Gracias por estar, gracias por ser, gracias por regalar momentos.
Hoy enciendo una vela, la he aromatizado con vuestro cariño y en su mecha hay una meta, que los deseos existan, que se tenga la suficiente fuerza para soñar, la ilusión de la niñez, la visión de quién es tenaz.
En mis manos tomé papel de colores. Lo doblé por los bordes y les di forma alargada. Con sumo cuidado los cosí a la gruesa lana oscura que guardaba en la antiquísima cómoda de la abuela.
Entoné una canción mientras mis dedos volaban mientras unía papel y lana. Con sumo amor, los deposité en mi jardín, acariciando el tacto suave y contándoles historias de grandes bosques que guardaban deseos en sus hojas.
No me extrañó que tras una hermosa noche de estrellas fugaces, hermosos árboles de tacto de papel y suaves troncos de lana hubiesen crecido, cual árboles auténticos, en un bosque que guardaba deseos de terciopelo.
¿El secreto?
Solo hemos de creer que es posible para que lo sea.
Si tuviese en mis manos el poder de moldear el mundo, lo dibujaría más suave en los contornos difuminados por el miedo, e intensificaría los colores amables, dibujaría besos colgantes y regalaría chispas de vida.
Hagamos de esta Navidad algo más que una fecha.
Os deseo una muy hermosa Navidad, donde se dibujen sonrisas y la esperanza al fin, tiña de verde nuestra nieve de ilusión.
Tú
Sí, tú.
¿Cómo estás?
Te regalo una sonrisa
Y te propongo un juego
Te propongo un poco de silencio
Escucha. Son los latidos de tu corazón.
¿Sientes el cosquilleo recorriendo tus dedos?
¿Esa música son tus sueños? Tal vez, sea un beso
O tus deseos
Feliz Navidad
"No quiero bordados de seda
hechos con una paciencia que supera lo creíble,
ni flores que lanzan su alegre tristeza
contra mis ojos,
ni perfumes fabricados
en dobles jornadas laborales..."
Fragmento de "Cumpleaños"
Hola queridos amigos, con este poema de Consuelo de la Torre, que nuestra amiga Ester compartió en su blog, supe que "Ángulos" me iba a gustar.
En cada mirada, en cada momento: tu recuerdo. En los aromas, incluso los sabores, en los colores y en los retazos del ayer: tu recuerdo. Jamás fui tan consciente de tu presencia como lo soy ahora. Siempre fuimos cómplices, fuiste el mejor consejero y sobre todo, el más justo. No tenías miedo a decirme blanco si no era negro, no tenías miedo a cogerme de la mano y adentrarme de nuevo en el camino si mis pies se iban a la deriva.
Y es que cuando alguien es tan especial como lo has sido tú, jamás, jamás, jamás... se podrá borrar tu recuerdo, al que yo me aferro, no con pena, sino con la dicha de haberte tenido en mi vida; con la dicha de ser tu hija.
Las Navidades han invadido nuestras calles a través de suspiros que se cuelgan de las luces o regalos que parecen inalcanzables. Lo cotidiano se engalana y el paseo rutinario de cada día, es ahora algo diferente. El color cuelga de los cables del tendido eléctrico y también, por qué no, viste aquellas paredes de piedra vacías durante el resto del año.
He querido compartir con vosotros mi recorrido diario desde casa al trabajo. Siempre es un recorrido hermoso, ahora además, es mágico.
Hubo una época de mi vida en la que todo se puso patas arriba. De eso hace más de una década. Mi hijo era muy pequeño, mi hija una adolescente.
Hube de enfrentar una situación que me desniveló a nivel emocional, y necesité un tiempo para encontrar de nuevo mi equilibrio. Fue entonces que una amiga mía me dijo... ¿Por qué no dibujas mandalas?
Y así fue como de una mota invisible surgió una chispa que se extendió como hojas al viento, mientras las delgadas ramas del destino se estiraban, alargándose de forma lánguida, como cuando un reguero de agua desciende.
Tu beso llenó mi alma...
Se hizo el todo de la nada.
A Carlos se le abría la boca y le brillaba la mirada cada vez que veía las enormes guirnaldas de la ciudad. Entre luces de colores y sonidos de campanas, el pequeño observaba de manos de su madre, el espectáculo de luces que cubría cada rincón.
En su casa, la Navidad, pasaba de largo...
Me gustaría envolver este momento con papel de cuentos. Cada letra perfumada con sonrisa de hada y cubierta de polvo de historias. Lo envolvería con amor, le dedicaría ilusión y esperanza y lo sujetaría con el más fuerte cordel que he podido encontrar... el de la confianza.
Me gustaría regalarte momentos que pudieses disfrutar cuando más lo necesitaras.
¿Te animas a regalar momentos?
Si, se que para muchos es el Día Internacional de las personas con discapacidad. Pero es que a mí esa palabra no me convence, prefiero pensar en capacidades diferentes. Capacidades de ver la vida desde otro ángulo, con otros sentimientos, con otras inquietudes. Capacidad de valorar cosas tan sencillas, y sin embargo a veces ausentes, como el cariño más sincero. Capacidad de luchar día a día y hacerse valer. Capacidad de hacer oídos sordos a los que infravaloran o se burlan. Capacidad de saborear la vida a sorbos...
¿Verdad que son personas con capacidades diferentes?
¿Hay algún libro que siempre habéis dicho que queríais leer, pero nunca llegaba el momento?
En mi caso, Drácula.
Y he aquí, que yo que no suelo hacer lecturas conjuntas, comienzo una de mano de @descubriendohistorias... Y bueno, cual es mi sorpresa cuando me comentan que la lectura para el mes de noviembre es Drácula, de Bram Stoker.
¿Qué deciros de esta apasionante novela?
Creo que no es necesaria una sinopsis, pues todos sabemos de qué trata, ¿cierto? Sin embargo, he de deciros que me he quedado alucinada al adentrarme en sus páginas. El estilo epistolar no ha impedido la rapidez en su lectura. Al contrario, permite poder interpretar la historia desde muchos ángulos y opiniones, a través de diarios y cartas, que por otra parte eran muy usuales en la época.