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Yo te cuento

sábado, 30 de abril de 2016

Madre



¿Puede existir algo más hermoso que el amor de una madre? ¿Hay alguien más bello en el mundo para una hija a la que ha dado todo?

Se enfadará conmigo al ver la fotografía. No le gusta que la fotografíen. Pero no  he podido resistirme, porque además, así es como yo la veo. Así es ella por dentro.

Por fuera, el paso del tiempo ha jugado con su tez. Sus bellos ojos color oliva, muestran el cansancio y las vicisitudes del cuidador. El verdor intenso de antaño, transfigurado ahora en suave esplendor, aquél derivado del cansancio, de la lucha, de la lógica, del sinvivir por dar lo que no tiene, “todo”. Los párpados caídos sobre sus pestañas y esas bolsas bajo sus ojos, indicio del paso del tiempo, aquél al que no cedió.

Su rostro se ha arrugado, conservando la suavidad de antaño, ahora más maduro, más flexible, siempre extendiendo su mano. Muestra las noches en vela y las lágrimas derramadas ante los devenires de sus hijos, de sus trocitos de piel, de sus pequeños fragmentos coronarios, de su esencia como mujer.

El más pequeño de la casa es especial, indefenso ante la realidad, fiero ante la adversidad. Dime madre, luchadora, heroína de tu verdad, ¿cómo es posible que con tanta fiereza puedas luchar?

Escasas son sus risas, pero cuando acuden aprisa, sus ojos recuperan la chispa de antaño y su piel resplandece, aliviando un poco quizás el dolor que soportan esos huesos abatidos que se debilitan y esas articulaciones inflamadas. Engaña al tiempo tiñendo su cabello, pero no puede teñir su alma. Y aun así, siempre es capaz de soportar más, siempre poderosa, siempre capaz, por cuidar a los suyos, a sus trocitos de ser, a sus cachitos de vida.

De veras, ¿hay alguien más hermoso? Qué más da tu edad. Ahora setenta, después Dios dirá. Lo que importa es la supremacía del ser luchador, del héroe real, de aquél que antes que nada, y sin pedir un recibo, DA, DA, y DA.

Un beso para ti querida mamá. Te quiero, por tu apoyo, tu sello, tu identidad. Te quiero porque entregas por nosotros tu vida, tu libertad y dormiste tus sueños…. Y ahora… aquí estamos, solemnes testigos de la magia única del amor que solo tú puedes entregar. Y el tiempo pasa, pero yo sigo viéndote así, con tu pozo y tu brocal, con su mirada serena, con tu dulzura en el rostro, y tu fuerza de voluntad.

Tú eres la rosa exótica y fuerte, magnífica y espléndida, y yo, la margarita silvestre... 

TE QUIERO MAMÁ.





miércoles, 27 de abril de 2016

Erotismo







Erotismo son tus ojos, tus labios gruesos de pasiones y promesas de amor, tu cuerpo quizás no esbelto, pero sí repleto de imágenes calientes y amplias de esa sensación intensa que te hace sentir como se vierte tu interior…

Que no me mires así, que pierdo la fuerza de mis miembros, que ansío dejarme caer en tus brazos, redes adoradas por mi apostura, que el mundo es breve y simple, si lo llevas con la hermosura, de saberte amado y sentido, acariciado y expuesto, lisonjero de sentimientos, preso de caricias intensas, gritos exhaustos en la noche o en el día, que hagan que tu alma sea la mía. 


domingo, 24 de abril de 2016

Cinco deditos

Dicen que los niños son pequeños intelectuales inconscientes de ello, pequeños seres con un poder desconocido. También dicen que las madres son sus guías espirituales y las impulsoras de su fuerza. Lo cierto es que a veces, nuestros hijos nos hacen preguntas muy extrañas…

- Mamita, ¿por qué las estrellas tienen cinco deditos?
- ¿Por qué los tienes tú en tus manitas y pies?
- No lo sé mamita, ¡cuéntame!, ¡cuéntame!
- Pues piensa solecito mío. Es fácil. Pero te puedo ayudar. Uno es el sol que te da calor y vida. Otro la luna que te da fuerza y te permite soñar.
- ¡Qué bien mami! ¡Sigue por favor!
- Otro es el corazón, que te brinda el coraje y el amor…
- ¿Y los otros dos, mami?
- Uno es tu mente, que te hace pensar y decidir quién quieres ser y quién eres en realidad. El otro son tus miedos, que pueden hacer que el resto de deditos dejen de funcionar.

