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Yo te cuento

jueves, 30 de junio de 2016

¿Rendición?

Cuarenta y dos grados en la calle, y yo… tengo frío. Miro la piel erizada de mis brazos mientras siento que un fuerte sentimiento de impotencia me recorre. Todas mis expectativas puestas por completo en un sueño a punto de realizarse… que jamás se cumple.

Cada vez que la meta está cerca, algo la aleja. Cada vez que siento que puedo extender mi mano y tocar el fin ansiado… algo lo empuja con violencia.

No puedo más. No es justo. No merezco esto…

Es tan dulce pensar que puedo rendirme sin más... ¿Por qué no? Dejarme llevar sin nadar contra la corriente. Dejar que se evada y vuele libre ese sueño quizás inalcanzable…

Es entonces cuando recuerdo tantos momentos duros que quedaron atrás.

Es entonces cuando recuerdo que no puedo pretender que nadie haga por mí lo que yo solo puedo hacer. ¡¡Tomar las riendas!! Y es entonces cuando el calor llega a mi piel y mi sangre. Es entonces cuando a pesar del cansancio levanto la cabeza y grito con fuerza y rabia. ¡Jamás! ¡Jamás de los jamases! ¡Lucharé hasta el fin y conseguiré mi propósito! Lo haré. Porque esta vida te da una de cal y otra de arena, y te enseña… que no se consiga el premio sin luchar por él.



domingo, 26 de junio de 2016

A solas con... Manuela

Hola amigos. Hace ya unos meses, asistí a un evento organizado en reconocimiento a la mujer trabajadora. Allí me encontré con mis amigas, Noelia Medina y Mª Carmen Fernández, acompañadas de Manoli Prieto Martínez. Las tres se encontraban promocionando la venta de sus libros. Noelia, con su “Hoy he soñado contigo”; Mª Carmen con “Tú no eres mi amigo”; y Manoli con “A solas con…Manuela”.

Me gusta escribir y admiro el valor de aquellas personas que se atreven a publicar. Ya había comprado el libro de mis amigas, pero no tenía el de Manoli. Cuando hablé con ella y me contó que eran anécdotas, pequeños trocitos de su vida, sus experiencias, sentimientos e inquietudes, me produjo una gran curiosidad. Todo ello unido a la simpatía y dulzura de la escritora, no hizo más que alentarme a leer, sumergirme en su mundo.

jueves, 23 de junio de 2016

La noche de San Juan

El viejo José intentaba subir aquella cuesta vertiginosa, que crecía y crecía más y más, conforme el calor aumentaba.

A sus ochenta y cinco años, y conforme a sus propias palabras, era el hombre más feliz del pueblo. Tal vez ésa fuese una afirmación algo presuntuosa, pero lo que sí es cierto, es que cuando nuestro querido amigo llegaba con sus cántaros de agua a lo alto de la cima, se sentía así.

A pesar del calor asfixiante y su avanzada edad, el anciano llevaba los cántaros de agua al molino como si en ello le fuese la vida. Era una costumbre, al igual que la de que cada noche, después de cenar, el viejo José, como él  mismo se nombraba, acudía a la plaza del pequeño pueblecito donde vivía y se sentaba en un banco rodeado de todos aquellos niños que querían escuchar sus historias.

sábado, 18 de junio de 2016

Una cerilla


Hola amigos. Parece que esta semana estoy melancólica. Pues no. Estoy por así decirlo, recordando inicios. Así que hoy voy a compartir con vosotros el primer cuento que Pergamino de Sueños Escritos os contó. Espero que os guste...

UNA CERILLA


El pequeño Mario sintió que por fin conocía el auténtico significado de la palabra felicidad. Allí, escondido en el granero, entre toda aquella paja seca, estaba a salvo. Con gran regocijo y mucho sigilo, saboreando el momento, casi con reverencia, abrió la cajita de cartón que tenía en sus regordetas manitas.

Observó el tesoro de su interior. Conteniendo la respiración, sacó uno de esos palitos de madera de cabeza roja y cuadrado cuerpecito. La miró con ansiedad. ¿Cuánto tiempo había esperado aquél momento? ¿Cuántas veces le había dicho su mamá que no podía tomar las cerillas?

miércoles, 15 de junio de 2016

Un añito


Mi querido amigo, ¿qué tal estás? Porque claro, yo hubiese preguntado... ¿Cómo están ustedes..? Quien haya sonreído con esta pregunta, es porque habrá recordado a esos entrañables payasos de mi época de niñez, Gaby, Fofo, Fofito, Miliky, Milikito... ¡Ajá! ¡Os pillé! ¡Sois de mi quinta o de cerquita de ella, ja ja! 

