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Yo te cuento

sábado, 31 de octubre de 2015

Noche de Halloween



Noche del día 31 de octubre...

Elena prepara la cena para su familia. Su marido, Oscar, aún no ha llegado y los peques Luis y Ana están arriba, preparando sus disfraces para empezar con el tradicional “truco o trato” de cada año. Es muy probable que este año, la Sra. Martínez sí haya comprado caramelos, porque los pequeños de la Sra. Robinson le regaron la fachada de huevo.

Luis se ha vestido de vampiro, disfraz fácil de hacer y además divertido por lo de la pintura en la cara. Por supuesto Ana se ha vestido de bruja porque va más con su coquetería. No se ha vestido de una bruja cualquiera con una gran verruga en la nariz, sino de una bella brujita de cinco añitos, con culito respingón y dos grandes coletas.

Este año, incluso Oscar se ha entretenido adornando el porche con esqueletos, calabazas y todo lo propio de la época en sí. Por su parte, Elena se ha limitado a ponerse un vestido negro y recogerse el largo cabello en un moño pintándose una mecha blanca en el pelo. Se ha puesto unas medias de rayas moradas y un sombrero que al igual que los zapatos tiene una enorme hebilla. Sí, la familia está preparada para celebrar la fiesta de Halloween.

Todos preparados para celebrar la fiesta, cuando oyen sonar el timbre. Perfecto, ya comienza el habitual desfile de niños. Elena tiene todo un repertorio de caramelos y bombones preparados para entregar a los pequeños conforme vayan llegando. Sin embargo, al abrir la puerta se queda de piedra, pues en ella no hay niños pequeños, sino su tía Dora, a la que lleva sin ver desde hace casi diez años. Es más, Dora ni siquiera conoce a los niños.

-   Hola Elena, ¿Qué tal?
-   ¿Tía Dora? No puedo creerlo.
-   Lo sé querida. Lo sé. Pasaba por aquí y decidí visitaros. Al fin y al cabo aún no conozco a mis sobrinos.

El aspecto de Dora era siniestro. La mirada que lanzó a los pequeños hizo que éstos se escondieran tras las faldas de su madre mientras Oscar ponía cara de pocos amigos.

-   Oh, querida. Parecen tiernos… quiero decir, ¡encantadores!
-   Tía Dora, no sé a qué se debe tu visita, pero me parece muy inapropiada teniendo en cuenta el día que es hoy.
-   ¿Hoy? ¡Ah, Halloween! – y suelta una carcajada tremendamente sonora y escalofriante.- ¿Y qué mejor día que hoy, querida?  Quiero recordar que tú y yo teníamos un trato, ¿no es así? O… acaso no hace hoy siete años que nació el pequeño Luis…
-   Vamos tía, por favor, estás asustando a los niños. Puedes pasar y quedarte a cenar pero luego tienes que irte. Los niños y yo tenemos cosas que hacer.
-   ¿Y tu maridito?- pregunta la tía Dora mirando a Oscar como si fuese un plato de asado.
-   Mi marido también viene con nosotros. Esta noche no es segura para nadie.
-   ¡Tonterías!- Y dicho esto se cuela en la casa y se dirige al salón como si conociera la casa de toda la vida. Ya en el interior los niños se percatan divertidos de que lleva unas medias como las de su madre pero en color naranja, ¡que divertido! Y escalofriante…

Suena el timbre e inmediatamente la tía Dora pone cara de fastidio.

-   Por favor, ¡quién osa interrumpir nuestra reunión familiar!- a continuación chasquea los dedos y cuando Elena abre la puerta los niños observan horrorizados que en el porche sólo hay dos calabazas enormes. Una de ellas con sombrero.

Ambos niños se miran asombrados y a continuación miran a la tía Dora que les sonríe mostrando sus feos dientes. Y ¡Oh, no! ¡Tiene una enorme verruga en la nariz! Pero no estaba ahí antes, están seguros de ello.

Poco a poco, el aspecto de tía Dora va cambiando. Ven como se vuelve más desgarbada, su nariz crece y su pelo se encrespa. Incluso parece tener chepa y su cara se arruga como una pasa.