El niño quedó pensativo. Todo aquello sonaba convincente, pero…

- ¿Y cuál es cuál, mami?
- Nadie lo sabe. De esa forma, los cuidarás a todos por igual.
- Andaaaaaaa…

Aquella noche, aquella madre arropó a su pequeño y le dio un beso en la frente. Una forma de hacerle saber que le quería, que estaba ahí, cuidando de él. Que siempre podría contar con ella…

Y después se acostó. Su marido aún no había llegado. En los últimos meses trabajaba hasta caer rendido.

A las tres de la madrugada, un grito la despertó sobresaltada haciéndola correr hasta la habitación de su pequeño.

- ¿Qué ocurre pequeño mío?
- Oh, mami, tengo un problema, uno muy gordo – lloraba con una angustia inmensa.
- ¿Qué te pasa mi cielo?
- ¡Estoy asustado mami! Papi se cortó esta mañana en el dedo malo, ¡en el que te hace tener miedo! – lloró el pequeño.
- ¿Estás seguro? Papá es un hombre fuerte – le dijo ella intentando tranquilizarlo.
- Si mami, porque lo escuché al teléfono y le decía a su amiga Sofía que era su calorcito y su lunita y que tenía miedo de perderla. No te dije nada antes porque él me dijo que me compraría la bicicleta roja del escaparate de la esquina, pero ahora… oh, mami, ¿qué le va a pasar ahora a papi?

La mamá enderezó su espalda y crujió los huesos de sus manos.

- Tranquilo cariño. Solo te hablé de cinco deditos. Tenemos quince más, y mami tiene los otros quince para dedicarlos al completo a papá.



viernes, 22 de abril de 2016

Cuentos de la ternura

Ayer día 21 de abril tuve el gran honor de asistir a la presentación de un libro excepcional. “Cuentos de la ternura”.

El acto se celebró en la ciudad de Palma del Río, en Córdoba, ciudad por cierto, que me vio nacer. Desde la Asociación Amigos Camino de Futuro, surgió la idea de hacer una recopilación de cuentos infantiles en los que se tratase el tema de la diversidad.

Para ello, contactaron con un ángel en la tierra, Olga María Palmero y Gamboa, una mujer sin lugar a dudas “excepcional”. La respuesta de Olga María fue “Sí”, y cuando ella se compromete con un proyecto, que además va dirigido a algo tan bello, es imparable.

Además de colaborar con su propio cuento, “Toc, toc, toc”, cuya ilustración realizó su propio hijo Manuel Ángel, realizó la labor de supervisión y cuántas ideas han ido necesitando para este evento. Una de esas tareas ha sido la de coordinar la elaboración de los cuentos, donde catorce escritores, entre ellos familiares, e incluso, integrantes de la propia asociación, han ido elaborando con toda la ternura posible estas historias.

Desde mi pequeño rincón, quiero agradecer a la Asociación Amigos Camino de Futuro, y en especial a Olga María, el que me diese la oportunidad de colaborar en la elaboración del mencionado libro, cuya presentación fue la más entrañable a la que he asistido hasta el momento, pues no solo escuché mensajes llenos de amor, sino que también me convertí en niña a través de los dos cuentos relatados por Ana Belén y Olga María, cuentos relatados con tanto sentimiento que nos emocionaron a todos. 

También quiero agradecer desde aquí, la colaboración que José Manuel Rodríguez Pérez, compañero de taller de escritura de “Casa Tomada” en Sevilla, que nos regaló su magia a través del cuento “La mesa encantada”.

Así mismo, desde Carmona, dos compañeros del “Club Literario El Tintero”, de reciente creación y con gran espíritu de andadura literaria, llevaron a cabo sus respectivos cuentos. Esperanza Rodríguez León, nos deleitó con “La Pandilla Pirata”; mientras que Miguel Mejías Segura, desde Alemania, nos hizo soñar con “El abuelo que no sabía contar un solo cuento”.

En mi caso me atreví con dos cuentos que en algún momento compartiré con vosotros. Pero a quien quiero nombraros y agradecer su trabajo ha sido a mis dos ilustradores, Aurora Canto Carmona, mi hadita de la gran sonrisa y el corazón enorme; y a mi propio hijo, Francisco, que me hizo escribir el cuento tras el dibujo de coche de Formula I que había realizado, en lugar de hacerlo al revés, ja ja. 

