Olentzero

Hay historias, cuentos que nos narran nuestros abuelos y que perduran durante el tiempo. El caso del Olentzero vasco, es una historia que no ha llegado hasta mí a través de mis abuelos.  Sin embargo, mi buen amigo Ricardo, me llamó para saludarme en Nochebuena, y ahí, me explicó que él, su esposa Kristina y su pequeña Maider, estaban esperando al Olentzero.

Imaginaros  mi cara.   ¿A quién?

Le pregunté pensando que el resfriado o las malas comunicaciones saturadas de la noche habían creado una extraña palabra que para nada se parecía a Papa Noel. Yo soy de Reyes Magos, de ésos de toda la vida, pero hoy en día, cada vez son más a las familias que visita el señor de rostro amable, y blandito vientre, vestido de rojo.

Fue entonces cuando mi amigo empezó a contarme una historia hermosísima, verídica según la leyenda, que como buen cuento, me cautivó.

El Olentzero es un carbonero, un hombre grueso y algo desharrapado, por supuesto, manchado de carbón, y fumador de pipa. Eso sí, al igual que ese famoso señor llamado Papá Noel, el Olentzero también tiene su barriguita, pues es hombre de buen comer, que tiene también capón y huevos para tomar al día siguiente con una botella de vino. Vive aislado, no en el Polo Norte, sino en las montañas de Navarra , País Vasco, y País Vasco francés, donde permanece ausente todo el año, hasta la llegada del solsticio de invierno. Pero, al igual que los pastores que daban la buena nueva del nacimiento de Jesús, el Olentzero , al escuchar la noticia de su nacimiento en Noche Buena, baja a traer la buena nueva, a traer alegría y regalos para celebrarlo.  

Tanto es así, que en estas comunidades, en los hogares, la figura de este señor aparece como símbolo de lo que es la Navidad. Las chimeneas han de estar limpias para que pueda bajar por ellas sin problema, trayendo regalos a los niños buenos y dejando su carbón a los malos.

Se le representa sucio de carbón, pues simboliza el año que ya está acabando, el tiempo viejo, representándolos a veces con muñecos realizados con paja que se queman dando paso a la limpieza, al nuevo año, un nuevo camino, un nuevo comienzo. Época de lo bueno.  

El fuego no significa la destrucción de este personaje, sino su renovación. A veces, puede venir acompañado con Mari Domingi, su compañera, que le acompaña y ayuda en su labor.

Como es lógico, tiene su propia canción, y aquí se las dejo traducida al castellano.

“Olentzero se ha ido,

Al monte a trabajar,

Con la intención de hacer carbón.

Cuando ha oído que ha nacido Jesús,

Ha venido corriendo

A dar la buena noticia.

¡Míralo!, ¡Míralo!

¡Nuestro Olentzero!

Con la pipa entre dientes

Está sentado

También tiene gallos capón

Con sus huevos

Para merendar mañana

Con una botella de vino.

No podemos de ninguna forma

Llenar a Olentzero

Se ha comido él solo

Diez cerdos jóvenes.

Costilla y lomo

Un montón de intestinos,

Ha nacido Jesús

Y os tenéis que alegrar

¡Míralo!, ¡Míralo!...”

Con sinceridad, nunca había oído hablar de él, pero me ha encantado. Entre otras cosas porque conforma parte de las raíces, de las costumbres y leyendas de nuestro país. No sé a ustedes, pero a mí, que un señor que en principio no posee magia alguna, deje su aislamiento en la montaña para bajar a los pueblos a llevar alegría y regalos a las casas, me parece una historia muy bonita. 

Maider, perdona si no  he contado bien la historia, tú como niña posiblemente podrías haberla contado mejor. Pero en definitiva, amigos, yo quería compartirla con vosotros porque me pareció una historia preciosa.

Aquí en Andalucía, seguiremos esperando un poquito más, a nuestros tradicionales Reyes Magos, pero bueno, al igual que Papá Noel llega desde el Polo Norte, igual pueden escribir la carta al Olentzero, que está más cerquita de nosotros.  ;)