-   Sabes que los necesito Elena- susurra tía Dora con los ojos inyectados en sangre y mirando fijamente a los niños que la observan aterrorizados.
-   Sólo son niños. Puedes tener a otros, éstos son míos. Mis niños.
-   Por eso los quiero. Me lo prometiste. ¿Recuerdas?

Oscar que hasta ahora se ha mostrado más o menos alejado del tema piensa que ya es hora de intervenir y se decide a pedir a la tía de Elena que se abstenga de hacer bromas que puedan asustar a los niños, porque está claro que están haciendo teatro. Le gustan las bromas de Elena, pero se están pasando, pues los niños están realmente asustados. Cuando intenta abrir la boca, se da cuenta incrédulo, que de ella no sale sonido alguno. Se lleva ambas manos a la garganta y mira totalmente aterrorizado a Elena que a su vez se lleva una mano al pecho, angustiada.

Elena empieza a preocuparse de verdad. Hace muchos años de aquello. Ella jamás creyó que su tía Dora fuera una bruja como decía la gente del pueblo y cuando hizo aquella promesa no la hizo pensando que tuviera que cumplirla.

-   ¿Tía Dora? ¿Podemos hablar en privado?
-   Claro querida.

Los niños se quedan en el salón junto a su asustado padre que se ha quedado totalmente inmóvil frente al televisor que tampoco tiene sonido. No saben que pensar. Su dulce madre se ha metido sola con esa tía-bruja en la cocina y tienen miedo.

-Tía, no puedo creer que de veras vengas a por Luís.
-Claro que sí Elena. Así me lo prometiste el día en que te ayudé a cortejar a tu marido. Te di un filtro de amor y te dije que tenía un precio. Luís ya tiene siete años, y dentro de dos años vendré a por la pequeña Ana. Lo prometiste y has de cumplirlo o tendrás que atenerte a las consecuencias.
- No puede ser. Esto tiene que ser una pesadilla.
- ¡No digas bobadas! ¡Tendréis más hijos! Pero estos dos son míos, y lo sabes. Si te niegas, morirán los tres.

Elena disfrutó entonces de ese sudor frío particular que precedía su momento cumbre... Sabía perfectamente que tía Dora podía hacer lo que quisiera. Su poder era muy fuerte. Además, esas dos calabazas enormes del porche eran niños. Lo sabía. Los olía bajo la calabaza. Los olía. Igual que olía más cosas. Olía la salamandra que estaba oculta tras el macetero del porche. Olía el minúsculo ratón que intentaba alimentar a sus crías en el agujero del sótano. Olía y escuchaba el ruido que hacían las patitas de la araña que tejía su tela en el sótano aprovechando el polvo, la suciedad y la oscuridad. Lo olía, lo escuchaba, lo sentía y hasta lo veía todo. Absolutamente todo.

-   Bien, tía Dora. Me temo que tú lo has querido así - le susurró con una sonrisa torcida en su ya no bello rostro...

Dora comprendió demasiado tarde, que su sobrina era aquella de la que hablaban. Demasiada firmeza, demasiada determinación. Lo supo a ciencia cierta. Ella era la suma sacerdotisa, la portadora del poder más fuerte que jamás había apreciado en otra de su rango.

Sintió como su boca se secaba y el agua estaba cada vez más lejos. Notó como su cuerpo se empequeñecía mientras veía a Elena refulgente y escuchaba aquél cántico malvado que la envolvía y la ahogaba. El cuerpo de Elena se elevaba un metro sobre el suelo y sus ojos se habían vuelto de un intenso color rojo sangre.
Aterrorizada intentó salir de aquella cocina infernal mientras sus piernas aún le respondieran pero al salir al salón se encontró con tres monstruos enormes de dientes afilados, grandes colmillos y sed de sangre en la mirada…

El mayor de los monstruos emitió un fuerte gruñido antes de partirla en dos de un zarpazo. Un trozo para cada pequeño monstruo sediento de sangre que le acompañaba. Mientras, impasible y encantada, la suma sacerdotisa malvada los miraba con admiración. Sus retoños engendrados de la más pura maldad. ¡Los adoraba!