Pero no quiero irme por las ramas. No hoy, cuando "Pergamino de sueños escritos" cumple un añito de vida. Por ello, quiero agradecer al auténtico protagonista de este blog, es decir, A TI, que sigas acompañandome en cada aventura de cuento, reflexión, o mini historia. 

Hace un año, una serie de acontecimientos...

domingo, 12 de junio de 2016

Primer beso



Siento mi corazón acelerado, a mil por hora, ¡Dios mío! ¿Sufriré un infarto? Calor, mis mejillas están en llamas, mientras mi corazón toca con fuerza esta melodía de tambor… Su mano en mi cintura, me quema la piel, aún con la ropa entre sus dedos y mi cuerpo. Me acerca, sin más, veo sus pupilas grandes y dilatadas.

Siempre me sonríe, pero hoy se muestra serio, mientras su mano sube de mi cintura y se enreda en mi cabello. ¡Va a hacerlo! ¡Va a hacerlo!, ¡Ay madre mía, va a hacerlo! El ruido de fondo de la calle no se escucha, es como si nadie pasase por este parque siempre transitado, solo estamos él y yo, sus manos y las mías, su jadeo involuntario entremezclado con mi respiración agitada…

¿Y si lo hago mal? , ¿Y si no sé hacerlo?, ¡En la tele parece fácil! ¡Mierda! ¡Ay, que se acerca, que se acerca…!


Sus labios son firmes y frescos. No sé qué hago, ni cómo lo hago. Sólo me defiendo. O ataco. No lo sé. Solo sé que hoy no importa nada, ni nadie, más que él, más que su boca, más que su aliento, más que esas manos que me acarician la espalda y ese susurro que no es el viento, mientras recibo mi primer beso.

jueves, 9 de junio de 2016

Carlos, piloto de Nascar



Este cuento lo escribí con todo mi cariño para la Asociación Amigos de Futuro y su libro "Cuentos de la Ternura". También lo dedico con mucho amor a la Asociación de Rubinstein Taybi en España, que tan buena labor desempeña para nuestros niños. Un millón de besos para mi ilustrador. Francisco Pacheco Hans. Sangre de mi sangre. 


Carlos, piloto de Nascar

Hola. Me llamo Carlos, tengo diez añitos y soy el niño más feliz del mundo.

Mi mamá y mi papá siempre me dicen que soy un niño con mucha suerte, y debe ser verdad, porque  dicen que soy un niño SRT. ¡Qué divertido! Mis papás dicen que SRT significa unas cosas muy raras. Mi mamá lloró mucho el día que el médico nos dijo que yo tenía esa cosa que yo no sé pronunciar bien.

Ella lo escribió y buscó en internet. Síndrome de Rubinstein Taybi la escuché decir. Me enfadé mucho, porque yo quería ver los dibujos de “Pocoyó”, pero ella dijo que tenía que buscar cosas sobre mi enfermedad. ¡Pero yo  no estoy enfermo!

Y es que mi mamá y mi papá no se enteran. SRT significa “SonRienTe”, pero ellos no entienden todo lo que yo hablo, porque hablo un poquito raro.

Mi profe Pablo siempre me lo dice... “Ay Carlitos, ¡me gusta tu risa, es contagiosa!”. Yo quiero decirle que no, que no contagio nada, pero las palabras no salen bien de mi boca, ni tampoco de mi cabecita.

Mi amiga Ana también me lo dice. Ana es más pequeñita que yo, pero sabe mucho. Tiene muy buenas notas. Sabe leer y escribir y además, juega a muchos juegos divertidos. Y no se cae. También come muy bien, sin mancharse ni nada.

Ana y yo vamos a la misma clase. Pero a mí me sientan en una mesita muy chula de color azul, que está muy bien puesta y lo veo todo, todo. Mis amiguitos tienen un profe que se llama Pablo, pero yo tengo al profe Pablo y también a la señorita Inma y a la señorita Virginia. Ja ja, soy un niño con mucha suerte.

