El café de Canterville, por Minerva Gallofré

¿Te apetece una taza de café? Quien dice café, también puede decir té, o quizás, un aromático chocolate caliente aderezado con un legendario huevo de dragón. ¿Te atreves?

Imagina una cafetería muy especial en los años 20. Una cafetería donde todo puede ocurrir. Una camarera con un don, uno que no todos pueden apreciar, te hablo de Margaret. Y es que...a las Margaret... se nos va la imaginación. Pero no es el caso de esta Margaret en concreto. Ella en realidad es alguien que puede aconsejarte de una forma excelente y extraordinaria sobre qué "te interesa tomar". Imagina... imagina que estás en un pequeño pueblo inglés colmado de relatos misteriosos originados por los sucesos sobrenaturales que envuelven a sus vecinos. 

Es así como costumbrismo e  intriga se enlazan de tal forma que solo la magia de Margaret puede ayudar a ver "más allá" de lo que parece. 

De mano de la editorial Tres inviernos, Minerva Gallofré alimenta nuestra imaginación y también nuestros deseos ávidos de magia sobrenatural. Pero no está sola en esta apasionante aventura, sino que le acompaña el ilustrador Diego A. Bartolomé. Daniel García Bardo también quiere transmitir su esencia mágica, y para ello, deja flotar en el ambiente las melodías de estas historias.

De forma independiente o unidas, cuatro cuentos narrados en el Café de Canterville. 

- El padre de mi madre tan solo tenía diecisete años el día en que, luchando en el frente, con los bolsillos vacíos y la cabeza llena de ideales, recibió su primera y última bala: una bala en el estómago.

- ¡Qué horror, señor Rider! - exclamó Margaret, apartando un cazo del fogón con la mano envuelta en un trapo. El fuego se ocupó de tragarse un par de gotas chorreantes, celebrándolo después con un aplauso hecho de chispas. Para entonces, la leche había llegado al punto delicado en que, sin llegar a quemarse, sacude su perfume de crema y entibia con él hasta la peor de las congojas...

("Burlamuertes")

Cualquiera habría intimado con las mismas llamas del infierno en una tarde de nieve semejante. Las últimas caricias del otoño habían esmaltado las calles con el llanto blanco de una tormenta, gélida en demasía, fría como los dedos de una plañidera aterida que llora sobre una lápida aún caliente...

(El lutier de las hadas)

- ¿Le apetece una taza? - le preguntó, sacudiendo la lata con suavidad. El forastero bosquejó una curva ascendente bajo su nariz. Era como ver sonreír al invierno.

- Por favor, señorita.

Margaret dispuso su magia de efecto liviano, su alquimia de almas y sabores, tratando de recordar cómo se preparaba el té rojo Pu Erh, o mejor dicho: como se debía recibir a su honorable espíritu. Cualquiera podía calentar agua con té, pero ella no trabajaba así. Ella amaba lo que hacía.

La divina inspiración de El Café de Canterville se arremolinó dentro de sus oídos, y los viejos duendes que moraban entre tazas y cucharas, hablando con crujidos de mueble, le susurraron el secreto de la escogida receta.

(Clave de réquiem)

Margaret calentó una pequeña olla de barro como si fuera el útero de una diosa agreste, y en el lecho del agua hirviente, burbujeando su entraña, vertió dos cucharadas de cacao puro. Dos, como dos golpes de tambor. Secas y profundas. El sabor de la tierra jamá´s profanada con el pie humano se antojaba azúcar y madera, con briznas de selva honda, de bestias de leyenda, de piel salvaje y desnuda...

(El camino del pozo)

Poco me queda que añadir, salvo que estos cuentos de Minerva me han parecido mágicos como la propia Margaret. 

¿Deseas leerlo?

Si te apetece conocer sus historias, además, es económico. Solo 3 euros en formato papel, y 0.94 euros en digital. 

Animénse a tomar una buena taza de historias