Poco después, una adorable familia compuesta por cuatro miembros paseaba tranquilamente por las calles del pueblo. Elena sonreía con su angelical sonrisa a todos los pequeños que se iba encontrando. Los miraba, les sonreía y los olía… Oscar dirigía a sus pequeños a casa de la señora Martínez. Se había vuelto a olvidar de comprar caramelos. Ésa señora no tenía respeto por las tradiciones, tal vez la visitase más tarde. No había podido cenar adecuadamente y tenía hambre. Sus hijos sin embargo ya habían cenado. Se encontraban a gusto, satisfechos, si bien tal vez les faltase el postre, un par de enormes calabazas que habían dejado en el porche.  


¡Feliz Halloween!

jueves, 29 de octubre de 2015

Nido de pesadillas


Seguimos hablando de Halloween, y he pensado que tal vez os gustaría conocer este libro nacido de la imaginación de Lisa Tuttle, una de las escritoras norteamericanas más destacadas de terror y fantasía del siglo XX.


“Nido de pesadillas”  se compone de trece relatos terroríficos donde todo es posible. Una escalofriante recopilación de trece cuentos que te pondrán la piel de gallina, y te harán pensar...


Nido de bichos
Hamburguesa de carne de muñeca
Bienes compartidos
Volando a Bizancio
Recorriendo el laberinto
El señor de los caballos
La otra madre
Necesidad
La memoria de la madera
Cuando te necesita un amigo
La extraña
Sun City

El nido


Su autora, Lisa Tuttle, nació en Houston, Texas. Ha recibido los premios fundamentales y más prestigiosos de la literatura fantástica anglosajona.

Su primera novela, Refugio del viento (Windhaven), fue una colaboración con George R.R. Martin, autor de Juego de Tronos, publicada en 1981. Espíritu familiar (Familiar Spirit), 1983; Gabriel, El amigo de almohadas (The Pillow Friend) , Futuros perdidos (Lost Futures), Los Misterios (The Mysteries) y La Rama de Plata (The Silver Bough), o El curioso asunto del sonámbulo y el ladrón psíquico (The Curious Affair of the Somnambulist and the Psychic Thief) son algunas de sus obras.


A lo largo de "Nido de pesadillas" hay muchos momentos tanto tensos, como de sorpresa inquietante... pero como bien se dice, como muestra, un botón. Aquí os dejo un pequeño fragmento de su cuento “Nido de bichos”.


“No escuchó nada. May estaba muerta. Ellen, todavía de rodillas frente a la cama, se arrastró hacia atrás, sosteniendo la mano de su tía entre las suyas. Contempló el rostro vacío, los ojos cerrados, la boca entreabierta, y sintió la angustia poco a poco crecer en su interior.

Al principio creyó que se trataba de una gota de sangre. Oscura y brillante apareció en el labio inferior de May, y poco a poco se deslizó hasta salir de su boca. Ellen observó la gotícula seguir su curso sin reaccionar, hasta que se desprendió de los labios de May sin dejar un rastro tras de sí, bajando por su barbilla.

Entonces Ellen vio de qué se trataba.

Era un bicho pequeño, negro y reluciente…”


Confío en que te resulte "terrorífico". Y recuerda que si ya lo has leído, me gustaría conocer tu opinión...:)

martes, 27 de octubre de 2015

La leyenda negra de JACK

Noche de 31 de octubre, Halloween, o Noche de Brujas, una noche algo peculiar, donde algunos niños se disfrazan de brujas, vampiros o monstruos y pasean por las calles pidiendo caramelos bajo la cantinela de “Truco o Trato”.

¿Pero de dónde viene este término? Halloween tiene origen celta, un pueblo guerrero afincado en Irlanda, Inglaterra, Escocia y Francia.
El 31 de octubre, los celtas celebraban su fin de año con el Samhain, una fiesta pagana. Se celebraba el final de la cosecha, el final del verano, y la llegada del invierno, almacenando provisiones y sacrificando animales. Los días iban a ser más cortos, y las noches más largas. Los celtas creían que en la noche de Samhain, los espíritus de los muertos regresaban a visitar el mundo de los vivos. Por ello, encendían grandes hogueras para ahuyentar los malos espíritus.

