Páginas

Yo te cuento

viernes, 25 de diciembre de 2015

Mora

Almudena se había levantado bastante temprano, hoy tenía una visita especial, debía de trabajar con un grupo que venía a visitar su amada Mezquita desde muy lejos. Intentaría, como hacia cada vez que mostraba el alma de este monumento, transmitir lo que representaba al milímetro. Siempre disfrutó con su trabajo como guía turística, pero desde que fue encomendada con exclusividad a La Mezquita era feliz. Este lugar le transmitía una paz y una seguridad indescriptibles.  

El grupo la esperaba a la hora fijada y ella saludó a todos y comenzó el recorrido. Todos la escuchaban, pero había alguien en el grupo que la estaba poniendo algo nerviosa. Era un hombre de piel morena y ojos grandes y oscuros. La miraba imperturbable, como si la conociese. Su mirada no se despegaba de ella ni un solo instante...


Aun así, continuó con las explicaciones y volvió a repetir la cantinela relativa a la construcción de la Mezquita al lado del alcázar o palacio del califa y dentro de la medina o ciudad islámica.

Señaló su “quibla” o muro orientado hacia la Meca, explicando que se rezaba en esa dirección. En medio de ese muro se sitúa el “mihrab” que es una pequeña capilla o nicho muy decorado porque es el lugar más sagrado, donde se coloca el “imam” que dirige la oración y recuerda el lugar de la casa de Mahoma desde el que el profeta dirigía la plegaria. Al lado del “mihrab” se coloca una especie de púlpito llamado “minbar”. La rica decoración del mihrab se prolonga en el espacio que hay delante y se aísla del resto de la sala de oración para reservarlo al califa y las grandes autoridades. Este espacio se llama “maqsura”.

Como cada día, Almudena percibió los rostros de admiración y sorpresa. De todos menos de él. Él solo la miraba a ella.

Terminó su turno y decidió que era hora de marcharse a casa. Ya iba a salir cuando vio un objeto extraño al lado de una de las columnas. Tenía forma de tetera y le hizo sonreír, el entorno dónde se hallaba y aquél objeto allí, la hizo recordar a la lámpara de Aladino de los cuentos.

Se dirigió hacia ella casi con reverencia. Observo a su alrededor, ya no había nadie allí dentro. De pronto tuvo la necesidad imperiosa de tocarla, de pasar suavemente las manos por su exterior liso, cromado… Cuando se quiso dar cuenta la tenía en sus manos, y lo que es peor, ¡la estaba frotando!

Una especie de humo azulado salió de aquella especie de tetera y Almudena creía que iba a sufrir un infarto porque notaba su corazón a mil por hora.

·         Hola querida Ama.- soltó de pronto una especie de señor que se formó de aquel humo azul.
·         ¡Señor! ¡Qué broma es ésta!
·         ¿Broma? No, el concepto que yo tengo registrado de broma es diferente al concepto que en estos instantes se establece entre nosotros, ama.
·         ¿Eres un genio? Por favor, dime que no, dime que he tomado algo o que he trabajado muchas horas y que necesito descansar.
·         No soy exactamente un genio, pero se me puede denominar algo parecido. ¿No me reconoces?
·         No… Espera un momento, ¡yo te he visto antes! ¡Hoy! ¡Has estado todo el día tras de mí en la visita guiada!
·         Pues… sí, así es. Veo que después de todo te fijaste en mí, querida ama.
·         ¿Ama? ¡Me has dicho que no eres un genio!
·         Y no lo soy, o al menos, no soy un genio de los de Aladino que concede tres deseos. Yo soy diferente. Mi misión es enseñarte algo importante que debes saber.
·         No entiendo.
·         Soy un antepasado tuyo, y sí, me he acercado a ti de una forma algo peculiar, pero no te alarmes, cuando te muestre lo que quiero enseñarte desapareceré y pensaras que solo he sido un extraño sueño.
·          No entiendo nada.
·         Lo sé, Almudena. Lo sé.

Antes de que ella reaccionase, él se acercó y le tomó la mano. De pronto Almudena se sintió ligera como una pluma, como si ella también fuese de humo. Sintió como su cuerpo dejaba de pesarle y poco a poco se iba transformando en humo rosado y se mezclaba con aquel humo azul entrando juntos en aquella especie de tetera.
“Me he vuelto loca”, “Totalmente loca”.

De pronto sintió que de nuevo tenía cuerpo, si bien se sentía flotar. Esperaba estar dentro de alguna estancia bellamente decorada con cojines de colores y bellos elementos, pero en lugar de eso se encontró volando por un desierto y… de pronto volvió a ver su Córdoba querida, pero desde el aire. Su cuerpo cayó de golpe. Y entonces notó que estaba vestida con ropajes antiguos árabes. Su cara estaba cubierta por un velo muy liviano.  Y ante ella, el hombre misterioso vestido con ropa también de antaño le sonreía.

·         Este es tu pasado Almudena. ¿Me recuerdas al fin?