Ambos fueron valientes y decididos en esto de la ilustración improvisada, y sin ellos, los cuentos no habrían sido lo mismo.

Y por último, quiero dar las gracias a todos aquellos amigos y familiares que me habéis encargado un cuento y que en pocos días os entregaré. Gracias a vosotros hemos podido colaborar un poquito con esta maravillosa asociación de amigos.

Para finalizar, voy a compartir con permiso de mi querida Olga María, un pequeño fragmento de su prólogo, que desde mi punto de vista… sería más bien un decálogo a seguir.

“En el fondo de cada cuento, al final de cada una de las palabras gastadas pero nunca vanas, pueden quedar pequeños ramos de escarcha. Una ruidosa alegría. Una invencible espera que nos quite el miedo a descubrir la necesidad que tenemos unos de otros y que nos haga entender que todos estamos ciegos de algo. Que no todas las piezas son perfectas, que algunas llevan astillas y que el orden de las cosas, de la naturaleza, de las emociones puede también desordenarse y romperse…”
“Olga María Palmero y Gamboa”
“Fragmento de prólogo de Cuentos de la Ternura”





martes, 19 de abril de 2016

Fantasma


No es fácil ser fantasma, creedme, sé de lo que hablo. Llevo muchos años muerta, ya he perdido la cuenta. Y además, qué más da, el tiempo es relativo para mí.

Reconozco que es divertido ser fantasma, puedo flotar, atravesar paredes, espiar a chicos, incluso aprender mucho, porque no veas el tiempo libre que tengo, por no tener en cuenta que la experiencia es la mejor profesora.

Pero hay algo que me atormenta, y es que echo mucho de menos el calor. Los seres queridos y el calor humano son difíciles de reemplazar. En la academia de fantasmas me hablaron de ello. La verdad, yo tenía en esos momentos tanto miedo por mi nueva situación, que no presté demasiada atención. Pero ahora, ya como fantasma veterana, me resigno ante muchas cosas, he aprendido a “fastasmear” con otras, me resigno, y por supuesto, siempre intento pasar inadvertida.

No sé si estaré haciendo algo ilegal, por lo del derecho a la intimidad y a la protección de datos, y todas esas historias que tenéis la gente de carne, como yo os defino desde hace ya algunos años, o tal vez debería decir siglos. Qué más da, como os dije antes, el tiempo es relativo. Que me demanden si no es apropiado. Yo voy a contaros la historia de una fantasma amiga mía. Se trata de Claudia. Es una fantasma muy simpática y bastante mona, digo yo, no entiendo mucho sobre como es el canon de belleza de la época. A mí, me parece mona. Sólo le veo un pequeño defecto. Y es que mi amiga fantasma Claudia, es de carne y hueso.

sábado, 16 de abril de 2016

Como las notas de una cancion

Érase una vez un niño, tan pequeño, tan pequeño, que vivía dentro de un guisante… pero aun así, tenía corazón de gigante, pues cada día, se levantaba, y con sumo cuidado, apartaba el edredón de su cama, que su mamá le había preparado con mucho amor, utilizando para ello una lupa, unas pinzas, y un trocito diminuto de pluma de halcón.

Azorado nuestro amigo descubrió, una mañana, de repente, que se había hecho mayor, y que en el guisante no cabía. Se preocupó mucho, muchísimo, pues ahora… ¿Dónde dormiría?

Pero entonces su mamá le trajo una caja de zapatos, envuelta en papel de regalo, repleta de sueños, juguetes comprados en una tienda de miniaturas, y un edredón nuevo, uniendo dos plumas del mismo halcón.

Siguió creciendo, sin poderse detener, y dejó atrás el tamaño de una nuez, para llegar a ser tan grande como una naranja, refrescante y dulce, que pasó a ser sandía y después tomar el tamaño de una silla. Su mamá le preparó una habitación hermosa, repleta de libros y puzzles, para que creciera aprendiendo y al fin, poder salir a la calle, que ya no había tanto peligro como cuando vivía en un guisante.

Pero cuando salió fuera, otros niños se rieron de él.