También se daba la bienvenida al nuevo año, y para ello se dejaba comida fuera de las casas, se encendían velas para que los espíritus fuesen hacia la luz y descansasen junto al Dios Sol, en las Tierras del Verano.

Con el paso del tiempo, la tradición se fue extendiendo por la Europa Medieval, donde se ahuecaban nabos y se colocaban una vela en su interior para guiar a los espíritus. A partir del S XVIII, son calabazas las utilizadas para portar esas velas guías.

Posteriormente, una serie de historias y leyendas, como la del irlandés Jack, que en la noche del 31 tuvo un encuentro con el mismísimo diablo.

El paso del tiempo, y las distintas tradiciones mezcladas entre sí, han dado paso sin lugar a dudas a una noche para muchos mágica, terrorífica y misteriosa, donde se cuentan historias de miedo y se adornan las casas con telas de araña y calabazas huecas.

Si bien en España esta tradición no está arraigada, cada vez son más los niños que salen a pedir caramelos en esa noche.

Hay muchos cuentos y leyendas en torno a esta noche, pero como ya lo he mencionado anteriormente, voy a contarte LA LEYENDA NEGRA DE JACK.

En una lejana Noche de Brujas, un pendenciero irlandés con fama de borracho, llamado Jack, tuvo la mala fortuna de encontrarse con el diablo en una taberna. A pesar del alcohol ingerido, Jack pudo engañar al diablo ofreciéndole su alma a cambio de un último trago.

El diablo se transformó en una moneda para pagarle al camarero, pero Jack, rápidamente la tomó y la guardó en un monedero que tenía grabada una cruz, así que el diablo no pudo volver a su forma original, y Jack no lo dejaría escapar hasta que le prometiera no pedir su alma  en diez años. El diablo no tuvo más remedio que aceptar.

Pasados los diez años, Jack se reunió con el diablo en el campo. El diablo iba preparado para llevarse su alma, pero Jack pensó muy rápido y dijo:
“Iré de buena gana, pero antes de hacerlo, ¿me traerías la manzana que está en ése árbol, por favor?”

El diablo pensó que no tenía nada que perder, y de un salto llegó a la copa del árbol, pero antes que se diese cuenta, Jack rápidamente había tallado una cruz en el tronco. Entonces el diablo no pudo bajar, y él le obligó a prometer que jamás le pediría su alma de nuevo.

Al diablo no le quedó más remedio que aceptar.

Jack murió unos años después, pero su alma no pudo entrar en el cielo, pues durante su vida había sido golfo, borracho y estafador. Pero cuando intentó entrar en el infierno, el diablo lo envió de vuelta, pues le había prometido no tomar su alma.

- ¿A dónde iré ahora?- se preguntó.

Y el diablo le respondió:
- Vuelve por dónde has venido.

El camino de regreso era oscuro y el terrible viento no le dejaba ver nada. El diablo le lanzó a Jack un carbón encendido directamente del infierno, para que se guiara en la oscuridad, y Jack lo puso en una calabaza que llevaba con él, para que no se apagara con el viento.”






domingo, 25 de octubre de 2015

Una marea rosa de solidaridad





Érase una vez una marea rosa, donde los latidos del corazón y las razones suficientes convergieron, llenando Carmona de espíritus optimistas con un propósito común. 

El día 19 de octubre fue el día Mundial contra el Cáncer de Mama, y el pasado domingo día 18 iba a celebrarse la Marcha Rosa en Carmona. Algunos piensan que aquella lluvia, aquella alerta amarilla que llegó cuando menos lo deseábamos, fue mala suerte. Creo que no, pues ello ha dado lugar a que hoy, día 25 se haya realizado una soleada y hermosa marea rosa… y también, una pequeña ayuda para nuestro querido y adorable Hugo, ese pequeño valiente que con tan solo algo más de tres años ya lucha por su vida.

