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Yo te cuento

domingo, 16 de octubre de 2016

Los espectadores


Despacio, con respeto, con disimulo, como si ninguno estuviese allí, el pequeño callejón situado tras la sacristía ha comenzado a llenarse de espectadores.

El primero en dejarse ver fue Pedro, como siempre, pendenciero y amigo de los conflictos, gran apostador por naturaleza y con ganas de “malmeter”. Decide sentarse en uno de los rebates de las casas del callejón, esperando, cual ave de rapiña. Claro, que él no es un espectador cualquiera, él es uno de los protagonistas de la tarde.


A continuación, Tomás, su primo, llega al posible lugar de los hechos. Poco después, un pequeño grupo de chicas, según ellas mismas, admiradoras de Luis, el otro protagonista de esta ecuación.

Muy poco después, simulando que se acercan por casualidad, silbando, con las manos en los bolsillos y el rostro distraído, llegan dos chicos más de la pandilla que se suele reunir en los recreos del colegio.

Y es que, según todos, esto se estaba viendo venir. Desde que Luis, recién llegado del pueblo de al lado, le guiñó el ojo a la novia de Pedro, el matón del colegio, la bronca estaba asegurada. Que no es Pedro chico de contenerse.

Yo mismo escuché las palabras que Pedro gritó a Luis, bien fuerte, para que todos lo oyesen.

“En el callejón que hay tras la iglesia, a las cinco en punto, tú y yo nos vemos las caras”

El rumor se extendió como la pólvora. ¿Acudirá el nuevo? Ésa es la pregunta que ha ido toda la mañana de boca en boca. “¡Pedro y el nuevo se van a pegar!, ¡El nuevo, ese chico bajito y endeble! ¡Pedro se lo va a comer!

No se ve entre los asistentes a la receptora del halago, según también se rumorea, ella no es partidaria de la violencia. Claro que otros dicen que va por ahí vanagloriándose de que dos chicos se van a tortear la cara por ella. De cualquier forma, aquí, el sector femenino representado por el grupo que finge salir de la iglesia, dará buena cuenta mañana de su versión.

Pedro se desespera y se levanta del rebate. Su rostro muestra una expresión  que se podría definir tanto de enfado, como de gallito de pelea vencedor.

Un gritito se escucha y un “Se va a liar, se va a liar”, se extiende. Luis acaba de aparecer.

Ambos chicos se acercan y ya, nadie disimula. Alrededor de ellos, se forma un coro.

- No quiero peleas -  se escucha a Luis.
- Lo sabía, eres un gallina - responde Pedro.
- ¡Que se peguen ya! - se escucha al fondo.
- Sé defenderme - insiste Luis. Su rostro pálido, pero su voz firme.
- ¡Ja! – responde el otro con actitud amenazante.
- No me gusta pelear, no me obligues a ello.
- Pues haberte quedado con mamita - le contesta el que tiene ganas de bronca lanzando el puño al rostro de su oponente.

Un silencio absoluto se impone. Respiraciones contenidas. El nuevo se ha agachado y ha propinado un fuerte empujón a su oponente en el estómago. Da la impresión de que su baja estatura, con respecto al otro, le ha servido para ello.
Sea como fuere, Pedro se dobla en dos como una bisagra y Luis retrocede.

Se escuchan voces y como surgido de la nada, aparece el párroco separando a los dos y dando una buena cachetada a cada uno.

-     Os espero el domingo en misa. Me ayudareis como monaguillos durante un par de meses, tal vez tres. ¡Y vosotros! ¡Me he quedado con todas vuestras caras! ¡Os quiero a todos en confesión el domingo o hablaré con vuestras madres!

El tono de voz del religioso fue bajo, pero escuchado por todos. Hay quien dice que Pedro no se pegará con nadie más, incluido el nuevo, en mucho tiempo. No es asiduo de la iglesia, pero lo es menos a enfadar a su padre… hermano del párroco.

Luis no protestó. Es cierto que no quería pelear. En cuanto a los demás… la iglesia nunca estuvo tan llena de niños dispuestos. El pueblo era pequeño y el párroco conocía a los padres de cada uno.


Moraleja: No está bien pelearse. Pero si lo haces, ¡no lo hagas tras la sacristía de una iglesia!


10 comentarios:

  1. ooooouuuu me encanto, jaja y en cierta forma me causo un poco de gracia el final n.n los espectadores.. y que los esperan en confesion :) me hizo recordar a mis catequesis cuando era pequeña e iba a la iglesa.. :)
    gracias Margarita por tus bellas historias

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    1. ¡Ja ja ja ! ¡Es que este cuento es casi, casi verídico, ja ja! ¡De aquella época! No fue exactamente así, no he podido evitar exagerarlo un poquito, pero sí que hubo una pelea tras el callejón de la sacristía, solo que todos corrimos antes de que llegara el sacerdote, ja ja.
      Muchos besos :D

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  2. Es muy bueno el cuento y la moraleja lo que más, suena graciosa aunque de valores reales como la vida misma, no está bien pelear aunque el ser humano a veces es un poco animal.

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    1. Pues si Sara, pero ¿sabes? Esta historia pasó en su mayor parte, ja ja. Sí, como te lo cuento. Han pasado ya unos añitos, pero lo recuerdo como si fuese ayer.
      Un beso Sara :D

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  3. Como me gusta el cuento, es bonito y con moraleja creo que deberíamos de pelearnos menos y dialogar más y aprender esto desde pequeños!!!

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    1. ¡Pues sí! Podemos aprender mucho de los niños. Aunque a veces hagan locuras, suelen salirles bien y además, con moraleja.
      Muchos besos Divinas :D

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  4. jajaja que buena historia, me ha gustado mucho! me ha recordado a esos momentos de mi infancia, los niños en el pueblo haciendo el bruto y quedando para pegarse...jeje..., suerte que tu historia no acaba nada mal y con la iglesia se toparon

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    1. Si, ja ja. Y nunca mejor dicho, no veas como corrían cuando llegó el sacerdote. Qué recuerdos...
      Muchos besos y gracias por comentar Mariló :D

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  5. Me encanta como escribes, todos y cada uno de tus cuentos o relatos tienen algo especial y este aparte de parecer verídico me ha gustado mucho sobre todo por la moraleja jejeje, muaks

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  6. No he podido evitar reirme con la escena de la reprimenda del cura. Al principio no entendía lo de la sacristía, pero con el resto de la historia ya cobró sentido. Lo veo muy del siglo XX, ahora no tendía el mismo efecto...Bss

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