! Adictiva total.

Y es que yo necesitaba saber qué le pasaba a esta muchacha. Escritora de renombre que huye siendo niña de su pueblo natal, con una tragedia que no se especifica al principio... pero que promete escocer. 

Pues nada, que la muchacha se hace famosísima y rica, gracias a una saga de novelas de terror que escribe, basadas en pesadillas que tenía de niña. Pero... cual es nuestra sorpresa, cuando resulta que descubre algo increíble tras una visita inesperada (de esas que nadie quiere tener). Y es que en la firma del que se supone el último libro de la saga, se entera de que la protagonista de sus novelas... bruja, demoniaca, totalmente loca, y con mucha, mucha, mucha mala leche... atormenta en realidad a la gente del pueblo, a su familia, a sus amigos... y a ella misma. 

Que le gusta a la muchacha meterse en los cuerpos y jugar un poquito, como en el de esta señora de la imagen de abajo, que es realmente encantadora...

Y es que hay gente que debería salir más. Pero vamos, que incluso, a la hora de un buen maquillaje, hay que ser original. Y si no, fíjense en la auténtica Marianne. ¿No es mona? 

Pues nada, que la historia engancha, pero tela, tela, tela. Porque uno quiere saber qué pasa, conocer la historia de esta bruja, y sobre todo, si Emma, la protagonista, conseguirá o no tirarle de los pelos a la bruja esta de mal genio. 

Pero que la serie tiene efectos impresionantes, de esos bonitos que a mi me gustan tanto, como manos que salen de los armarios, ojos que brillan en la oscuridad, o bonitos saquitos hechos con... uf, eso mejor no lo cuento. 

Para acabar esta loca entrada, contaros dos anécdotas, que casi supone que me de un soponcio viendo la serie. Que ya la he terminado de ver, porque no he tenido narices de levantar el culo del sofá. (De purito miedo)

Primera anécdota... ¿Quién continúa escribiendo una novela de brujas después de ver esta serie? Y es que a la prota todo se le rebela a lo bestia. Y cosa que escribe, cosa que pasa. Así que yo llevo varios días sin ser capaz de escribir la novela, y pensando dedicarme a escribir historias totalmente azucaradas. 

Y segunda anécdota... Resulta que mi hijo tuvo la delicadeza de venir a darme un beso de buenas noches, entrando en la habitación de puntillas y descalzo. Y yo que siento algo cerca, ya medio dormida, abro los ojos y veo una cara a dos centímetros de la mía... sin esperarla, y después de haber visto el final de la serie... 

Del chillido que metí he dejado sordo a mi hijo, y yo me he quedado afónica. He roto las tulipas de cristal de la lámpara del dormitorio, y el edredón se ha encogido. Todavía están llorando los cojines de la cama y el armario me vuelve la cara cuando me ve. Ha sido un auténtico drama. 

Conclusión final. Si te gustan las pelis de terror, terror, terror... no puedes perderte esta serie. Pero por favor, no la veas a solas, e intenta verla de día.