Hoy, mujeres y hombres han pintado las calles de rosa como símbolo de unión y apoyo. Una marcha que ha ido avanzando lenta pero imparable, emblema de la lucha que a diario desempeñan, por desgracia, muchas mujeres. Mujeres que son madres, hijas, hermanas, amigas…

Mientras hoy caminaba inmersa en esa marea, pensaba en muchas cosas y observaba otras tantas. Pensaba en la gran cantidad de mujeres que luchan contra esa enfermedad, y pensaba en sus familias, en los miedos, tratamientos, esperanzas y desilusiones…pero sobre todo pensaba en aquellas mujeres que… por desgracia, hoy no podían formar parte de esta marcha.

Y observaba… la sonrisa en rostros de mujeres que padecen cáncer de mama y caminaban erguidas y retadoras, con la esperanza en el rostro. La emoción adueñándose de hombres y mujeres… y sobre todo… observaba como la marea crecía y crecía…

Íbamos atravesando lugares emblemáticos de nuestra Ciudad y pensaba en cuántas y cuántas mujeres no habrían caminado por esos mismos caminos de piedra pensando qué hacer, cómo comunicar a sus familias lo que les ocurría, como enfrentar la vida… Recordé rostros. Rostros de amigas que lo han conseguido y hoy sirven de apoyo y ejemplo. Y también, una vez más, recordé los rostros de aquellas que hoy no están en teoría, pues pienso que el espíritu de todas ellas caminaba junto a nosotros.

Al llegar a la Alameda, las palabras de la Presidenta de la Asociación, Mª de Gracia Cortazar, nos han llenado a todos de satisfacción y orgullo. Y ese “GRACIAS” que gritó Hugo nos ha hecho llorar a muchos de los que allí estábamos.

Después, nuestra Pepi Hoyos, luciendo una sonrisa auténtica y portando una alegre diadema de flores, ha dedicado unas palabras que nos han tocado no sólo el alma, sino también el espíritu. Nos ha transmitido esperanza, fuerza, ánimo… ¡Ha gritado a la vida! Y nosotros con ella.

Permitidme dedicar esta entrada con mucho cariño POR ELLAS, y también por él, ese pequeñín que viajará la próxima semana en pos de su curación. Se la dedico con muchísimo interés a la familia de Hugo, pues como madre, no puedo, ni quiero imaginar por lo que están pasando. Hoy, Mari, la presidenta de la Asociación nos decía que a la familia de Hugo, esa petición de ayuda a través de una recaudación le suponía muchísimo apuro. Para nada. Todos hemos participado con mucha ilusión y mucha esperanza. Sólo tenemos un deseo común. Ver a Hugo de regreso curado. Ver la sonrisa que el pequeño muestra ahora, también en los labios y en los ojos  de su familia.

Esos globos rosa que se elevaron al cielo antes de que el ritmo de la zumba invadiera nuestros cuerpos haciéndonos bailar… me hicieron imaginar la hermosura de globos ascendiendo, globos de todos los colores, símbolo de una curación de todas las enfermedades…

Sólo me queda dar mi agradecimiento más sincero a esas personas que no cejan de trabajar en su empeño de recaudar fondos y ayudar en todo lo posible tanto a estas mujeres, como a sus familias, y además, especialmente hoy, a nuestro pequeño héroe.


Gracias a esas personas que prestan su voluntariado y que se vuelcan en causas que sin lugar a dudas, salvan vidas. 



Con ilusión, antes de empezar la marcha

























viernes, 23 de octubre de 2015

La casita de chocolate

En este blog, las recetas no son lo habitual, sin embargo, hoy quiero hacer un pequeño homenaje a mi gran amiga María de Gracia, el alma de "Con mil sabores".  ¿Por qué? ¡Pues porque sí, je je! 

Como Halloween está muy cerquita, mi receta no es como las tuyas vecina, es algo... "diferente"


Una casita de chocolate muy peculiar...

Por favor, querido cocinero, siga bien mis instrucciones, es importante para que la receta salga de forma correcta.

