23 de abril, DIA DEL LIBRO

Que soy una enamorada de los libros lo sabéis todos aquellos que me conocéis, bien personalmente, o bien a través de las redes. La lectura ha aportado a mi vida muy buenos momentos, y en los últimos años, además, un aliciente inmenso.

Antes de escribir Estatuas de sal, escribí Mundo de Cristal, dedicado a mi hermano Juan y a esa enfermedad del pulgar arriba, el Síndrome del Rubinstein Taybi. Si bien mi primer trabajo, fue una segunda versión que escribí sobre El Quijote, a la tierna edad de diez años.

Quizás por ello, me ha producido tanta ilusión que el próximo lunes, día 23 de abril, me hayan invitado al Colegio Público Pedro I de Carmona. El motivo de esa invitación es para la conmemoración del Día del Libro. Me siento emocionada y feliz de poder hablar con los niños, por primera vez, como alguien que escribe historias además de quién las lee.

Lo primero que sentí fue una gran emoción. Agradecimiento, entusiasmo, felicidad por esa propuesta de intentar transmitir a los más peques, qué es para mí este mundo. ¿Me creeran cuando les cuente que desde que aprendí a leer no he podido dejar de hacerlo?

Algunos de esos pequeños viven cerca de mí, es más, uno es mi propio sobrino. Sus padres me han contado las anécdotas. Están ilusionados porque van a conocer a una “escritora”. Madre mía, ¿qué haran cuando vean que la famosa escritora no es otra que aquella a la que ven a diario en el barrio? Tengo ganas de comprobarlo. Pero lo cierto es que esa palabra... “escritora”. Qué hermoso significado, aunque yo solo me considere aprendiz de ello.

Tomar un libro en mis manos, ese sentimiento de sentirlo entre mis dedos, y fundirme en sus páginas, es indescriptible. Intentaré hacerlo lo mejor posible y contagiarles un poco de ese amor. Para ello, he escrito varios cuentos que iré compartiendo con ellos, eso sí, ellos tendrán que participar. La idea es que lo vivan conmigo, que sientan el nerviosismo de querer conocer el desenlace, que se enfaden con “el malo” y quieran ser “héroes” de ese cuento.

Así que les he tendido una trampa, y ellos tendrán que participar conmigo. Les iré haciendo preguntas, y a razón de cómo contesten, así continuará el cuento. Espero que resulte y sientan esa alegría interna que puede transmitirte una buena historia.

Pero no son los niños los que leeréis esta entrada, sino vosotros, adultos. Y con vosotros qué comentar salvo que lo obvio. Lo que un buen libro te puede hacer llegar no tiene precio. Esa sensación que recorre tu cuerpo cuando te sientes identificado con un personaje, esos momentos de emoción que te llenan un pasaje y te hacen llorar sin poder, o querer evitarlo. El miedo en algunos momentos, de ése que luego no te dejan dormir recordándo una y otra vez, hasta que finalmente tomas el libro y sigues leyendo hasta el final.

En fin amigos, ¡FELIZ DÍA DEL LIBRO!

No importa el género, ni tampoco el autor, solo importa la conexión entre la historia y el lector.

“La escritura es la pintura de la voz”

Voltaire.

“Hay quienes no pueden imaginar un mundo sin pájaros; hay quienes no pueden imaginar un mundo sin agua; en lo que a mí se refiere, soy incapaz de imaginar un mundo sin libros.”

Jorge Luis Borges.

“Escribir era mi manera de golpear y abrazar. ¿Para que escribe uno si no es para juntar sus pedazos?

Eduardo Galeano

“Es mío el universo aunque tenga la cartera vacía porque tengo el bolsillo lleno de sueños”.

Charles Bukowski.

(Imágenes de Pixabay)