Mi seño Inma me enseña muchas cositas. A cepillarme los dientes, a comer bien, y también a decir palabras... ¡Uy! Se me olvidó explicarte que yo pronuncio poquitos sonidos. Todo esto que te estoy contando, lo tengo en mi cabecita, porque mis dientecitos están para atrás y mi lengua se pega a mi boca y no se me entiende bien. También tengo una naricita muy graciosa, con forma de arquito pequeño, que a mi amiga Ana le encanta acariciar.

Mi seño Virginia me ayuda a mover mis piernas. Son cortitas y tengo las rodillas temblonas. Por eso, me han puesto unas cositas de tela que me ayudan a caminar. Mis amiguitos tienen un profe de gimnasia, pero yo tengo una fisioterapeuta. Yo no sabía lo que era esa palabra tan larga, pero mi mamá me lo explicó. Virginia es una “fisio” y me ayuda a mover mis piernecitas. Y me hace muy feliz, porque yo de mayor, quiero ser piloto de Nascar, como los de la película esa tan chula de los coches que hablan.

Ana me dice que tengo mucha suerte con mis papás. Mi mamá es la que mejor me entiende, y me pone los pañales para dormir. Ups, se me ha escapado eso. Yo tengo diez años, pero uso pañales para dormir.

Mi papá ve conmigo las carreras de coches. Las carreras que a mí me gustan. Dice que cuando yo quiera, ¡me lleva a ver una! Pero yo no quiero verlas, ¡quiero conducir!

Mi amiga Ana se ríe conmigo cuando sueño que el plato de mi comida es un volante y estoy conduciendo. En el comedor le riñen a los otros niños, pero a mí (no sé por qué) me sonríen cuando hago cosas que no debo y me dan palmaditas en la espalda. Menos mi seño Inma. Ella me dice “Carlos, eso no está bien. Tienes que aprender. Puedes hacerlo campeón”. Y eso me gusta. Me gusta que me llame campeón y le levanto mi dedo gordito de la mano. ¡¡Pulgares arriba!!

Ja ja, qué divertido. Tengo el dedito aplastado. Nació así, aplastadito. Y a mi amiga Ana también le gusta mucho eso de mí. Dice que soy el único amigo que tiene con un dedito machacadito. Mi amiga Ana no sabe que a nosotros, los del síndrome SonRienTe, nos conocen por los del “pulgar hacia arriba”.

A veces me enfado, y me pongo gruñón, pero enseguida se me pasa, solo tienen que hacerme unas cosquillitas y se me olvida todo. Todo, menos conducir un coche en las carreras Nascar.

¡Vaya! ¡Han tocado el timbre! Y mami va a abrir la puerta. Hoy estoy un poquito triste, porque me duele la barriguita y porque mi amiga Ana me ha dicho que si no puedo caminar bien… ¿cómo voy a conducir?

¡¡No me lo puedo creer!! Miro a mi papá como si fuese un mago. ¡Es un mago! Mi papá ha traído un casco muy chuli en su cabeza, y un coche pintado de color rojo, con una gran 33 en color blanco en un lado y muchas pegatinas de colores por todos lados, y me mira con ojos brillantes.

- Venga Carlos cariño. Nos vamos a conducir un coche de los que a ti te gustan. Te sentaré sobre mis rodillas, que pronto estarás demasiado mayor.

No puedo hablarle, solo decirle que sí, y llevar mis manos con alegría y felicidad a mi boca. No puedo decirle que me ha hecho el niño más feliz del mundo. Pero estoy seguro de que mi papá lo sabe. Así que levanto mi pulgar y pienso… Síiiiii, qué bien tener el síndrome SonRienTe.

Fin



viernes, 3 de junio de 2016

Necesito tu ayuda

Intentaré contarte las cosas tal y como pasaron, pero te confieso que mi mente tiene algunas lagunas.

Recuerdo a la perfección que yo no quería ir. Dije una y otra vez, no, no y no. Pero mi hermana me ignoró, como siempre. Así que imagínate, allí estábamos las dos mosqueteras subidas a su vieja camioneta y enfilando el sendero de la montaña. Miré de nuevo el asiento de atrás. Mi cámara seguía allí. Menos mal, no la había olvidado como la última vez. Esta vez iba a necesitarla para conseguir nuestro extraño objetivo. Retratar a un fantasma.