En primer lugar, necesitamos una serie de ingredientes fundamentales. Chocolate, caramelo, sonrisas, lágrimas, una pizca de misterio, algo más de miedo y desde luego, incertidumbre. Medio kilo de brujas, un cuarto de niños y muchísimo misterio. Éste se pondrá a voluntad del escritor.

Bien, para que la receta funcione, ha de seguir las instrucciones al pie de la letra.

Coja dos niños sobrantes en un hogar infantil, (facilita el trabajo que sea un hogar pobre y necesitado), y proceda a transformarlos en una masa de niños perdidos en el bosque a base de mezclar y mezclar con el miedo, la desesperación y el pánico.

A continuación, y una vez que ha conseguido la consiguiente masa, llévelos al siguiente paso. Es decir, mezcle todos y compruebe que la masa, en forma de dos niños asustados, llamémosles, Hansel y Gretel, mezclados con paranoia, se van vertiendo en la fuente recién lubricada del horno del bosque con una ligera capa de desesperación. Ante esto, aparece la bruja, que parece mantequilla que les ayudará a hornear, pero resulta ser, el antídoto a cualquier buena receta, pues se come los ingredientes a la menor oportunidad.

Este ingrediente, la bruja, quiere embadurnar a los niños de grasa para hornear, y posteriormente, engullirlos cual relleno. Más, uno de estos ingredientes, Hansel, no acepta la mantequilla y se rebela, haciendo que ésta resbale y se convierta en una especie de horneado glasé especial.

Ahora, el cuento ha cambiado. Hansel y Gretel han salido del horno, mientras la bruja Piruja, ha sido cocinada, y hasta quemada, por las circunstancias y el fuerte termostato que ella misma preparó.

Los cuentos no son lo que eran, y la cocina, tampoco.


(Ofú vecina, sigue tú haciendo esos postres tuyos tan deliciosos, que a mi esta receta me ha dejado el chocolate "mu" amargo)



miércoles, 21 de octubre de 2015

Como llama de vela

Como llama de vela, altiva y oscilante, precisa y certera, acompasada por el suspiro de quien la admira y el fervor de quien la sostiene. Quizás sea firme, o tal vez tiemble, pues el fuego es poder, y el poder todo lo consigue… más una ligera brisa puede ahogarla y destruir su vida susurrante, más también puede fortalecerla y hacerla inmensamente gigante.

Como llama de vela… que te mira, relaja y seduce, acompañando tu deseado descanso con su figura de luz y su efecto conciliador… atrayendo la quietud de tu alma y el suspiro de tu aliento en las noches de pasión, quietud o asueto.

Como llama de vela… compañera de baños salados de aromas, conciliadora de diálogos difíciles, embellecedora de confesiones de amor, e inspiradora de oraciones y esperanzas.


Como llama de vela… altiva y oscilante, precisa y certera. 


lunes, 19 de octubre de 2015

Las pequeñas virtudes

Ayer mismo recibí un bello obsequio. Un amigo que comparte mi amor por la literatura, me regaló esta maravilla. 

Ya he saboreado las mieles de sus páginas.

"Las pequeñas virtudes" es un libro escrito por Natalia Ginzburg (1916-1991), una de las voces más singulares de la literatura italiana del siglo XX. 

Nacida en Palermo, publicó en 1934 su primera narración, tras la cual escribió obras teatrales, ensayos, novelas...

Su primer marido, Leone Ginzburg, un intelectual antifascista de origen ruso y profesor de literatura rusa, fue detenido y torturado hasta la muerte en la cárcel de Regina Coeli de Roma en 1944. Fruto de ese matrimonio nacieron tres hijos. 

Se casa en 1950 con Gabriel Baldini, profesor Universitario y especialista en literatura inglesa que fue director del Instituto Italiano de Cultura en Londres, con el que tendrá dos hijos, falleciendo en 1969 y continuando Natalia con su escritura. 

En 1983 es elegida diputada del Parlamento por el Partido Comunista Italiano. Falleció en la noche del 6 al 7 de octubre de 1991 con una larga trayectoria de obras realizadas. 

"Las pequeñas virtudes" es una especie de danza entre un ensayo y una autobiografía. Se compone de once textos de temas diversos, que comparten una escritura instintiva, radical, una mirada comprometida, humana. 