- ¿Por qué se ríen mamá? Si yo solo quiero jugar.
- Porque el mundo se burla de lo que no entiende, hijo mío. Y también se aprovecha de la bondad, que tu corazón es aún pequeño, pero mayor se hará. No los juzgues aún, algún día, puede que todo cambie… pero por favor, no cambies tú, que eres distinto a ellos, pero no mejor, ni peor, solo diferente… como las notas de una canción.

Así que el pequeño pensó, que quizás mamá tuviese razón. Él era distinto, pero  no por ello era peor.

Siguió creciendo y creciendo, y un día, la más alta copa de un árbol, con sus manos tocó. Mamá estaba asustada, pues no esperaba que creciese tanto, y seguía creciendo y creciendo… ya no podía hacerle un edredón.

- Nunca me hablaste de papá…
- Tu padre era un mago hijo, venido de otra dimensión, que me habló de la importancia de lo pequeño, de lo grande, y del amor. Te dejó como regalo, para aliviar mi corazón cuando se marchó. Y ahora, que te has hecho mayor, me vuelvo a sentir sola de nuevo. Llévame contigo allí arriba, que quiero ver el mundo desde el cielo.

Y así el pequeño, tomó a su madre en sus manos, y con suavidad, como ella hizo antes, le construyó una diminuta guarida entre las nubes, llenas de blanco algodón y risas. Y le preparó un edredón, con plumas de halcón, y le contaba cuentos por las noches, cuando deliraba en sueños, preguntando quién era, donde estaba… ¿cómo no recordaba todo lo anterior?

Y alguien le explicó a aquél niño, que tanto creció, que ella ya era mayor, que sufría de demencia, que una enfermedad llamada alzheimer la tomó, que soñaba con hijos pequeños que crecían en demasía, que creaba sus propios mundos, repletos de plumas de halcón. Ahora era diferente, era distinta a las demás mamas, pero el pequeño Facundo, la cuidaba igual, pues aun recordaba sus palabras, aquellas que un día soltó…  “Eres distinto a ellos, pero no mejor, ni peor, solo diferente… como las notas de una canción”


Así que ya sabes, si tu abuelo, o tu abuela está en casa contigo, y dice cosas que no comprendes, piensa que tal vez en su recuerdo, viva en otro lugar, ni mejor, ni peor, solo diferente… como las notas de una canción”. 


lunes, 11 de abril de 2016

Blancanieves III

La historia que hoy voy a compartir con vosotros, es algo peculiar. Se trata, de las aventuras y desventuras de Blancanieves III, descendiente de aquella otra que compartió destino con un gallardo príncipe y siete enanitos trabajadores. Todos conocen aquella historia, de cuya veracidad, nadie duda... más... muy pocos conocen la historia de esta Blancanieves, tercera en el linaje. Pero para no confundiros, voy a retroceder un pelín, pues todo proceso requiere de un camino a recorrer. Partiendo de un punto A, no llegamos a un determinado punto C, sin pasar por el punto B ¿Cierto?

Con este lío de letras, solo pretendo que entendáis algo sencillo. En su momento, nuestra Blancanieves primigenia, y su querido y amado príncipe, aquel hombre encantador y maravilloso que vestía calzas de lana ajustadas y no tenía ni un ápice de tripa, tuvieron una descendencia sin par. Aprovechando que tenían siete cuidadores cualificados, tuvieron una pequeña familia de catorce hijos, dos hijos para cada enanito, que se dedicaban a esta tarea fácil con alegría de espíritu ¡Ah! ¡Qué tiempos aquellos!

sábado, 9 de abril de 2016

Saborea una infusión



Últimamente no tomo demasiadas infusiones. A pesar de que siempre me gustaron, desde hace un tiempo a esta parte, suelo engancharme más al café. Pero hoy, mi cuerpo y las circunstancias, me piden tomar algún tipo de bebida que calme mis inquietudes.

Fuera, el día está transformando la mañana en tarde, y el cielo tiene un azul que amenaza con volverse gris, pero aun así, permanece azul. Quizás por todo esto, termino vertiendo el agua hervida en una infusión que contiene pasiflora entre otros. Lo cierto, es que también me veo necesitada de encender una vela y escuchar música celta relajante.

Todo esto me ayuda a detener un instante el ritmo frenético al que normalmente someto mi vida. ¿Merece la pena vivir con prisas? El tiempo, ya vuela solo.

