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Yo te cuento

miércoles, 9 de diciembre de 2015

El examen

Confieso que hoy ha sido complicado levantarme. Los exámenes finales siempre fueron mi pesadilla más atroz, el muro más infranqueable. Sin embargo, hoy parecen haberse conjugado los astros en mi contra, pues los exámenes no son lo único que me causan asfixia. Mi sudadera de la suerte no está lavada.

- ¡Mamá! - grito con toda la fuerza de mi nerviosismo. - ¿Dónde está mi sudadera del Campus? ¡La necesito hoy sin falta!

El bello rostro de mi madre asoma por la ventana con una sonrisa que podía deslumbrar a un ciego. Oh, oh, mala señal.

- ¿Me creerás si te digo que pensé que la había lavado? Puedes ponerte la camisa blanca, te hace parecer muy formal.
- Odio la camisa blanca mamá. Parezco un pijo de capirote, ¡todos me mirarán!
- No seas tonto Tomás. Con la camisa blanca estás de escándalo.

Media hora después, salgo por la puerta de casa, con cara de pocos amigos, el vaquero que me aprieta el estómago, y la dichosa camisa blanca. No puedo dejar de pensar que mi madre ha urdido este plan a propósito. ¿Qué niño de once años va al cole con camisa?

Enderezo la espalda y me apresuro. Hoy es un poco más tarde. El ruido conocido del viejo motor del autobús escolar se aleja en lugar de acercarse. Apresuro el paso hacia la parada, ya está a la vuelta de la esquina. Al girar, observo incrédulo como el culo del autobús se aleja y corro despavorido agitando los brazos hasta donde me es posible con esta dichosa camisa.

¿Puede empeorar algo más? El examen es dentro de veinte minutos y yo estoy muy lejos aun del colegio. Empiezo a correr. Por suerte, si conseguí ponerme mis zapatos de deporte. Empiezo a correr y siento que estoy liberado del peso de la mochila. Freno y observo como mis cosas están esparcidas por todos lados. ¡La dichosa correa de mi vieja mochila se ha roto! Ahora si que siento ganas de llorar.

- ¿Tomás? ¿Qué te pasa, hijo?

El señor Juan, vecino del barrio que pienso está cerca de cumplir los cien años, me mira con cara compasiva.
- Se me rompió la mochila. ¡Y tengo un examen! ¡También perdí el autobús!

El hombre mira a su alrededor y saca una bolsa de plástico del bolsillo trasero de su pantalón. Esto debe ser una broma.

- Mete aquí tus libros.

Me enseña orgulloso una bolsa que tiene un agujero inmenso en la esquina. Siento el sudor en mi frente y en mis axilas, pero no me puedo poner tiquismiquis.

- Gracias señor.

Como puedo, meto mis libros en aquella bolsa rota y coloco mi lápiz y mis bolígrafos en el bolsillo de mi camisa, el botón no les dejará salir. Por fin encuentro una utilidad a esta incómoda cosa.

De nuevo, vuelo hacia el colegio. A unos cinco minutos escucho el sonido de la sirena e intento acelerar, pero mis piernas no me responden.

Diez minutos después llego a clase. Empujo la puerta de clase y todos me miran sorprendidos y arrancan a reir a carcajadas. Todos, menos la señorita María. Ella permanece seria y se acerca con rapidez hacia mí.

- ¿Has tenido un accidente Tomás?

Durante un instante pienso en mentir, pero luego recuerdo que María conoce al señor Juan y también a mi madre. Igual no me conviene empeorar las cosas.

- Perdí el autobús. Y se rompió mi mochila.
- Y se estropeó tu camisa blanca – me susurra.

Miro hacia donde los ojos de la profesora dirigen su mirada y compruebo como una inmensa mancha azul se extiende por toda la superficie de la camisa favorita de mi madre. ¡Lo que faltaba! Ahora sí que siento deseos de llorar. Imagino mis pintas con esa mancha, el sudor en la camisa, los libros en una bolsa raída de plástico...

- Por favor seño, ¿puedo hacer ya el examen?
- ¿Examen?
- ¡El examen de mates! - termino gritando.
- Hoy no es tu día Tomás, está claro. El examen se pasó a mañana. ¿Es que no escuchas en clase?

Genial. Al menos mañana no podré volver a ponerme la camisa blanca. 




2 comentarios:

  1. Awww totalmente me relaciono Margarita, tenia mi sweater favorito y hacia las mismas preguntas a mi madre, y lo de confundir los dias soy aun la reina jajajaaj un besooootootee!

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    1. Ja ja ja, ¿a qué sí? Yo creo que a todos nos ha pasado algo parecido. Menos mal que los exámenes quedaron atrás, aunque ahora les toca a nuestros hijos. Muchos besos cariño :)

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