Son textos narrados de una forma sencilla y hermosa, que mecen al lector y le enganchan, atrayendo hacia sí el interés de la persona que tiene este libro en sus manos, tanto por la forma tan cercana de describir situaciones o momentos, como por los sentimientos mostrados en sus líneas. 

A continuación, te dejo dos fragmentos pequeños para hacerte la boca agua...

Dentro del relato "Retrato de una amigo"

"... A veces, a través de la niebla se filtra un sol tenue, que tiñe de rosa y de lila los montones de nieve, las ramas desnudas de las plantas. En las calles y las avenidas, la nieve ha sido retirada con palas y reunida en pequeños montones, pero los parques públicos siguen aún sepultados bajo un espeso manto intacto y blando de un dedo de grosor en los bancos abandonados y en los bordes de las fuentes; el reloj del picadero se ha parado desde tiempo inmemorial a las once menos cuarto..."

Dentro del relato "Mi oficio"

"... Lo que escribo entonces tengo que buscarlo fatigosamente fuera de mí. Puedo hacerlo algo mejor que estudiar un idioma extranjero, o hablar en público, pero sólo algo mejor. Y tengo siempre la impresión de engañar al prójimo con palabras que tomo prestadas o que robo aquí y allá. Y sufro y me siento exiliada. Por el contrario, cuando escribo historias soy como alguien que está en su tierra, en calles que conoce desde su infancia y entre muros y árboles que son suyos..."

"... Comprendí que era mi oficio hace mucho tiempo. Entre los cinco y los diez años tenía mis dudas, y a veces imaginaba que podía pintar, a veces que conquistaría países a caballo y otras veces que inventaría nuevas máquinas muy importantes. Pero desde los diez años lo he sabido siempre, y me afanaba como podía con novelas y poemas. Todavía conservo aquellos poemas..."



sábado, 17 de octubre de 2015

Luz tenue

Felipe, exhausto, metió en su nueva vivienda la última caja de cartón que quedaba. A sus treinta y dos años, al fin había conseguido encontrar un trabajo que podía ser estable, o al menos, prometía serlo. Tenía experiencia como informático en varias empresas, a pesar de ser ingeniero, percibía un sueldo bastante módico en su anterior lugar de trabajo, pero gracias a ello, consiguió contactos, entre ellos al propietario de “Odisea”, una empresa dedicada al diseño y construcción de edificios. Él le propuso trabajar de prueba unos meses. Tras el primer mes de trabajo, contrató a Felipe durante un periodo anual prorrogable. Había quedado impresionado con su trabajo.

Si había un adjetivo que pudiese catalogarle era práctico. Le gustaba emplearse a fondo en lo que hacía, y además solía llevarse trabajo a casa si era necesario. Tal vez por ello, teniendo en cuenta que su nuevo trabajo estaba a cincuenta kilómetros de casa, fue por lo que se decidió a buscar un piso y alquilarlo.

Durante varios días, al salir del trabajo, se dirigía a los pisos que había localizado por las páginas de alquiler. Una de ésas tardes pasó ante un café que le llamó la atención, ni siquiera sabía por qué, pero deseaba sentarse un poco en aquella terraza. Era un café pequeño, encantador, con cuencos de cristal para velas y ramilletes de flores frescas en las mesas. Tal vez para otra persona no dejaría de ser un café normal y corriente, pero para Felipe que adoraba los detalles, parecía un negocio familiar tratado con cariño.

- Buenas tardes señor. ¿Qué desea tomar?
- Ah, hola. Pues… un café con leche, cortito de café, por favor.
- ¿No quiere probar nuestras tartas caseras? ¡Están deliciosas!- acto seguido el camarero se inclina suavemente sobre Felipe y le susurra algo más bajo- las ha hecho mi esposa, es una cocinera excelente.
- La verdad es que soy bastante goloso… ¿Cuál me recomienda?
- Todas. Pero puede probar con la de queso, es deliciosa.
- De acuerdo.