Los genes de súper héroe que llevamos dentro intentan combatir estas sensaciones con una frase que te susurra que hay que estar activa. Y sí. Por supuesto que hay que estar activa, pero no enfermar a causa de ello. No se puede hacer la compra y preparar el almuerzo del día siguiente mientras tu hijo está en una clase de inglés que tan solo dura una hora. Porque al final de todo esto, dejaste la mitad de las compras sin hacer, y mañana, descubrirás con tristeza, pero no con asombro, que el almuerzo no es comestible.

Por ello, hoy he decidido pararme un poquito, ponerme cómoda, escuchar esa suave música de fondo… y con algo de suerte, tener una cita conmigo.

A mi lado tengo a “Orlando”, de Virginia Wolf. No había leído nada de esta escritora, y el libro me está resultando agridulce por así decirlo. Llevo poco leído, pero he notado “algo” rítmico que sin ser desagradable, llega a ser reiterativo. Y una parte de ese “algo” me recordó a mi propia forma de relatar, y también de vivir.

¿Quién sabe? Quizás esta infusión me ayude en mi melancolía de esta tarde. Mi niña del alma, aquella con la que no paso todo el tiempo que yo quisiera, se marcha. Vuela a kilómetros y kilómetros de distancia para encontrar aquello que no consigue en su país. Un trabajo tras terminar una brillante carrera universitaria. Y sí, se llama “carrera” por algo. Pero quizás no adviertan a los estudiantes que después de correr, tal vez no consigan sentarse.

Como no quiero desvariar, quizás solo pueda añadir que recomiendo con total sinceridad tomar esa taza de té, café, o quizás, una infusión, con vosotros mismos. Saboréala… pues ésa, precisamente ésa, solo la tomarás esta vez. Haz que sea especial.


El sol esconde sus rayos
Será que tiene sueño,
O tal vez quiera dejar reinar a la luna,
Y de esta forma,
adormecer su calor como consuelo.

Más dormida yo le espero,
Pues sin él, ni puedo, ni quiero.

Para que no sienta frío esperando,
La luna me susurra cantos,
Y me arropan las nubes de algodón blando.

A pesar de la distancia,
Y la supuesta lejanía,
Tu madre aquí estará esperando,
Como al sol, cada día.



martes, 5 de abril de 2016

Tejiendo sueños




Doña Jacinta creció soñando, con tejer hilos de seda y plata, engarzados en el recuerdo de aquél que fue su amante pirata. Y tuvo su sueño tanta fuerza, tanto brío y templanza, que de él crecieron tres hijas, delgadas cual la paja, pero con el talle fuerte del bambú y el vuelo de la hojarasca.

Leonor llamó a  la primera, la segunda fue Florencia, e Isabela la tercera… que tres fueron las piezas de tela, que sus arrugadas manos forjaron, que de sueños no se vive, pero sí del calor humano. 


sábado, 2 de abril de 2016

Alas de mariposa

Ha vuelto a pasar. Estoy aquí sentado, esperando su llegada, admirado por este cielo, que de nuevo, se ha vestido imitando las tonalidades de Suzanne, de la pequeña Suzanne, la alada. No es lógico bautizar a una mariposa con nombre de mujer, pero el día en que las conocí a ambas, no pude resistirme a ello, ya que la similitud entre una y otra, era abrumadora. Qué curioso el tiempo, parece que fue ayer mismo cuando comencé mi aventura con ambas, pero, ha pasado tanto desde entonces...

En más de una ocasión me catalogaron como homosexual. Al parecer, es algo inusual que un hombre se fije en el ocaso y lo alabe sin más. Los tonos que tiñen el cielo, como anuncio de que el día acaba, son los más hermosos para mí. Algunos prefieren el amanecer, esas promesas que están por venir. Pero yo… soy más de ocasos y comienzos nocturnos, donde el cielo al completo se inunda de pequeñas luces brillantes que endulzan la luna. Sí. Hay quien dice que soy homosexual.

En su día, también hubo alguien que me catalogó como poeta, tal vez por mi afición a garabatear trocitos de vida en los lugares más insólitos. Servilletas de papel, hojas sueltas llegadas a mí por azar, algún reverso de una carpeta, periódicos antiguos… y esa costumbre mía me llevo hasta ellas, de esta forma curiosa, y en la misma tarde, ambas fueron acariciadas por mis letras garabateadas, esta vez, en aquella servilleta  rugosa de esta pequeña terraza situada a orillas del Guadalquivir.

La primera en llegar fue la de cuerpecito pequeño y alas grandes...