Cuento del día de Navidad

Mis queridos amigos que componéis este pergamino de sueños escritos... hoy os quiero contar un cuento. Pero no es un cuento cualquiera, sino el cuento del día de Navidad. 

Anoche fue noche de sueños. Para algunos de nosotros, fue un momento de reencuentro con la familia, al menos, con los más cercanos. Lo que en cada mesa había era lo de menos, pues lo que en realidad sirve es lo que hay alrededor de ella. De lo que se habla, lo que se siente, lo que se dice con palabras, y sobre todo, lo que se hace a través de los hechos. 

Familia. ¿Alguna vez os habéis parado a pensar cómo suena? Es una palabra musical. Si la pronuncias despacio, te llena la boca y hace que la lengua quede suspendida un momento hasta aposentarse... como si fuese una danza clásica. Llena el corazón.

Los dulces y el color son importantes, el rojo y el verde ya no son sevillistas y béticos, sino colores de Navidad que se complementan en una visión hermosa. El azúcar flota, y no me refiero solo a esa de la que quizás no deberíamos abusar, sino a la otra, a la que hace que se sienta meloso el corazón. A la que te hace sentir en el interior una sensación cálida que procede de ese... "momento". Ese aquí y ahora que por alguna razón aflora en estos días. 

No se trata de hacer dulces... sino con quién los haces. No se trata de admirar las luces, sino con quién las admiras. No se trata de colocar un árbol de Navidad o un portal de Belén... sino para quién estás dedicando tanto cariño, tiempo y dedicación. 

Seamos un poco niños, o mejor, seamos niños del todo. Sin importar la edad. Recuerda y piensa en que hace muy poco aun lo eras, y sin embargo, has crecido. El tiempo es rápido en su avance, no lo conviertas en tu enemigo. Sino en tu aliado. Se tú mismo quién dispone de tu propio tiempo. 

Juega, siente, saborea el instante, disfruta de todo aquello que sea importante para ti. Los mejores regalos no se pueden envolver en papel. Los mejores regalos están dentro de ti mismo, y necesitan ser entregados a aquellos que tú decidas. 

Dos campanas, la dualidad, el día y la noche, la alegría y la tristeza...

No para todos Navidad es sinónimo de alegría. También inspira una gran tristeza en muchos corazones por muchos motivos diversos. 

Y hay que respetarlo. No porque sea veinticinco de diciembre has de poner la risa en tu rostro como si fuese una especie de tatuaje. 

Por supuesto que no. 

Pero yo hoy voy a sonreír. Porque tengo una balanza con dos platillos, y en uno están mis miedos, dudas, y problemas. Y en la otra mis esperanzas, sueños y por supuesto... mi voluntad. Y claro, ésta última pesa mucho, y hace que esa parte de la balanza pese más. Así que qué queréis que os diga... yo os deseo mi feliz Navidad y os propongo un cuento. Un cuento del día de Navidad, donde tú mismo escribes la historia, y por supuesto, eres el personaje principal. Tienes la pluma, y la tinta, tienes el marco, la trama y las decisiones. Solo te falta decidir que giro ha de coger tu propia historia. Hoy eres tú quién escribe el cuento en el pergamino de sueños escritos de tu vida.

Feliz Navidad para todos.