Sacó su maletín y se dispuso como cada día a buscar en el periódico los anuncios de alquiler. Una ráfaga de viento sopló en aquel momento y voló el periódico... 

jueves, 15 de octubre de 2015

Enhorabuena




Permitidme hoy una pequeña licencia. Mi pequeña ha presentado hoy su proyecto de fin de carrera con unos resultados inmejorables. Hoy quiero dedicar esta entrada a ella. El cuento que hoy iba a compartir con ustedes, lo compartiré en unos días. Pero hoy… sólo ella puede llenar este momento, este espacio.

A ti mi niña…

Enhorabuena, hija mía, por tu lucha y tu aliento. Esto no es cuento, es la vida real, y ello lo hace mejor.

Me gustaría explicar con palabras lo que aletea en mi corazón, pero ello es muy difícil. No se trata de inventar una historia que pueda o no gustar a quien la lea, se trata de intentar llegar a ti un sentimiento que me llena.

Estoy orgullosa de ti, y lo estaría, a pesar de que esa nota que hoy has conseguido no hubiese existido. Porque eres fuerte, hermosa, capaz, inteligente, y la sangre que corre por mis venas. Eres mi apoyo, mis latidos, mis sentimientos, mi lucha, mi motivo de vivir… lo eres todo para mí.

Te costó en los inicios. Muy pocos conocemos esos inicios algo turbios. Y después, la lucha y el día a día se hicieron tediosos y pesados, llenos de baches y de continuas batallas que fuiste lidiando.

Eres tenaz, y luchaste por lo que querías, por lo que significaba tu sueño, tu libertad. ¡Te quedan tantos sueños por cumplir! ¿Qué te voy yo a decir, si eres tú quién está plena de ilusiones y proyectos?

Pero hoy… uno de esos proyectos ha llegado a su fin. Has leído ante un tribunal de expertos lo que sin duda, es, o se interpreta, como la guinda final de ese pastel llamado “carrera”. Has expuesto, has explicado, luchado, sentido, sonreído y llorado. Has abierto tu mente, nos has regalado tus ideas. Te han bombardeado a preguntas, y has respondido a ellas. La vista al frente, los ojos alertas, el corazón latiendo de tal forma que yo podía oírlo desde donde estaba. Tú decías que hoy ibas “neutra”. Tú jamás serás neutra cariño. Eres chispa, luz y viento, eres fuego y aliento.

Derecha, con orgullo, has escuchado el veredicto. “ESTÁ USTED APROBADA… CON UN SOBRESALIENTE… CON UN DIEZ”

Oficialmente, ya eres Ingeniera Aeronáutica, lo tuyo te ha costado. Ya lo eres antes de hoy, tan sólo por tantas y tantas horas de entrega ilimitada a páginas y páginas de fórmulas y gráficos incomprensibles.  Sangre, sudor y lágrimas lo definen bastante aproximado. Pero eres mucho más que eso. Lo eres todo. Eres mi vida, un orgullo, un ejemplo, y una alegría. Te quiero con cada fibra de mi ser, y hoy, he llorado junto a ti, porque recordé momentos muy amargos, momentos dolorosos, y personas con las que a ambas nos hubiese gustado compartir este momento, pero que ya no están con nosotras. Pero sobre todo, LLORÉ DE ORGULLO. 

Eres “BRAVE”. Y no sólo por tu melena pelirroja y rizada, sino por tu bravura, tu sonrisa, y tus ganas.

Sólo me queda dar gracias. A quién te ha apoyado durante estos años complicados, a quién te mostró un camino, a quién hoy en particular te ha apoyado, y a ti, por no haberte rendido, a tu hermano, que te ha entrenado a propósito con solo doce años, impartiendo clases sobre presentación de proyectos universitarios, madre mía…

¿Qué más puedo decir? LO ERES TODO PARA MÍ. ESTOY TREMENDAMENTE ORGULLOSA DE TI.

¡ENHORABUENA! Esto sólo es el principio. Puedes conseguir lo que quieras…




Esta fotografía tan molona es un diseño de mi prima Toñi, un sol de criatura que ha tenido este bello detalle. Gracias prima. Te quiero.