Todo encajó en su sitio. Almudena empezó a ver imágenes en su cerebro. Imágenes de ella viviendo con aquel hombre, riendo juntos, pero con respeto, imágenes de ella en un mundo que le era muy conocido a través de los textos pero que jamás había visitado. Se encontraba en la Córdoba de la época islámica. La ropa, la gente, todo a su alrededor. La Mezquita no era la misma. Era más pequeña. El muro de la qibla estaba orientado hacia el sur, y había once naves en la sala de oración con doce tramos

·         ¡Estamos en la época del califa Abd-al-Rahman I!
·         Soy descendiente del califa y mi misión era traerte a su época. Tu época. Tú viviste aquí. Ahora, al cabo de los años, de los siglos, mi misión era localizarte en el tiempo y hacerte revivir. Hacerte recordar. Por eso pones tanto interés en tu trabajo. Por eso amas tanto todo lo relacionado con lo musulmán.
·         Pero… yo nací en Granada ¡hace treinta años!
·         Lo sé. Pero también viviste aquí, y eres de aquí. De Córdoba. Pero de la Córdoba musulmana.

La muchacha notó una especie de vértigo y de nuevo volvió a ver imágenes de tiempo atrás. No dudó, había vivido allí hacía siglos.

Observó como la Mezquita crecía con Abd-Al-Rahman II que derribó el muro de la qibla y amplió las naves en ocho tramos.

Al-Hakem II hizo la ampliación más bella con un nuevo muro de oración y un nuevo mihrab. Con cuatro cúpulas, una en la nave central, en el eje del mihrab y situada en el lugar en que se comenzó la tercera ampliación y otras tres en la maqsura.
Almanzor añadió ocho nuevas naves hacia el este…

·         ¡Ya recuerdo!
·         ¿De veras ama?
·         Ya recuerdo Abdul. Siempre me serviste bien. Siempre fuiste fiel a mí.

Abbul se arrodilló ante ella mientras de forma misteriosa, ella observaba como su ropaje antiguo era sustituido ahora por otro bien distinto, un leve corpiño y unos pantalones de gasa casi traslúcida. Su pelo crecía hasta la cintura y sus ojos… brillaban emocionados.

·         Me fuiste fiel en cada ampliación, en cada cambio. Cuando era la Basílica Cristiana de San Vicente, cuando me volví yo misma…

Lo recordó todo.

·         Gracias Abdul por traerme de nuevo. Acabo de sentir quién soy. Acabo de darme cuenta. Yo soy LA MEZQUITA CORDOBESA.
·         Sí señora. El espíritu de la Mezquita antigua en el cuerpo de una mujer. Una bella mujer de grandes ojos negros.
·         ¿No recordaré nada de esto?
·         Me temo que no todo, señora. Sólo recordará su amor a Córdoba.
·         Sea así, pues, querido Abdul. ¿Te volveré a ver?
·         Sí señora. Dentro de unos siglos más volveré y volveré a recordarle quien es. Siempre mantendré vivo y despierto su espíritu. No importa en qué época viva, ni tampoco los cambios que van transcurriendo en la historia… yo siempre le devolveré su espíritu.

Unas horas después, alguien descubrió el cuerpo de Almudena tumbado en el suelo. Estaba pálida y tenía el pulso débil, pero su rostro mostraba una belleza singular.


Sus jefes le recomendaron unas vacaciones que ella no quiso aceptar. Todos los grupos querían que fuese aquella joven de grandes ojos negros quién les guiase en los misterios de aquél otro mundo, lo hacía con tanta fuerza… que algunos rumoreaban que aquella joven y La Mezquita eran una sola. Pero es no era posible, ¿verdad? 






6 comentarios:

  1. Margarita ojala yo tambien algun dia yo encuentre un genio tambien seria fabuloso. Volver a donde se pertenece.
    Feliz Dia guapa!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Gracias Sonatina! Sí, yo creo que todos añoramos el lugar del que partimos, aunque solo sea un poquito, porque ya hayamos construido nuestra vida en otro lugar. ¡Feliz día a ti también! :)

      Eliminar
  2. EScribes genial!!1 me ha trasladado a otro lugar

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchísimas gracias cariño. Un beso muy fuerte y no sabes la alegría que me das. Un beso gigante :)

      Eliminar
  3. Estimada escritora-soñadora, noto con satisfacción que no ha perdido usted ni un ápice de ese don que siempre la ha acompañado, sigue escribiendo como los ángeles.
    Desgraciadamente nunca he visitado la Mezquita, pediré al genio de la lámpara que si alguna vez lo hago pueda ir acompañado de usted.

    ResponderEliminar
  4. Muchas gracias. La verdad es que "Mora" forma parte de los cuentos que escribí hace tiempo, quizás un poquito retocado, jaja. ¿Nunca has visitado la Mezquita? Pues conmigo o sin mí, deberías hacerlo si tienes la oportunidad para ello. ¡Es una maravilla! (Y ya de paso, visita Córdoba entera, incluido su puente. Merece la pena) :)

    ResponderEliminar